Por
Juan José Panno
A los 15 minutos del segundo tiempo, la hinchada de River rompió
su silencio y cantó: Movete River movete/movete dejá
de joder/que esta hinchada está loca/hoy no podemos perder.
Se habían dado cuenta de que estaba todo oscuro; veían que
Costanzo recibía cada vez más visitas de compañeros
y rivales; observaban que Abbondancieri se aburría; sentían
que la idea de jugar de contraataque no andaba; escuchaban que la hinchada
de Boca cantaba, convencida de que había llegado la hora; suponían
que toda la estructura que había armado Gallego para aguantar se
rompía en mil pedazos; sufrían la levantada de Riquelme;
ponían en la balanza que ellos eran un desastre y los otros se
agrandaban; temían que en cualquier momento llegara el gol de Boca.
Y así fue. Hay que contarlo en presente.
A los 22 minutos lo barren a Riquelme por la izquierda. Tiro libre. Patea
Riquelme, la sacan, recibe Ibarra por el otro lado, engancha, amaga, busca
el hueco para tirar y lo encuentra, busca el arco con un zurdazo alto,
lo encuentra, Costanzo la toca, pero no alcanza, la pelota explota en
la red y la Bombonera revienta con el grito tan esperado.
Fue el golpe de nocaut del boxeador que iba ganando la pelea a lo Monzón,
por demolición. River se levantó del piso, pero no mucho
porque enseguida llegó el segundo gol. Avanza River a la desesperada,
tirando golpes sin medir las distancias, exponiéndose al contraataque
y al papelón. Rechaza Traverso. Pifiado. Una pifiada con suerte
porque la pelota le cae a Delgado. Clemente Rodríguez se aviva
y sale disparado por una diagonal hacia el sur. Delgado lo espera y le
juega la pelota a las espaldas de Sarabia en el área, sale Costanzo,
Rodríguez lo gambetea, Costanzo lo toca, Baldassi cobra el penal,
Riquelme lo patea bajo a la derecha del arquero, el arquero adivina y
rechaza, la pelota se levanta y va para el otro lado, Riquelme hace con
la cabeza lo que no había podido con el pie, manda la pelota a
la red.
El tiro de remate tiene poca gracia.
Penal de Hernán Díaz que lo agarra tontamente a Guillermo.
Tira Guillermo, fuerte, a la izquierda de Costanzo.
Tres
a cero. Como no lo imaginaba ningún hincha de River; como lo soñaban
pocos fanas de Boca: 3 a 0, como el último partido en la Bombonera,
por la Copa Libertadores; 3 a 0, como en la noche de Maradona en el 81;
3 a 0 con goles en un solo tiempo, como en los casos anteriores; 3 a 0
que para un clásico es goleada y provoca intensas sensaciones de
amor y odio según desde donde se lo mire. El odio de los hinchas
de River está concentrado en una sola persona: Américo Rubén
Gallego. Dicen que contra Boca se asusta y les transmite sus miedos a
los futbolistas; dicen que hizo un planteo medroso (de otro modo lo dicen,
claro); dicen que tenía que haberlo puesto antes a Cuevas; dicen
que es mufa y si se les pone fichas capaz que los hinchas terminan diciendo
cualquier barbaridad.
¿Gallego tiene la culpa de todo? ¿También de que
a algunos jugadores de River les quemara la pelota? ¿Tiene la culpa
Gallego de que Riquelme y Pérez la rompieran? ¿Tiene la
culpa de que Ortega no se pusiera el equipo al hombro, como se necesitaba?
¿Tiene la culpa de que Boca jugara su mejor partido del año?
No habrá que cargar toda la responsabilidad sobre las espaldas
del entrenador, pero es cierto que antes y durante el partido dio muestras
de un exagerado nerviosismo que puede interpretarse como susto. Gallego
especuló con que todo el partido se diera como el primer tiempo
(parejo, con dominio de Boca, pero situaciones de gol repartidas), pensando
que el cero a cero era un resultado conveniente. Le salió para
el diablo. Nadie se banca una derrota en un Superclásico, pero
mucho menoscuando al equipo propio le falta coraje y el contrario termina
toqueteando y abrocha la jornada con un par minutos seguidos de humillante
ole.
Boca, enfrentó este clásico como una final de campeonato;
se creyó eso de la paternidad y, aunque tomó precauciones,
fue al frente como no lo hizo su adversario. Tuvo seguridad en el arco;
orden en el fondo; presencia en el medio campo y dos jugadores fundamentales
en tres cuartos de cancha: Pérez, que jugó como un veterano,
y Riquelme, que en el segundo tiempo la rompió, la hizo de goma.
River también quedó roto, hecho de goma.
El
Topo Romy
Juan
Román Riquelme festejó su gol con una rareza frente
al palco del presidente del club, Mauricio Macri, con quien está
enemistado. Primero, ejecutó un penal que atajó Costanzo,
pero aprovechó el rebote y puso de cabeza el 2-0. Después,
corrió evitando los abrazos de sus compañeros y con
un saltito bufonesco se plantó frente al palco presidencial
y llevó sus manos a sus oídos dijo que quiso
imitar al Topo Gigio y desafió al máximo dirigente.
No habló, pero con el gesto intentó decir: Escuchá,
Macri, escuchá cómo todos gritan mi nombre.
Por la tarde, el dirigente-tesorero Orlando Salvestrini había
comentado no sin ironía: Riquelme tiene dos alternativas:
aceptar la oferta del Barcelona y asegurar el futuro de su familia,
sus hijos y sus nietos, o quedarse en Boca. Si se quiere quedar
en Boca, bienvenido sea. Tras el triunfo, el que también
dejó su mensaje fue Bianchi: El mejor elogio que puedo
hacer de Román es pedir que no se vaya de Boca.
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EL
UNO POR UNO DEL DERROTADO RIVER
Apenas
Costanzo y Astrada
Por
Adrián De Benedictis
Costanzo (6): sigue mostrando su falta de experiencia. Dudó mucho
en las salidas, y se apuró cuando tenía que habilitar a
un compañero en las salidas. En gol de Ibarra se lo vio falto de
reacción. A su favor: le sacó un derechazo a Pérez
en el primer tiempo, y le ganó un mano a mano a Delgado.
Díaz (4): se lo vio demasiado acelerado. No se proyectó
con criterio por su lateral, y abusó de los pelotazos para los
delanteros. Tuvo muchos problemas para controlar a Barijho, y tampoco
resolvió con acierto cuando debía detener los avances de
Rodríguez.
Ayala (5): estuvo correcto cuando esperaba en la puerta del área,
pero cometió muchas infracciones cuando salía a cortar a
la mitad de la cancha. No pudo parar a Riquelme cada vez que lo encaraba
de frente. Recién cuando River estaba en desventaja fue a buscar
de arriba al área de Boca.
Yepes (5): no se entendió nunca con Sarabia, y cada vez que salía
a cortar sobre la izquierda lo hacía con infracción, porque
llegaba a destiempo. En su única incursión ofensiva, estuvo
cerca de convertir pero su remate lo tapó Abbondancieri.
Sarabia (4): no se proyectó nunca por el lateral izquierdo y casi
no pasó la mitad de la cancha. El paraguayo transmitió inseguridad,
y mostró sus limitaciones en el momento de manejar la pelota. Fue
superado siempre por Delgado y Pérez.
Pereyra (4): estuvo perdido en el puesto de volante por derecha. No sabía
si quedarse o pasar al ataque, y su tarea fue intrascendente. En algunas
jugadas se superpuso con Astrada en el medio. El equipo sintió
mucho la falta de Coudet.
Astrada (6): intentó sacar al equipo de su campo, pero cuando tenía
que descargar no encontraba a nadie. Por momentos tuvo que convertirse
en el conductor de River. En muchas ocasiones perdió las espaldas
ante los volantes de Boca.
Alvarez (4): el más flojo del conjunto visitante. No se juntó
nunca con Ortega, y se estacionó sobre la izquierda casi sin participar
del juego. Se lo vio demasiado contenido, y desaprovechó varios
contrataques por su lentitud. En el gol de Ibarra, siguió de largo
en el enganche del defensor de Boca.
Ortega (5): no logró desequilibrar como en otros partidos. En lugar
de tocar rápido, esperó demasiado y terminó perdiendo
con algún marcador de Boca. Se lo vio fastidioso cuando las cosas
no le salían, y desperdició las pocos contrataques que tuvo
su equipo.
Saviola (5): su tarea fue de mayor a menor. Cuando enganchaba y salía
rápido logró superar a sus rivales, pero luego se dejó
anticipar y no tuvo influencia en el ataque de River. Sobre el final,
casi convierte de cabeza pero la pelota se fue por arriba del travesaño.
Cardetti (4): falló en lo que mejor sabe hacer, la definición.
Primero perdió un mano a mano con Abbondancieri, y después
un derechazo se fue al lado del palo. Se movió lejos del área
de Boca, y pegó una patada de atrás que le costó
la expulsión.
LA
ACTUACION INDIVIDUAL DE LOS JUGADORES DE BOCA
Riquelme
y Pérez fueron los más notables
Por
Facundo Martínez
Abbondancieri (7): no tuvo mucho trabajo ni debió exigirse
porque River, salvo en el primer tiempo,
no llegó con claridad a su arco. Salvó el cero cuando le
tapó con el cuerpo, a los 38 minutos, un remate de media vuelta
a Yepes; a los 75 contuvo un tiro libre de Ortega.
Ibarra (6): durante la primera mitad prácticamente no pasó
al ataque, aunque estuvo firme en la marca. En el complementario se soltó
y ayudó a empujar al equipo hacia adelante. Hizo el primero de
Boca, un golazo.
Bermúdez (6): mostró oficio y resolvió bien cuando
debió afrontar las complicaciones que les presentaron Cardetti
y Saviola, en la primera mitad. Después, al igual que sus compañeros,
no fue exigido. En ningún momento abusó del juego brusco
para ganar la pelota.
Matellán (7): por la entrega, la limpieza y la tranquilidad, jugó
un gran partido. Fue el más sólido de la línea defensiva.
Le cubrió bien las espaldas a Clemente Rodríguez y tuvo
precisión a la hora de sacar la pelota de su área. También
ganó en el juego aéreo.
C. Rodríguez (6): comenzó flojo y nervioso, y tardó
un cuarto de hora para hacer pie y abandonar los errores. Intentó
ser alternativa en la ofensiva, pero recién en el complementario
lo consiguió. Hizo una corrida espectacular en una contra, junto
a Delgado, y obligó al arquero Costanzo a cometerle un penal, que
terminó en el segundo tanto de Boca.
Pérez (7): fue fundamental en el manejo de la pelota y se las ingenió
para complicar a los rivales con un buen traslado de la pelota. También
fue protagonista a la hora de cortar el circuito ofensivo de River. A
los 5 casi abre el marcador con un remate violento, pero Costanzo
logró sacar la pelota al corner. Perdió quizás precisión
sobre el final. Fue reemplazado por Gaitán.
Serna (6): dominó claramente en el mediocampo y se las arregló
bien contra Ortega cuando éste se tiró hacia su sector.
Bien en la marca y en la salida del equipo.
Traverso (6): en la marca fue el más sacrificado del equipo. No
tuvo protagonismo en el ataque, pero colaboró constantemente para
recuperar la pelota. Si bien no brilló, mostró un alza importante
en su rendimiento.
Riquelme (8): el juego brusco de los primeros minutos lo desdibujó
un poco, pero su presencia fue clave en las situaciones más claras
del equipo. Creció en la segunda mitad y fue el mayor responsable
de la victoria, porque jugó muy bien e hizo jugar a sus compañeros.
Mostró varias veces sus joyitas, dejando a uno, dos y tres jugadores
de River por el camino. Marró un penal, pero del rebote hizo el
segundo gol.
Delgado (5): su virtud fue estar siempre visible, aunque le costó
demasiado desequilibrar. Lo mejor fue su participación en el contraataque
en el que Rodríguez forzó el penal de Costanzo.
Barijho (5): en el área casi no existió. Jugó más
para sus compañeros. Se retrasó varias veces y soportó,
sin que su carácter irascible lo traicione, los arrebatos de violencia
de los centrales Yepes y Ayala, con los que perdió más de
lo que ganó.
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