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El Gobierno sospecha que hay una operación pero no sabe cuál es

En la Rosada creen que la decisión sobre Yoma es una jugada política pero no entienden quién la promovió. �Nosotros no�, aclaran.

Por Fernando Cibeira

El Gobierno todavía no encontró la posición que quiere ocupar en la causa por la venta de armas que involucra al núcleo del poder del menemismo. Ante la indefinición se optó por el silencio y el viceministro de Justicia, Melchor Cruchaga, volvió a ser el único funcionario que se animó a decir algo. Es más, lo que prevalecía en algunas oficinas de la Rosada era cierto desconcierto al comprender que se estaba frente a una resolución judicial que tiene mucho de maniobra política pero que, al mismo tiempo, no saben de dónde viene. “Somos conscientes de que estas cosas no surgen solas, pero no logramos comprender quién la maneja. Nosotros seguro que no”, explicaba un vocero de gobierno. Con todo, aseguraban que –por ahora– no había inquietud por las posibles derivaciones de la causa.
Una de las razones que esgrimían en Gobierno para la falta de posición era la prudente reacción de Carlos Menem ante el sorprendente cariz que tomó la investigación. “Sus declaraciones fueron correctas”, evaluaba ayer un funcionario. Menem no habló de persecución política en su contra y pidió que se dejara actuar a la Justicia, dos ítem que fueron bien ponderados cerca del presidente Fernando de la Rúa.
El cuidado de Menem motivó una reacción similar de parte del Gobierno, amén de la buena relación que han venido cultivando el Presidente y su antecesor durante las últimas semanas. “Si Menem hubiera hablado de una maniobra política probablemente habríamos salido a criticar la corrupción de su gobierno, pero como no lo hizo no tenía sentido que lo atacáramos”, respondía el funcionario.
En alguna oficina de la Rosada creían ver detrás de la resolución del juez federal Jorge Urso una posible interna de sectores del justicialismo. Pero, al mismo tiempo, admitían que no contaban con elementos para sostener esa presunción. “No somos ingenuos, sabemos que una medida como la que tomó el juez no sale de la nada. Pero, la verdad, acá se tomó con desconcierto. Nadie sabe de dónde viene”, admitía un vocero de la Rosada.
Del desarrollo de la causa –y principalmente luego de las últimas declaraciones del ex ministro de Defensa, Oscar Camilión (ver página 5)– aún pende la amenaza de que también pueda quedar involucrado el ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien les puso su firma a los decretos de venta de armas, al igual que Menem. Un problema judicial de Cavallo sería lo último que podría esperar el Gobierno, pendiente como está de la retardada reactivación económica que en gran medida depende de que se calmen las turbulencias en los mercados.
Sin embargo, ese temor todavía no había prendido en la Rosada. Ni, creían, en el Ministerio de Economía. “Hoy hubo reuniones de parte del gabinete con Cavallo y de miembros del equipo económico entre sí y sé que de ese tema ni se habló”, respondía el funcionario ayer por la tarde. “Acá todavía no se ve como un problema real que Cavallo quede pegado en el tema de las armas. Además, él se muestra totalmente despreocupado”, sostenía el hombre del Gobierno que no quería ni imaginar qué podría suceder en caso de una complicación. “Si esto está así ahora, no quiero ni pensar con Cavallo detenido”, bromeaba.

 

 

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