Por Romina Calderaro
Este viernes Luis Sarlenga,
ex titular de Fabricaciones Militares, pasó nueve horas ante el
juez federal Jorge Urso y el fiscal federal Carlos Stornelli, acusado
de haber integrado una asociación ilícita que traficaba
armas a Ecuador y Croacia. Sarlenga pensaba que iba a quedar en libertad,
ya que había obtenido la excarcelación en una causa vinculada
al contrabando de armas. Pero cuando estaba por pagar la fianza de 150
mil pesos, Urso lo llamó para tomarle declaración indagatoria
en la causa central. Al final, Sarlenga seguirá detenido y fue
ayer, inmediatamente después de su testimonio, que Urso dispuso
la detención de Emir Yoma, el ex cuñado del ex presidente
Carlos Menem. En 1998, cuando ya estaba procesado por asociación
ilícita, Sarlenga denunció que lo habían amenazado
de muerte. No hablés si no querés que te pase lo mismo
que a Alfredo Yabrán, habría sido el mensaje.
Sarlenga fue el primer procesado por la Justicia federal en el escándalo
por la venta de armas a Ecuador y Croacia, pero hasta el viernes nadie
lo había señalado como integrante de una asociación
ilícita, sino que le imputaban delitos excarcelables vinculados
con la causa. El ex titular de la fábrica estatal de la que salieron
las armas asegura que desde el día en que lo procesaron no paró
de recibir amenazas contra su vida y la de su familia. No me metí
solo en esto, dice siempre que lo consultan por este tema. Hasta
el viernes, Sarlenga estaba preso por contrabando de armas y no
por asociación ilícita en el Escuadrón Buenos
Aires de la Gendarmería Nacional. Estaba por salir en libertad
bajo fianza, pero no pudo cumplir sus planes. El ex ministro de Defensa
Oscar Camilión y el ex canciller Guido Di Tella siempre lo señalaron
como el responsable del desvío de armas.
Sarlenga es un empresario porteño de 59 años que conoce
al ex presidente Carlos Menem desde los tiempos en que el ahora novio
de Cecilia Bolocco era gobernador de La Rioja. Sarlenga llegó a
La Rioja atraído por el régimen de promoción industrial
que concedía créditos más blandos a quienes instalaban
alguna empresa en el territorio. Aunque nunca puso más que un galpón,
según recuerdan los riojanos, Sarlenga se ganó pronto la
simpatía del gobernador Carlos Menem y su familia, al punto que
se convirtió en gestor de los buscadores de créditos como
él.
Entre sus amigos se encontraban Eduardo Menem y el eterno secretario del
ex presidente, Ramón Hernández. Con semejantes contactos,
a Sarlenga le resultó fácil llegar a dirigir el Banco de
la Provincia de La Rioja, que dejó en la quiebra y con denuncias
por presuntas malversaciones de fondos.
Sin embargo, esas acusaciones no lograron alejarlo del que era el entorno
presidencial. Antonio Erman González lo trajo consigo cuando Menem
ganó las elecciones presidenciales de 1989 y así tuvo cargos
en el Banco Central y en el Ministerio de Economía. Malos recuerdos
debe traerle su gestión al frente de la Caja de Ahorro y Seguro
bajo la gestión de Joaquín Gaset Waidatt, donde protagonizó
varios escándalos. Fue entonces cuando Erman volvió a rescatarlo.
En marzo de 1992, lo puso al frente de la Dirección de Fabricaciones
Militares (FM) un sector que daba pérdidas y ya figuraba en los
planes de privatización de Domingo Cavallo.
Las primeras gestiones que permitieron el contrabando de armas a Croacia
se pusieron en marcha siete meses antes de asumir Sarlenga en FM, lo cual
revelaría que él no habría sido el cerebro, sino
el ejecutor de la operación. Por ejemplo, en 1991, Menem y sus
ministros firmaron los dos primeros decretos secretos que permitieron
las maniobras, el 1697/91 y el 2283/91, que autorizaban a vender a Panamá
las armas que en realidad estaban destinadas a Croacia. El primer embarque
se concretó el 20 de setiembre de 1991 a bordo del buque Opatija.
Las operaciones recomenzaron en 1993, ya bajo la gestión de Sarlenga
y con Camilión como ministro de Defensa. Ese año hubo cuatro
embarques a Croacia, y dos más en 1994 y 1995, además de
tres contrabandos aéreos aEcuador, en 1995. A mediados de 1993,
Camilión quiso echarlo, pero, según declaró, tuvo
que desistir tras una llamada de Esteban Caselli, por entonces funcionario
de las Secretaría General de la Presidencia del gobierno del ex
presidente Carlos Menem.
|