A veces
es difícil distinguir entre tres actitudes. Si alguien se
hace el bruto para ocultar que es fascista. Si aparece como un fascista
para disimular que se dedica al contrabando de armas. O si actúa
de todo eso a la vez porque sencillamente está en su naturaleza
y porque atacando es como mejor se defiende al jefe. Al Jefe.
Karim Yoma está tan irritado por la detención de su
hermano Emir que ayer, por radio, dijo: Lo de Ana Frank, esta
chiquita judía que fue perseguida por los nazis, me parece
que fue un jueguito de nenes al lado de la persecución que
se llevó a cabo por políticos de distintos partidos,
incluso del mismo peronismo, echándole el agua encima a los
Yoma.
¿Sabrá Karim Yoma quién fue Ana Frank? Aquí
van algunos datos. Nacida en 1929 en Frankfurt, Annelies Marie Frank
se trasladó a Amsterdan acompañando a su padre Otto,
su madre y su hermana. Cuando los nazis ocuparon Holanda y ante
el peligro de ser deportados, los cuatro decidieron esconderse junto
con otros cuatro judíos en un anexo secreto ubicado en los
fondos del negocio. Permanecieron ocultos y a salvo durante dos
años, pero el 4 de agosto de 1944 la Gestapo los descubrió
y los envió a Auschwitz, de donde las chicas fueron trasladadas
al campo de BergenBelsen. No lograron sobrevivir. En marzo de 1945,
poco antes de la derrota nazi, sucumbieron a una epidemia de tifus.
Poco después los amigos de Otto, el único de la familia
que quedó vivo por su esposa también murió,
encontraron en la casa de Amsterdam el hermoso diario que Ana escribió
en su cautiverio.
Por cierto, Ana ni siquiera tuvo oportunidad de traficar armas,
deberle dinero al Estado gracias a préstamos logrados por
amistad con las autoridades ni constituirse en la operadora predilecta
del gobierno holandés. Pero eso no es lo más importante,
y palidece ante el hecho de que fue perseguida y llevada a la muerte
como parte de la carnicería sistemática más
horrorosa que vivió la Humanidad en su historia. Obviamente
no cometió ningún delito, y obviamente ni siquiera
fue puesta ante una mera parodia de juicio.
A Karim Yoma le hubiera quedado solo una línea de defensa
política seria. Podría haber dicho que su hermano
Emir no pudo haber sido el jefe de una asociación ilícita
con mando sobre Oscar Camilión y Guido Di Tella cuando, en
todo caso, solo podría haber actuado por delegación,
siguiendo órdenes estrictas de la Presidencia. Pero eso hubiera
enfrentado a Karim con Carlos Menem, y entonces prefirió
ensuciar a la víctima más simbólica del Holocausto,
trivializando la masacre hasta transformarla en un jueguito de nenes.
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