Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12

OPINION
Por Mario Wainfeld

Cita con los cracks de Ñuls

De cómo se manejó la imagen presidencial desde Roma. Y de cómo un viaje de placer devino pesadilla. Economía pasó a manejar la política monetaria. Las peleas con Pou. Una bomba: el fallo sobre armas.

El Presidente y su familia imaginaron que vivirían en triunfo la semana que hoy epiloga. Viaje a Italia, clima de familia, reunión con el Papa. Fernando de la Rúa, en rol de estadista, hombre austero, padre ejemplar, de estirpe cristiana. Pero, como en una pesadilla, todo empezó a desbaratarse.
Para fascinación de los estudiosos de la comunicación, la Argentina posee –rara, si no única, avis– una programación radial matutina que es conjuntamente popular y politizada. Estimuladas por conductores que –con algunos matices– siempre hablan una jerga coloquial infinitas “Martas de Parque Chas” usan el teléfono como un arma y se comunican con producciones activas y aguerridas. En tiempo real, la corporación política se entera de algo de lo que piensa le gente del común. A veces son mensajes cruzados, equívocos. Otras son plebiscitos abrumadores. Esto último sucedió desde el lunes. Todas las radios –las políticamente correctas, las más radicalizadas, las posmos, las derechosas– recibieron casi un único mensaje. Raúl de González Catán, Yolanda de Llavallol, Gabriel de Liniers y todos sus pares estaba furiosos con el relax que se permitía el clan De la Rúa mientras su país no sale de la hiperdesocupación, del estancamiento económico y de una tristeza palpable hasta el menos sensible.
El pueblo no delibera sino a través de sus representantes pero sí se expresa por carriles extra institucionales y no está dispuesto a disfrutar de la buena vida, viajar y parar en un hotel de chiquicientas estrellas por interpósita persona. Al entorno presidencial le zumbaban los oídos, en plena Via Veneto, a miles de kilómetros de distancia. Sus reacciones a partir de ese pecadillo original fueron un rosario de metidas de pata y maniobras desbaratadas.
u Culposamente, se pretendió tapar una liviandad con una mentira: disfrazar las minivacaciones con el ropaje de un agitadísimo viaje de trabajo. Luego la embarraron más, desdeñando la lucidez de aquellos a quienes se quería seducir. Se les ofreció el equivalente mediático de cuentas de colores, juntando al Presidente con dos representantes de Newell’s Old Boys en el exilio dorado. La reunión del Presidente en la Via Veneto con Ariel Balbo y el Bati daría pena si no diera bronca. Su -fallida– sobreventa vergüenza ajena.
u Un Fernando de la Rúa a quien nadie votó, el hijo presidencial apodado Aíto, salió con aire light a definir, vaya a saberse en base a qué parámetros, que “el viejo está trabajando como loco”. El Presidente adujo luego que era de mal gusto negarse a recibirlos. Pero no dijo que él los mandó buscar. Aíto fue gestor de los rendez vous con la dupla ofensiva rosarina y con Valeria Mazza, que pocos meses antes había sido descartada como embajadora de la carne argentina, acusada de evadir impuestos.
u La desesperación de los viajeros llegó a su tope cuando el día D también terminó en desastre. La entrevista con el Papa, un cheque al portador, se transformó en un gol en contra. El reclamo de Juan Pablo II sobre la pobreza en la Argentina fue el dato más relevante que recogieron todos y cada uno los titulares de los diarios nacionales.
u Ya de regreso al país, el Presidente, Nicolás Gallo y Ricardo Ostuni hicieron involuntariamente llover sobre mojado buscando desmontar las críticas que ya incluían la propia estrategia de comunicación del Gobierno. La primera decisión se tomó en el Tango 01: pasar por el control aduanero de Ezeiza para evitar posibles reproches sobre eventuales abusos de shopping cometidos por la Primera Dama. La segunda tiene pretensiones de record mundial: el Presidente dio en cuestión de horas dos conferencias de prensa calcadas, una en el Aeropuerto y otra en Olivos, para describir, machete manuscrito por él mismo en mano, la importancia de su periplo. La segunda –obsesiva, plena de adjetivos encomiosos– duró cerca de una hora.
u Una persona usualmente tan preocupada por la investidura presidencial como De la Rúa debería haberse preservado delegando la inhóspita tarea de defender lo indefendible en algún funcionario fiel y astuto. Pero no tiene un Carlos Corach con la caparazón dura y la lengua afilada para enfrentar todas las mañanas a los movileros, comerse unas cuantas manos pero también hacer de pararrayos e imponer una agenda. En suma: al Presidente lo defendieron Fernando de la Rúa padre y Fernando de la Rúa hijo.
El padre deslizó un argumento con un tufillo discriminatorio, si no algo más: “Sé que en muchas críticas, aunque no lo digan expresamente, en el trasfondo está haber hecho una visita al Vaticano y al Papa. Estoy gozoso haberlo hecho y seguro de que es beneficioso para todos los argentinos”.
Nicolás Gallo se sumó tardíamente como espadachín del oficialismo. Intentó identificar a la familia presidencial con el espíritu cristiano de la mayoría del pueblo argentino. Dos notas al pie de esta intervención. La primera es destacar que en días anteriores Gallo hizo oír, paredes adentro de la Rosada, sapos y culebras contra los hijos del Presidente –con quien arrastra una proverbial pésima relación– por haber viajado y por permanentes apariciones públicas. La segunda es que tanto Gallo como el Presidente podrían usar sintonía fina y registrar que buena parte del pueblo argentino es católico pero ese cristianismo popular es receloso y bichoco respecto de las jerarquías eclesiásticas. El clericalismo es más bien patrimonio de las clases altas o medias altas: los Pertiné por caso.

Cavallo en acción

Domingo Cavallo anunció el viernes que la Argentina tiene –tres bonos e impuesto a las transferencias en cuentas corrientes mediante– cubiertas sus necesidades financieras inmediatas. De ese modo, consigue alejar por meses –en estas pampas eso equivale al largo plazo– la amenaza del default.
Pero la economía real todavía no ha sido interpelada por el hiperquinético Mingo. Las decisiones arancelarias tienen, hasta ahora, más calidad de salvataje in extremis que de promoción industrial. Las tasas de interés siguen siendo prohibitivas. Y abrumadora falta de competitividad argentina sigue en pie, en buena medida porque el peso está sobrevaluado y por el fenomenal déficit fiscal. Dos problemas que, bien mirados, son herencia de la anterior gestión de Cavallo quien jamás logró (aunque fantaseó y prometió) una deflación de precios internos, con efectos similares a una devaluación. La deflación ocurrió sólo después de su eyección, consecuencia de la recesión, en la inexorable mecánica de la convertibilidad.
El déficit fiscal, en tanto, tributa a la desaprensiva política del menemismo mientras duraban las joyas de la abuela y tiene como piedra basal al desfinanciamiento del sistema previsional. Esto último, valga la repetición, Cavallo lo hizo cuando implantó el régimen de las AFJP.
Hay tres cosas que no hará Cavallo: preocuparse por conservar cierta coherencia, medir los riesgos ni detenerse. Y hay otra que, ay, no podrá así quiera: inventar dinero. El impuesto a los cheques no es el más regresivo pero sí es un tributo al sector privado que mitiga su, de por sí, enjuta rentabilidad. La emisión de bonos y la baja de los encajes que promovió a tambor batiente, mejoran la liquidez en plaza pero bajan las reservas bancarias, dejando el sistema más expuesto a una corrida y “ensuciando” la convertibilidad.
La disminución de los encajes y los bonos fueron imposiciones de Cavallo a Pedro Pou en días llenos de tiras y aflojas. El resto del Gobierno observó esa –despareja– pulseada sin ánimo de (ni aptitud para) intervenir. La excepción fue Chrystian Colombo, el único integrante del Gabinete remanente que tiene diálogo con (y acceso a las oficinas de) Pou. Colombo intervino en el tira y afloja que derivó en la emisión de losnuevos bonos públicos. Y en algún momento creyó haber logrado algo parecido a una tregua. Ni él se enteró de que Cavallo pensaba atacar en público a Pou hasta el preciso momento en que Cavallo empezó a hablar.
El martes se reúne la comisión parlamentaria que evalúa la gestión de Pou y todo indica que su dictamen será adverso al Presidente del Central dándole una manito a Cavallo.
Más allá de la permanencia de Pou, Cavallo ha producido de facto un cambio sideral en el manejo de la política monetaria. En estos días, desafiando las leyes vigentes, ese manejo ha pasado a Economía. Tal vez no sea eso lo que dicen la Carta Magna y la ley de Convertibilidad. En fin, por qué asombrarse, el derecho constitucional jamás ha sido la disciplina favorita del Mediterráneo.

Convivencias

“¿Sabe por qué (Carlos) Menem siempre tenía in pectore un reemplazante para cada funcionario?”, pregunta un importante miembro del Gabinete. Página/12 reconoce que no sabe. “Porque cada funcionario tenía otros dos que estaban serruchándole el piso, a la vista de todos. No era una hazaña pensar en ellos, los tenía delante de las narices”, ríe la fuente. Amén de pintar cierto buen humor que se conservó cerca de la Rosada mientras la comitiva presidencial jugaba a emitir imágenes, el relato es un autorretrato del “resto del Gabinete”. Se autodefine sin internas brutales, trabajando, conservando el espacio para el Presidente y encolumnado tras las políticas de “Mingo”. En los próximos días, cuando se defina el diseño del nuevo gabinete –en el que Cavallo quiere a Armando Caro Figueroa como ministro y a Marcos Makón a cargo de la Agencia Social- se verá si la tranquilidad es tanta. De momento, Patricia Bullrich ha dado señales de que no se interpondrá para impedir que los planes Trabajar pasen a otra cartera. En cambio, Héctor Lombardo parece más receloso para desprenderse del manejo de las obras sociales. Las relaciones con sindicatos y empresas médicas le vienen interesando que el gerenciamiento de los planes de la salud y eso no parece haber cambiado en los últimos días.

Connivencias

El Frepaso espera en la puerta y posiblemente en horas recibirá una propuesta. El Gobierno trabaja codo a codo con el menemismo y el cavallismo. En esa curiosa situación política, las sucesivas decisiones judiciales referidas a la venta ilegal de armas caen, si se permite una metáfora de cajón, como una bomba.
Los procesamientos a varios ministros menemistas y el encuadramiento de Emir Yoma como jefe de una asociación ilícita hacen temblar el curioso andamiaje institucional parido en marzo.
Un escándalo contra el menemismo, una investigación que se proyecta hasta Carlos Menem, hubiera sido, en 1997, 1998, ni qué decir 1999 y aún 2000 maná para la Alianza. Pero hoy, con Cavallo (otro ministro que firmó los susodichos decretos plagados de falsedad ideológica) y Menem como apoyos del gobierno el maná se transforma en un hueso en la garganta.
El Frepaso ha preferido cierto silencio porque no encuentra modo de compatibilizar sus cruzadas depuradoras con su coexistencia con Cavallo quien –en ejercicio espontáneo de sus facultades especiales– ya otorgó un indulto verbal a los senadores sospechados por coimeros.
En estos días se han restaurado contactos entre el menemismo, Cavallo y el Gobierno. Cabe suponer que muchos teléfonos oficiales sonarán en las próximas horas restaurando esos contactos sugiriendo todo tipo de canjes entre apoyos políticos y ciertos paraguas judiciales. Y es ostensible que la principal obsesión de Cavallo no es renovar la cruzada ética que la Alianza promovió desde el llano sino garantizarse apoyos políticos. Horas atrás, un periodista de Página/12 dialogó con un importante dirigente menemista, que tiene trato diario con el ex presidente y le preguntó cómo estaba éste luego del fallo de la Cámara Federal. “El Turco está mal –le respondieron– muy preocupado con lo que puede pasarle.” La charla fue anterior a la detención del cuñado ex presidencial. Cabe conjeturar que Menem debe estar hoy aún más preocupado y que –dada la enrevesada madeja de la política nativa– tanto como él muchos que hasta hace poco eran sus acérrimos adversarios.


 

PRINCIPAL