Por Gustavo Veiga
La política y el fútbol
tienen en común demasiadas cosas. Son imprevisibles, provocan adicción,
pueden explicar la historia de un país, a menudo se entrelazan
a través de personajes afines y necesitan escenarios multitudinarios
para alcanzar su clímax. Boca y River, en el umbral de cumplir
un siglo de existencia el club de Núñez festejará
su centenario el 25 de mayo próximo y su clásico adversario
dentro de cuatro años, se han legitimado en sus extensas
trayectorias como atractivos polos de poder. Sobre todo, desde que el
profesionalismo se instituyó en la Argentina, cuando nacía
su rivalidad y, al mismo tiempo, se extendía por el país
la popularidad de ambos. El lugar desmesurado que ocupa el fútbol
en la sociedad moderna no modificó un ápice la acostumbrada
vocación de trascender a la política que han tenido a lo
largo de casi cien años los hombres vinculados con los dos clubes
más convocantes.
La historia señala que hubo dirigentes de casi todas las fuerzas
partidarias. Radicales, peronistas, conservadores, socialistas y dóciles
marionetas de los regímenes militares. Unos hicieron su derrotero
desde el fútbol a la política y otros siguieron el camino
inverso. A su modo, jugaron un clásico muy argentino, donde todo
se confunde, donde un título de campeón vale más
que cien discursos para captar voluntades incautas.
Acaso haya sido Eduardo Sánchez Terrero, presidente de Boca entre
1939 y 1946, el primer directivo de uno de los dos grandes
que se tuteó con el poder. Su caso resulta curioso por un par de
razones. Antes de que accediera al máximo cargo en su institución,
había gobernado la AFA entre 1937 y 1938. Pero, además,
era el yerno del general Agustín P. Justo, con cuya hija se había
casado en 1927. Ese vínculo con quien sería presidente de
la Nación le permitió tener un peso considerable en el fútbol
de aquella época.
Mientras se mantuvo al frente de la AFA, Sánchez Terrero consiguió
hacer efectivo un decreto de 1936 por el cual Boca y River le arrancaron
al Estado los fondos suficientes para levantar sus estadios. Este funcionario
de la Aduana y de la Cámara de Diputados llegó a ser designado
socio honorario del club de Núñez debido a los servicios
prestados para la construcción del Monumental. En la década
del 30, River también tuvo un presidente en la AFA: Angel Molinari,
aunque sin la trascendencia de su par boquense.
La era de Armando y Liberti
Sus nombres están asociados con la idea del fútbol espectáculo.
Alberto José Armando y Antonio Vespucio Liberti, presidentes de
Boca y River, respectivamente, dos pesos pesado en los años 60,
se propusieron dar un golpe de efecto tras el fracaso futbolístico
que significó el Mundial de Suecia, en 1958. Contrataron a varios
jugadores extranjeros, a expensas de tesorerías que se resquebrajarían
con el tiempo. Ambos, además de las afinidades que caracterizaban
a sus proyectos deportivos, compartían su filiación política.
Los dos eran peronistas.
Armando, un empresario del rubro automotor que hizo el gran negocio de
su vida cuando en 1952 actuó de intermediario en la compra de 681
automóviles para la Policía Federal, adquiridos en Estados
Unidos, sufrió la persecución de la denominada Revolución
Libertadora. Fue investigado en más de cien oportunidades y tuvo
que desfilar ante los Tribunales en otras tantas. Liberti, un empresario
dedicado a la venta de bebidas alcohólicas y refrescos, abandonó
en forma transitoria la presidencia de River para hacerse cargo del Consulado
en Génova. Pero se vio involucrado en una causa por estafa y, con
el golpe del 55, terminó exonerado del servicio exterior
por un decreto de la dictadura que encabezaban Lonardi, Rojas y Aramburu.
El fallecido periodista Dante Panzeri le atribuyó al ex titular
riverplatense la frase creo en una sola pureza dentro de la vida:
la de los cigarros. Y a su par boquense, otra máxima que
ha quedado para siempre en el libro Burguesía y gangsterismo en
el deporte: Yo tengo derecho a cometer delitos, a propósito
de la citación de un juez del fuero correccional.
Armando y Liberti dejaron una impronta en el fútbol que nació
de la sintonía que establecieron los dos para llevar a cabo un
proyecto común, aquel que incorporó el concepto de espectáculo
al juego más popular entre los argentinos. El de Boca sobrevivió
al de River unos cuantos años más, que le bastaron para
reincidir en la política, aunque ya alejado del peronismo. El 11
de marzo de 1973, Armando no llegó al 3 por ciento de los votos
como candidato a gobernador bonaerense por la Alianza Republicana Federal
del brigadier Ezequiel Martínez, una fuerza afín al general
Alejandro Agustín Lanusse.
Entre quienes alguna vez habían sido dirigentes de los dos grandes,
hubo otros simpatizantes del justicialismo. El escribano Fernando Mitjans,
vicepresidente xeneize entre 1971 y 1972, llegó a ocupar los cargos
de interventor y presidente de la AFA durante un corto período.
Lo mismo sucedió con Baldomero Gigán, directivo boquense
entre 1946 y 1953 que asumió una AFA intervenida en 1973, mientras
se entonaba la marcha peronista. Fue depuesto por José López
Rega, de quien dependía por entonces la entidad que hoy conduce
Julio Grondona.
Dictadores y demócratas
Así como el general Justo es el militar que quedó más
asociado con la historia de Boca (concurría con asiduidad a ver
sus partidos durante la Década Infame), el vicealmirante Carlos
Alberto Lacoste es el hombre de armas que mantuvo los lazos más
fuertes con River, cuarenta años más tarde y mientras controlaba
el país la dictadura más oprobiosa que se recuerde. A partir
de 1976 se hizo su voluntad, no sólo en el club con el cual simpatiza,
sino en el fútbol en general. Fue el hombre del Mundial 78,
dispuso a su antojo millones de pesos del Estado cuando regenteaba el
EAM (Ente Autárquico Mundial) desde su vicepresidencia y hasta
colocó y sacó jugadores del seleccionado. Además,
nunca aventó las sospechas de su participación en un ataque
a balazos que le costó la vida al general Omar Actis, su antecesor
en el EAM 78.
La democracia provocó que se alternaran nuevamente en los gobiernos
de River y Boca militantes del justicialismo y el radicalismo, con representantes
de otros sectores políticos. Mientras que al peronista Hugo Santilli
(precandidato a intendente porteño por el menemismo y luego funcionario
del PJ durante la primera presidencia del riojano) lo sucedió en
la presidencia Osvaldo Di Carlo, un afiliado a la UCR; en Boca, al radical
Antonio Alegre lo acompañó durante su prolongado mandato
Carlos Heller, un hombre de la izquierda. En River, durante dos períodos
consecutivos, gobernó un ubicuo simpatizante de la Unión
Cívica Radical, Alfredo Dávicce. La expresión más
progresista que se presentó a elecciones en el club de Núñez,
el profesor Alfredo Bravo, quedó en el camino a fines de 1997.
Fútbol y política casi siempre van de la mano y, cuando
las dos instituciones más poderosas de nuestro medio se ponen a
defender sus intereses de abolengo, ocurre otro tanto (recuérdese
el voto calificado en los años 30 y la Liga Profesional de
los 90).
Aunque la rivalidad los torna irreconciliables, Boca y River se necesitan
mutuamente.
Macri va por el Congreso
Por G.V.
Las elecciones que River llevará a cabo en diciembre
y la eventual candidatura de Mauricio Macri a un cargo legislativo
por el PJ porteño en los comicios nacionales de octubre son
dos temas que darán material de sobra para las crónicas
periodísticas durante el año. Mientras que en Núñez
ya se abrió la campaña con el lanzamiento de José
María Aguilar a la presidencia, el máximo dirigente
boquense comenzó un período de licencia el miércoles
4 que le permitirá dedicarle más tiempo a la política.
La noche del martes en que Boca inauguró su museo de la pasión,
en la otra punta de la Capital, en un salón ubicado frente
al Cenard, Aguilar hasta ahora vocal titular de la CD riverplatense
oficializaba sus aspiraciones presidenciales. Allí estuvieron
hombres de la Alianza como Darío Lopérfido, Jorge
Enríquez vicepresidente de la Legislatura porteña
y Daniel Bravo, justicialistas como Luis Santos Casale, el intendente
de Hurlingham, Juan José Alvarez; el integrante de la CGT
oficial Cacho García y otros personajes como Julio Macchi,
ex titular de la Bolsa de Comercio, el juez del fuero Penal Económico
Carlos Liporaci y el doctor Agricol de Bianchetti, asesor letrado
de la AFA. El candidato también recogió las adhesiones
de Aníbal Ibarra, Luis Brandoni y Rafael Romá.
En su camino desde el fútbol hacia una banca en el Parlamento,
el ingeniero Macri mantiene sus aspiraciones en silencio. Sin embargo,
a nadie escapa que le dio otra dinámica a su relación
con el PJ, y sobre todo aquel sector que siempre lo tentó
con un lugar en sus listas: el menemismo de la más pura cepa.
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River
tiene once, Boca todavía no
Carlos Bianchi no confirmó el equipo titular para esta tarde,
pero Gallego admitió que sus titulares son �los que dio el periodismo�.
A las 17.10, por TyC Max.
Riquelme
y Astrada durante el último superclásico oficial.
Habrá emisarios del Barcelona observando a Riquelme
y Saviola.
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Se acabó la cháchara,
ahora es de verdad. Por los puntos. Boca le ganó tres superclasiquitos
a River entre enero y febrero, pero eso ya no tiene importancia. Esta
tarde se juega el primero del año que realmente vale la pena. En
La Bombonera, donde hace casi siete años que River no gana por
el torneo oficial. Con el arbitraje de Héctor Baldassi, que tras
dos años en Primera dirige por primera vez un partido de esta magnitud.
Con una actualidad diferencia, entre un River puntero en solitario y un
Boca que trastabilló en el arranque del torneo y que, diez puntos
detrás de su tradicional rival, busca recuperación. Por
los tres puntos, por la auténtica gloria que no conduzca a Devoto.
El técnico de Boca, Carlos Bianchi, no confirmó el equipo,
por lo que aún no se sabe si Clemente Rodríguez o Facundo
Imboden jugará como marcador lateral izquierdo. Durante la práctica
de ayer por la mañana, la última antes del superclásico,
que duró alrededor de una hora y media y se realizó en el
predio de Casa Amarilla, los dirigidos por Bianchi efectuaron trabajos
de poca exigencia y luego jugaron un partido informal de quince contra
quince, mezclados los titulares con los suplentes.
Una vez finalizado el entrenamiento, tanto los jugadores como el cuerpo
técnico se retiraron del predio sin efectuar declaraciones rumbo
al Hotel Los Dos Chinos, lugar de concentración del equipo de la
Ribera, donde permanecerán hasta hoy a las 14.
En Núñez, Américo Rubén Gallego confirmó
los once titulares de River para el superclásico. El equipo
titular es el que ya salió en todos lados, aseguró
el entrenador. El banco de suplentes estará integrado por Roberto
Bonano, Ariel Garcé o Javier Gandolfi, Víctor Zapata, Nelson
Cuevas y Fernando Cavenaghi o Diego Barrado.
Los 18 jugadores del plantel profesional que quedaron concentrados el
viernes en las instalaciones del estadio se entrenaron ayer por la mañana
por espacio de una hora y media en la cancha principal del Monumental.
En un clima distendido, los jugadores realizaron movimientos livianos,
trabajos con pelota y fútbol en espacios reducidos, todo bajo la
atenta mirada del entrenador.
Luego de la práctica uno de los referentes del equipo, Hernán
Díaz, se refirió al partido de hoy. Creo que somos
privilegiados en poder participar en una fiesta tan importante como un
superclásico, dijo. En cuanto al planteo táctico,
explicó: Tenemos que hacer nuestro mejor juego y tomar las
precauciones necesarias para controlarlos porque ellos son un buen equipo.
Ganar sería un envión anímico importante,
admitió Díaz, al tiempo que precisó: Los milagros
a veces se dan y mañana (por hoy) puede pasar, en referencia
a la paternidad que viene manteniendo el equipo de Bianchi.
De hecho, River cumple hoy 2310 días sin poder ganar en La Bombonera,
donde su más reciente éxito data del 11 de diciembre de
1994, cuando venció por 3-0 con goles de Enzo Francescoli, Marcelo
Gallardo y Ariel Ortega. En el último clásico, igualaron
1-1 el 15 de octubre pasado, por el torneo Apertura, en cancha de River,
con goles de Javier Saviola y Martín Palermo.
Luego de 70 años de enfrentamientos en el profesionalismo, y 167
partidos, Boca supera a River por 61 victorias contra 56, con 50 empates,
y también lo aventaja en goles: 233 contra 220.
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