Por Martín Granovsky
Lo hecho, bien hecho está,
dijo ayer por la tarde Adalberto Rodríguez Giavarini en rueda de
prensa. Hablaba del voto del año pasado condenando a Cuba en la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Cuando los
periodistas quisieron saber si la Argentina repetiría ese voto,
el canciller aclaró que sólo estaba hablando de 2000 y no
de 2001. Sin embargo, el indicio es claro: ¿por qué el Gobierno
cambiaría su voto cuando está de acuerdo con él?
Falta sólo una semana para la votación. Se producirá
el 18 en Ginebra, o a lo sumo el 19, y a pesar de la cercanía ni
el presidente Fernando de la Rúa ni Rodríguez Giavarini
bajaron instrucciones a los diplomáticos ni dejaron trascender
la decisión al resto del Gobierno. Algo es seguro: al nuevo hombre
fuerte, Domingo Cavallo, le encantará votar en sintonía
con los Estados Unidos.
El año pasado, De la Rúa resolvió continuar con la
forma de votar de Carlos Menem y Guido Di Tella, que a su vez habían
desmontado el voto abstencionista dispuesto a comienzos de la democracia
por el gobierno de Raúl Alfonsín.
En la Unión Cívica Radical y en el Frepaso habían
expectativas de volver al voto por la abstención, pero en un movimiento
sorpresivo De la Rúa y Rodríguez Giavarini decidieron seguir
con el voto menemista. Su argumento quedó reforzado, en esa instancia,
por la coincidencia con Chile. Y a su vez, en Chile, la compañía
argentina resultó vital para la presentación interna del
voto dentro de la Concertación, sobre todo ante los socialistas.
Este año esa sociedad no podrá mantenerse, porque Chile
no integra el plantel 2001 de la Comisión de Derechos Humanos,
donde algunos miembros se renuevan.
Del resto de los latinoamericanos, el voto previsible que pudo reconstruir
Página/12 tras una consulta en medios diplomáticos podría
quedar como sigue:
Brasil repetiría la
abstención, que es su actitud tradicional en materia de derechos
humanos.
México también
se abstendría. Su tradición de voto fue siempre procubana,
pero en el 2000 el gobierno, que aún estaba en manos del Partido
Revolucionario Institucional, varió hacia la abstención.
Ahora parece muy difícil que el presidente Vicente Fox y el canciller
Jorge Castañeda modifiquen el sufragio. Ninguno quiere regresar
al voto procubano, pero nada permite calcular qué ganaría
México si pasa violentamente a un voto anticubano.
Perú votaría
por la abstención. En el 2000 el presidente Alberto Fujimori coincidió
con Cuba, aunque no por motivos ideológicos: sólo quiso
impedir una resolución que pudiera copiarse si la Comisión
decidiera investigar la situación de los derechos humanos bajo
su régimen.
Ecuador se abstendría.
Colombia completaría
el pelotón de los abstencionistas.
Costa Rica votaría a
favor de la resolución impulsada por los Estados Unidos. Esa es
su tradición.
Guatemala también votaría
siguiendo la inspiración del Departamento de Estado.
Cuba, claro, votaría
en contra del proyecto de resolución que la condena.
Y Venezuela, donde el presidente
Hugo Chávez aparece como el principal aliado diplomático
de La Habana en la región, acompañaría a Fidel Castro.
Queda la incógnita uruguaya.
El presidente Jorge Batlle oscila entre la abstención y el voto
a favor de los Estados Unidos, aunque las apuestas entre las cancillerías
del continente se inclinan a la segunda variante.
Una chance de cambio, para la Argentina, podría producirse si el
proyecto de resolución se transforma de manera sustancial. Pero
eso no ocurrirá. Por lo pronto, el país que presenta el
proyecto simpático aWashington es el mismo, la República
Checa. Y además, por lo que este diario pudo establecer, el texto
es muy parecido al de 2000. En un principio los checos quisieron incluir
una condena explícita al embargo norteamericano contra Cuba, pero
el Departamento de Estado vetó el borrador. Al final habrá
una referencia a la necesidad del pluralismo político y económico.
Los checos (y los argentinos) pretenderán que la expresión
pluralismo económico se lea como el embargo es
horrible. Pero con esa formulación será más
fácil entender que la ONU no sólo condena el régimen
cubano de derechos humanos, sino también sus diferencias con la
economía de mercado en estado puro. Así, en lugar de atenuar
la censura, la ONU la reforzará.
POSIBLES
INGRESOS AL GABINETE
Campero y el Frepaso
Aunque la cosa viene lenta,
en el Gobierno se perfila un esquema de los nuevos ministerios que implicaría
una serie de incorporaciones y movimientos de nombres. El radical Rodolfo
Campero, actual titular de la ANSES, cuenta con más posibilidades
de asumir en el nuevo Ministerio de Seguridad Social, secundado por un
técnico cavallista. El otro candidato, Armando Caro Figueroa, abandonaría
el Gobierno para asumir la presidencia de Acción por la República.
Quedarían entonces algunos lugares vacíos para la reintegración
de los sectores de la Alianza marginados del Gobierno: el frepasista Marcos
Makón volvería a la vicejefatura de Gabinete, quizá
junto a un alfonsinista, y la Agencia Social quedaría para algún
dirigente importante del Frepaso: Nilda Garré, Horacio Viqueira
o Darío Alessandro.
Al más puro estilo De la Rúa, las conversaciones para reformular
el gabinete comenzaron con fuerza hace tres semanas y se fueron dilatando.
El asunto es complicado: además de una modificación de la
estructura, el plan tiene un costado político vinculado a la reintegración
del Frepaso y sectores del radicalismo. La definición recién
se concretará después de Semana Santa, cuando el jefe de
Gabinete, Crhystian Colombo, vuelva de El Calafate. Según la versión
que se manejaba ayer cerca de Cavallo, el esquema sería el siguiente:
El nuevo ministerio de Seguridad
Social nuclearía a organismos importantes como el ANSES, la Superintendencia
de Riesgos de Trabajo, la de AFJP y la de Salud. Si Caro Figueroa
va al Ministerio estaría muy ocupado en la función. Pero
Cavallo quiere que tenga libertad para ocuparse de la operación
política. Se vienen las elecciones y la idea es que vuelva a la
jefatura de Acción por la República. Así explicaban
ayer, cerca de Caro Figueroa, la supuesta decisión de Cavallo de
resignar la idea de que su lugarteniente asuma en la nueva cartera. El
nuevo Ministerio quedaría entonces para Campero, un radical de
Tucumán de buena relación con De la Rúa. Podría
estar secundado por Osvaldo Giordano, con el que Cavallo trabajó
durante su anterior gestión en Economía.
Con Caro Figueroa fuera del
Gobierno, quedaría libre la vicejefatura de Gabinete. Allí
asumiría Makón, que volvería al cargo que ocupó
durante un tiempo para pilotear la reforma del Estado. No parece haber
muchos problemas: Makón es uno de los pocos dirigentes que cuentan
con el okay de Carlos Chacho Alvarez, de Colombo y de Cavallo.
Aunque aún no hay nombres, ayer se comentaba que podrían
crearse alguna otra secretaría en la que podría asumir un
dirigente alfonsinista, como gesto del Gobierno hacia el sector mayoritario
de la UCR.
La participación del
Frepaso se cristalizaría en la Agencia Social, para la que suenan
tres nombres: Nilda Garré, ex diputada y fugaz viceministra del
Interior; Horacio Viqueira, actual secretario de Empleo; y Alessandro,
el frepasista más cercano a Alvarez.
CONTRA
EL PACTO CAVALLO-DUHALDE
Para Alessandro es ilógico
El jefe del bloque de diputados
de la Alianza, Darío Alessandro, se mostró en contra de
que el cavallismo integre las listas del PJ para las elecciones de octubre.
No parece lógico que los cuadros políticos de Cavallo,
un ministro del actual gobierno, formen parte de la oposición,
respondió Alessandro, en referencia a una información publicada
en Página/12 que adelantó un acuerdo entre el partido de
Cavallo Acción por la República (AR) y Eduardo
Duhalde en la provincia de Buenos Aires. En realidad, la novedad les plantea
un intríngulis a los partidos que conforman la Alianza, que aún
no resolvieron qué hacer con el cavallismo.
Nosotros ni siquiera hemos asumido el supuesto de la conjunción
con el partido de Cavallo, respondían ayer cerca del ex presidente
Raúl Alfonsín, quien será candidato a senador en
la provincia y, como se sabe, mantiene una larga historia de desencuentros
con el ministro de Economía. Además, a Alfonsín no
sólo lo molesta que le digan con quiénes tiene que hacer
alianzas sino que lo inquieta particularmente que esos consejos los diga
Antonio de la Rúa, el hijo del presidente, quien ya lanzó
la idea de las listas conjuntas en la provincia.
Pero Cavallo, que al parecer no quiere cerrar ninguna puerta en su afán
de asegurarse la candidatura a presidente en el 2003, se apuró
a armar un acuerdo con Duhalde que llevará en sus listas de diputados
a Alejandra Sturzenegger y Néstor Cruces, dos dirigentes de AR.
Se dan casos inéditos que obligan a analizar la política
dinámicamente y que no se pueden entender con la lógica
común como, por ejemplo, el hecho de que en la provincia de Buenos
Aires se anuncie un preacuerdo entre Acción por la República
y el Justicialismo, opinó ayer Alessandro en el programa
Del Arco político. Pero si bien el jefe de los diputados
aliancistas se mostró en contra de que el cavallismo se sume a
las listas opositoras, tampoco lo invitó a sumarse a las del oficialismo.
Hasta ahora, la única mención al asunto la hizo Fernando
de la Rúa en Roma adelantó la posibilidad de agrandar
la Alianza pero luego no se volvió a discutir.
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