Podría
haber una tregua por razones religiosas, pero no. En momentos en que los
judíos comienzan a celebrar el Pesaj (la huida del pueblo hebreo
de Egipto hacia la Tierra Prometida) y los cristianos, excepto los ortodoxos,
conmemoran el Domingo de Ramos (cuando Jesús entra a Jerusalén),
la violencia no cesa entre Israel y la Autoridad Palestina. Disparos de
obuses palestinos hacia Israel, un ataque israelí a un cuartel
de Al Fatah (el partido del líder palestino Yasser Arafat) y un
palestino asesinado por su supuesta colaboración con Israel completan
un día para que Dios se apiade de los hombres.
La jornada comenzó con disparos de obuses desde territorio palestino
hacia un puesto militar israelí en la franja de Gaza. Los disparos
no causaron víctimas. A las pocas horas, en la ciudad palestina
de Tulkarem (Cisjordania), las fuerzas de El Assifa, integrantes de Al
Fatah, mataron a un hombre de 40 años en su tienda, y que según
informes palestinos habría colaborado con la inteligencia israelí.
Después, el Ejército israelí disparó varios
cohetes contra una oficina de Al Fatah y contra un puesto de policía
en el norte de la franja de Gaza, hiriendo a cuatro civiles y un policía,
según un responsable de seguridad palestino. Aunque haya funcionado
como respuesta al ataque palestino, se trata de una política de
más largo aliento de las fuerzas israelíes de lanzar ataques
selectivos contra las propias fuerzas de seguridad palestinas, a quienes
consideran responsables de la espiral cada vez más violenta de
la Intifada actual.
Israel, ahora gobernada por un premier con fama de duro como Ariel Sharon,
ha sido criticada hasta por su principal aliado, Estados Unidos, por estos
atentados selectivos. Más críticas aún levantaron
en todo el mundo la decisión israelí de ampliar con 700
nuevas viviendas las colonias judías dentro de territorio palestino.
Sharon salió a defender la medida: se trata de responder al
crecimiento natural de las poblaciones.
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