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Las gemelas vendidas por Internet vuelven a EE.UU.

La Alta Corte de Londres dictaminó que las bebas de 9 meses que son víctimas de una pelea internacional no sean entregadas a los padres adoptivos británicos y vuelvan a su país de origen.

Página/12
en Gran Bretaña

Por Marcelo Justo
Desde Londres

Entre el circo mediático internacional y la Justicia intercontinental, el drama de las gemelas “vendidas” por Internet dio un giro decisivo ayer. Un juez de la Alta Corte de Londres dictaminó que las bebas de nueve meses deben ser restituidas a su lugar de origen en Estados Unidos hasta que la Justicia determine su futuro. En una manifestación más del exhibicionismo que ha rodeado el caso, la madre adoptiva británica de las niñas, Judith Kilshaw, abandonó la sala donde el juez leía los fundamentos del fallo, enfrentó a los periodistas y a llanto pelado gritó que no había justicia y que la estaban acusando de mentir. Mientras tanto, entre argumentos legales y flashes de cámara, las gemelas ya han cambiado cuatro veces de padres o custodia legal, otras tantas de residencia y hasta dos de nombre en sus escasos nueve meses de vida.
Los polémicos Alan y Judith Kilshaw solicitaban a la Alta Corte inglesa que les restituyesen a las gemelas que se encuentran bajo custodia de los servicios sociales británicos desde el 18 de enero, cuando intervinieron para protegerlas de la “explotación mediática” a que estaban siendo sometidas. Según la declaración hecha pública por el juez Kirkwood que entiende en la causa, “esta corte cree que no sería apropiado para el bienestar de las gemelas devolverlas al señor y la señora Kilshaw” y que “los preparativos para su traslado (a los Estados Unidos) son y serán confidenciales”. La galesa Judith Kilshaw, que llevó la voz cantante en esta mezcla de tragedia cibernética y teleteatro mediático, dio una fundamentación distinta a sus derechos. “Son todos unos mentirosos y los odio”, dijo a la prensa.
La historia tiene múltiples protagonistas y se remonta a poco después del nacimiento de las bebas, cuando la madre natural Tranda Wecker, de 28 años, se puso en contacto con la agencia A Caring Heart, que promociona la adopción de bebés por Internet a parejas que se avienen a pagar una suma por sus servicios. Los 6 mil dólares que ofreció en setiembre un matrimonio californiano, Richard y Vicky Allen, resultaron una oferta tan tentadora que la madre natural decidió entregarles las bebas mientras hacía los trámites correspondientes. Cuando dos meses más tarde apareció una oferta por el doble de dinero de los Kilshaw, Tranda Wecker fue a la casa de los Allen y con el ardid de que quería despedirse de ellas se las llevó para entregárselas a los británicos. Como en una película de acción de Hollywood, los Kilshaw se dieron a la fuga automovilística para inscribir a las bebas con los nombres de Belinda y Kimberley en Arkansas, el estado con regulaciones más laxas en la materia, y escapar de la persecución que habían emprendido parientes de los Allen. Poco después de su llegada a Gran Bretaña y en medio de las peleas vía satélite de los padres adoptivos británicos y los estadounidenses, los servicios sociales intervinieron y se abrió un paréntesis legal.
Las complicaciones legales de la historia no iban a la zaga de las psicológicas. El caso pertenecía a dos jurisdicciones (Estados Unidos y Gran Bretaña) y las niñas eran reclamadas por dos parejas de padres adoptivos (los Kilshaw y los Allen), a los que, para más confusión, pronto se añadieron la madre y el padre natural (los Wecker). El 6 de marzo la Corte de Arkansas dictaminó que la adopción de los Kilshaw era inválida porque para realizarla la pareja tendría que haber residido en el estado durante 30 días. Los Kilshaw apelaron el dictamen ante la corte estadounidense, pero su competencia, los Allen, no pudieron aprovechar esa repentina ventaja y quedaron fuera de la carrera cuando el padre, Richard, fue acusado de acoso sexual por dos baby sitters. Ahora, el fallo de la Alta Corte de Justicia de Londres asesta un golpe demoledor para las aspiraciones de los Kilshaw. En su dictamen, el juez Kirkwood señaló que las bebas debían regresar a Missouri, de donde son sus padres biológicos, que están separados y que han solicitado a la Justicia que les restituya la custodia de las niñas. El Estado quedaría a cargo de las gemelas hasta que las cortes y los servicios sociales estadounidenses decidan su futuro. Este parecería ser el curso casi inevitable de esta historia, salvo que los Kilshaw, célebres por su obstinación y perseverancia, decidan apelar ante la Cámara de los Lores, última instancia de la Justicia británica. Ayer, para mantener el suspenso, indicaron que estaban considerando esa posibilidad.

 

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