Goce,
desazón, bronca, emoción, el resplandor de un horizonte
iluminado y las perspectivas de un abismo del cual no se divisa todavía
el fondo. Esto y mucho más es lo que produjo en sensaciones,
nada más el resultado de un partido de fútbol. Es
cierto que no era un partido más, era un Boca-River, con todo lo
que conlleva. Noventa minutos que modificaron, como en un cambio de escenografía
que indica el paso de un acto a otro, la expectativa y la temperatura
de lo que se viene.
Dejando de lado lo que pasó en la cancha, hay coincidencia en que
Boca ganó bien, porque lo que importa es lo que se viene, especialmente
para River, que sigue puntero del Clausura (les lleva dos a San Lorenzo,
tres a Talleres), pero es un líder con el alma erosionada después
del duro tropezón del domingo.
Se comenta que Gallego no llega al miércoles y algunos
dirigentes ya hablaron con Passarella, fueron los rumores que se
escuchaban en los alrededores del vestuario que River ocupó en
la Bombonera. Gallego pidió perdón (a los hinchas consecuentes,
por la derrota) y dijo que no renuncia, pero nadie sabe si sobrevivirá
en su puesto a esta nueva caída, pese a mantener a su equipo en
la punta. El partido de mañana ante Argentinos Juniors parece accesible,
pero una victoria seguramente no borrará de la mente de los más
recalcitrantes hinchas de River la caída ante Boca. Para algunos
ni siquiera la obtención eventual del Clausura compensará
la decepción acumulada.
En el otro frente, la victoria de Boca no sólo sirvió para
el regocijo propio, sino también para el ajeno. San Lorenzo y Talleres
habían hecho lo suyo la noche del sábado ganándoles
a Colón e Independiente, respectivamente (los rojos todavía
se están acordando de Juan Pablo Pompei por el gol que le anuló
a Diego Forlán), y ayer vibraron con lo que pasaba en la Bombonera
y festejaron tanto como los boquenses la caída del equipo de Gallego.
A nueve fechas del final del torneo, River vuelve a estar al alcance de
la mano e ilusionarse con el campeonato no suena tan descabellado, aunque
claro está que ambos ya jugaron su respectivo partido ante el puntero.
Arriba la cosa pinta bien en cuanto a emociones y lucha por venir
y en la parte baja de la tabla (en la tabla normal, la de todos los domingos,
no la de los promedios) al menos se deberá hablar de sorpresa.
Para Vélez y Lanús los años 90 parecen haber quedado
muy lejos. Los de Liniers perdieron ante Chacarita, ocupan actualmente
la penúltima posición y ya despacharon un técnico.
Los del Sur, pierden y empatan más de lo que ganan y por eso marchan
últimos. Veira cruza los dedos y espera que se revierta la racha
diabólica
En la otra tabla, la más acuciante, esa que en junio te dirá
si te fuiste a la B, la lucha sigue siendo cruel y mucha. Almagro empató
con Gimnasia en La Plata, pero no puede despegarse definitivamente de
Los Andes, que quedó en el fondo tras la estrepitosa goleada (1-4)
que le propinó Central en Lomas de Zamora. Un poco más arriba,
Belgrano parece ser fija para jugar la Promoción, especialmente
después de actuaciones como las del sábado ante Newells
en Rosario (cayó 4-1), mientras que Argentinos, Estudiantes, Lanús
y Racing, tan irregulares y proclives a una racha negativa, aparecen como
los candidatos a ocupar la otra plaza para jugar con dos equipos de la
B Nacional.
En fin, todo vale para hoy sólo para hoy. Esta noche y mañana
se juega una nueva fecha y de pronto el panorama se puede modificar, y
el domingo otra vez: el ritmo de la competencia pone todos los juicios
entre paréntesis.
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