Por Miguel Bonasso
Distintos especialistas del
tema sanitario sospechan que el superministerio social impulsado en estos
días por Domingo Cavallo no apunta solamente a reparar los graves
daños perpetrados en este rubro durante la anterior gestión
del mediterráneo en el gobierno de Carlos Menem. También
estaría la voluntad de construir un sistema nacional de salud que
les garantice a las aseguradoras privadas la hegemonía en un atractivo
mercado, aunque esto suponga la extinción del PAMI y las obras
sociales, tanto provinciales como sindicales. Este sector de capital trasnacional,
tan agresivo como para enfrentar y arrodillar en su momento al matrimonio
compuesto por Hillary y Bill Clinton, podría beneficiarse con una
porción monopólica del gasto sanitario que en Argentina
ronda el 10 por ciento del PBI, es decir unos 25 mil millones de pesos
por año. Además de las sospechas de los observadores, hay
un documento de la fundación cavallista Novum Millenium, que lleva
la firma de Osvaldo Giordano y Jorge Colina y apunta en ese sentido. Según
el periódico especializado El médico del conurbano, que
dirige el periodista Mauro Federico, el plan de Giordano redactado
en julio del año pasado tiene grandes posibilidades de ser
llevado a la práctica. A pesar de que este tecnócrata es
cuestionado incluso en aspectos éticos por otros seguidores
del ministro de Economía.
Los críticos de Giordano, entre quienes se contaría la propia
hija del Mingo, Sonia Cavallo, sostienen en privado que el economista
de la Novum Millenium, que en la gestión menemista tuvo a cargo
la Secretaría de Empleo, tiene una visión asegurativa
del fenómeno de la salud. Según El médico del
conurbano, esa visión asegurativa no es ajena a la potencialidad
de negocios que supone el mercado de las obras sociales. La publicación
especializada, que ha castigado con rigor los planes privatizadores de
las obras sociales de Córdoba y Buenos Aires, sostiene que Giordano
habría redactado cuestionables pliegos licitatorios del PAMI durante
la gestión del encarcelado Víctor Alderete. Así lo
denunciaron ante el economista Adolfo Sturzenegger (que preside la Novum
Millenium) miembros del propio partido de Cavallo, Acción por la
República.
Cosa de lucro
Más allá de estas denuncias de índole ética,
el Proyecto Giordano abre severos interrogantes sobre el establecimiento
de un sistema nacional de salud que priorizará la competitividad
y por tanto el lucro y la sagrada primacía de la tasa de
ganancia por sobre las necesidades de la población, incluyendo
esa clase media que apoyó con grandes esperanzas la llegada del
bombero salvador y podrá tropezar en el futuro con los límites
de una capitación que le restrinja las placas fijas
y torne utópica una simple resonancia magnética.
Página/12 tuvo acceso al documento de la Novum Millenium titulado
Las reformas al sistema de salud ¿El camino hacia un sistema
universal, equitativo y eficiente?. Llama la atención comparar
esta curiosa tendencia a la supercentralización, inesperada
en estos tecnócratas neoliberales, con la decisión de crear
un superministerio social, que recaería sobre el cavallista
Armando Caro Figueroa, el hombre que introdujo durante la etapa menemista
los primeros programas de flexibilización laboral.
Cavallo siempre ha procedido así: antes de entregar el correo nacional
a los capitales privados le otorgó más poder y recursos
en la gestión de Haroldo Grisanti.
Es curioso constatar que Ricardo Hipólito López Murphy cayó
por sus fervorosos y ostensibles esfuerzos en contra del sistema educativo
nacional pero nadie salvo un contado número de especialistas
alzó la voz todavía ante la posible desaparición
del PAMI, las obras socialesprovinciales, las obras sociales sindicales
y un sistema de financiamiento de los hospitales públicos que al
decir de Giordano debe subsidiar la demanda y no la oferta.
Resulta aún más curioso si se recuerda que en la era menemista
Cavallo y su equipo avanzaron sin hesitaciones en otras áreas como
la privatización de las jubilaciones, según lo recuerdan
Giordano y Colina en el trabajo citado. Y que, además, mucho antes
de que el ex vicepresidente Chacho Alvarez firmara el decreto de desregulación
de las obras sociales sindicales, ese proyecto había sido enarbolado
por Cavallo a pesar de la resistencia de las conducciones gremiales.
Es probable que en sus recientes negociaciones con los gordos
de la CGT oficial, Domingo Cavallo le haya dado largas al tema, pero el
Proyecto Giordano no deja lugar a dudas: hay que terminar con la
cautividad de las obras sociales.
La hora de las prepagas
Si ayer fueron las AFJP y las ART, ahora parece haber llegado el momento
de las prepagas. Salvo que antes debe concentrarse el mercado, para otorgarle
la escala adecuada a los intereses del capital privado trasnacional.
Dice Giordano: La solución genuina a los problemas del sistema
de salud es crear mercados de reaseguros, donde las obras sociales y las
prepagas puedan delegar los riesgos más inciertos. En un
esquema universal, resultante de un imprescindible proceso
de concentración, ya que el modelo universal sólo
es viable en sistemas con grandes poblaciones.
La Argentina, constatan con gran sensibilidad social Giordano y Colina,
gasta en salud como un país del Primer Mundo, pero tiene una mortalidad
infantil que la empareja hacia abajo con países muy pobres de América
latina. Para solucionarlo hay que acabar con la irracionalidad y
mala administración del sistema variado, mixto, existente
hasta este momento, para unificar todos los financiamientos posibles (incluyendo
los recursos que las provincias destinan a la salud) en ese megasistema
universal que otorgaría la escala adecuada y, de paso,
un mercado de 25 mil millones de dólares anuales, en un Sistema
Nacional de Seguro de Salud, donde se garantice la competencia.
Y el ingreso de nuevas aseguradoras, naturalmente.
Es decir: las prepagas privadas nacionales y extranjeras.
A nivel legal, Cavallo no tendría grandes problemas para implementarlo
porque ya existe una ley de 1989 (la 23.661) que creó el Sistema
Nacional del Seguro de Salud con la intención declarada de constituir
un seguro social de alcance universal para procurar el pleno goce
del derecho a la salud de todos los habitantes del país bajo el
principio de solidaridad. Norma que no se aplicó y que, según
el propio Giordano, podría ser el marco legal para el sabroso contenido
asegurativo que él propone.
El megasistema, obviamente, tornaría inútiles las obras
sociales provinciales que hoy prestan servicios a más de dos millones
de afiliados y manejan más de mil millones de pesos por año.
¿Y quién conducirá realmente los hospitales públicos?
Según el documento de la Novum Millenium, es necesario cambiar
el mecanismo de financiamiento de los hospitales públicos desde
el subsidio a la oferta al subsidio a la demanda. Esto implica que las
provincias dejan de afrontar los costos de manutención de los hospitales
(salarios, gastos corrientes, inversiones) y utilizan esos recursos para
cubrir la cápita que permite asistir a los carenciados a través
del Sistema Nacional del Seguro de Salud.
Pero uno de los objetivos centrales es el PAMI. El Instituto de Jubilados
y Pensionados, que atiende a cuatro millones de personas y tiene un presupuesto
anual de 2400 millones de pesos, dejaría de actuar como proveedor
directo de servicios para permitir a los beneficiarios que opten por los
agentes del seguro que compitan en este segmento, dicen Giordanoy
Colina. Y continúan, con indiscutible transparencia: En lugar
de administrar centenas de contratos con muchos prestadores monopólicos,
los servicios deberían ser provistos a través de entidades
constituidas como seguros de salud operando en un ambiente competitivo.
A cambio de un valor capitado, estas entidades serían responsables
de la cobertura integral de las personas que opten por sus servicios.
El éxito del sistema, según Giordano y Colina, descansará
en el papel activo que asume cada jubilado cuando se le respeta
su derecho y su libertad a elegir, ya que así ejerce un poderoso
sistema de control de manera descentralizada y espontánea.
La publicación El médico del conurbano ironiza acertadamente
sobre esta falsa profecía: Imaginen ustedes a Don Gervasio
discutiendo las condiciones de su contrato prestacional con los ejecutivos
de HSBC. O a Doña Teresa reclamando por la falta de medicamentos
oncológicos ante los directivos del Grupo AETNA. O a Don Mario
solicitando por carta-documento al American International Group la entrega
inmediata de su prótesis dental.
Muy cerca de esas concepciones, la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich,
vieja conocida de Cavallo, ha dicho recientemente: El gobierno buscará
un mecanismo para poner rápidamente en marcha un nuevo sistema
para que cada empleado pueda elegir su prestador de salud.
Las facultades otorgadas por los legisladores a Cavallo previa absolución
de los sospechosos del Senado sumadas a leyes como la 23.661, que
estableció el Sistema de Seguro de Salud, amén de las descomunales
atribuciones del megaministerio social, preanuncian la magnitud de la
nueva privatización que se avecina. Ahora desde los supuestos marcos
del neokeynesianismo protector.
Entre las atribuciones otorgadas por diputados y senadores en la cuestionada
Ley de Competitividad figura, por ejemplo, el inciso G del
artículo primero que autoriza al Ejecutivo a derogar normas
de rango legislativo que afecten o regulen el funcionamiento de entes
descentralizados, empresas estatales o entidades públicas no estatales.
No hace falta una gran imaginación para suponer que este inciso
autoriza a pulverizar legalmente los actuales estatutos del PAMI. Y lo
hará, además, en nombre de la transparencia y la moralidad.
Dos pabellones que hoy en día cubren cualquier mercancía.
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