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WASHINGTON SE PREPARA PARA UNA LARGA ESPERA ANTE CHINA
Preparen las cintas amarillas

Cada vez más norteamericanos piensan que los tripulantes del avión espía son rehenes de China, mientras la crisis se empantana.

Amenazas: Bush y Powell reclamaban la inmediata devolución del aparato y sus tripulantes, pero procuraban no sumarse a las amenazas de sanciones del Congreso.

Una cinta amarilla frente a la
embajada china en Washington.
Con esas cintas se pidió la libertad
de los rehenes de Irán.

Por Javier Valenzuela
Desde Washington

El grado de empantanamiento del caso del avión espía estadounidense retenido en China se ejemplificó ayer con la entrada en escena de Jesse Jackson. El reverendo afroamericano y dirigente demócrata se ofreció a la Casa Blanca para viajar a China y actuar como mediador en esta crisis, pero su propuesta fue rechazada por el equipo de George Bush. Pekín seguía pidiendo una disculpa formal estadounidense y el Pentágono difundió una foto tomada por un satélite que, en su opinión, confirma que los chinos están despiezando el avión espía EP-3.
En la foto, obtenida el lunes por un satélite comercial norteamericano, se ve al avión espía en una pista de la isla china de Hainan, en la base militar de Lingshui. A su lado se encuentran estacionados lo que parecen siete camiones. Según fuentes del Pentágono citadas por la cadena de televisión CNN, esa imagen confirma los temores ya expresados la pasada semana por los militares norteamericanos: los chinos están desmontando, para copiarlos, los elementos de espionaje electrónico ultrasofisticados del EP-3. Este aparato, tripulado por 24 militares que ayer seguían retenidos por los chinos, dispone de un excelente radar y de instrumentos capaces de detectar conversaciones personales, telefónicas y por satélite. En el momento de su forzoso aterrizaje en Hainan, tras colisionar con un caza chino cuyo paradero sigue siendo desconocido, el EP-3 formaba parte de la cada vez más agresiva red de espionaje instalada por Estados Unidos frente a las costas meridionales de China.
Bush y Colin Powell no han llegado nunca a confirmar la irrupción china en el EP-3 que denuncia el Pentágono. Esta denuncia por parte de los líderes políticos de Washington enmarañaría aún más el contencioso, así que Bush y Powell dejan que sean fuentes anónimas militares las que la expresen. Bush y Powell seguían moviéndose ayer entre dos aguas. Por una parte reclamaban la inmediata devolución del aparato y sus tripulantes; por otra, procuraban no sumarse abiertamente a las amenazas de sanciones expresadas por la derecha republicana en el Congreso.
Lo que sí descartó la Casa Blanca fue la oferta de Jackson. Reapareciendo en la escena pública tras varias semanas de silencio provocadas por el descubrimiento de una aventura extraconyugal, el que fue consejero espiritual de Bill Clinton en el “caso Lewinsky” ofreció sus servicios como mediador en la crisis. Jackson recordó que ha mediado con éxito en varias crisis internacionales, la última para lograr la liberación de militares norteamericanos capturados por los serbios durante la guerra de Kosovo. “Si hay que ir a China, estoy dispuestos a hacerlo”, dijo Jackson. El reverendo dijo que Estados Unidos debe pedir perdón a China por el incidente. “Lograr el retorno de nuestros compatriotas -declaró– bien vale una disculpa”. Pero la Casa Blanca no sólo rechazó la oferta de Jackson, sino que además insistió en que no tiene ningún motivo para pedir perdón a nadie.
La pulseada volvía a situarse entre la arrogancia estadounidense y el orgullo chino. Diplomáticos de ambos países sostenían en Pekín intensas negociaciones para redactar un documento que expresara “el pesar” de Estados Unidos por la colisión entre el EP-3 y el caza chino. Los diplomáticos hacían malabarismos lingüísticos para encontrar una fórmula que tanto en inglés como en chino pueda ser aceptada por Pekín como la presentación de una disculpa. China ya había rechazado el lunes tres borradores por considerar que las expresiones norteamericanas se quedaban lejos de sus deseos. Las dos partes querían salvar la cara en un asunto que sus respectivos halcones consideran humillante. Lo es para la derecha estadounidense la retención del avión y sus tripulantes, a los que personajes como el congresista republicano Henry Hyde llaman ya “rehenes”. Un 55 por ciento de los estadounidenses coincide con esta definición, según una encuesta de Gallup de ayer. Al mismo tiempo, para los militares chinos el asunto es una ocasión para conseguir que Estados Unidos retire sus narices de las costas chinas y para vengarse simbólicamente del bombardeo de su embajada en Belgrado.
Bush y Powell expresaron la pasada semana sus “condolencias” por la muerte, aún no confirmada, del piloto chino Wang Wei. Pero la expresión utilizada por esos líderes estadounidenses, que podría traducirse en castellano como “lo lamento, lo siento”, no implica el reconocimiento de culpa que desea Pekín. El coloso asiático estima que Estados Unidos, quizá a través de su embajador Joseph Prueher, debería emplear, como mínimo, la palabra china “daoquian”, que aunque no implica aceptación de culpa, sí reconoce la existencia de “un error”. Sun Yuxi, portavoz de Exteriores, reiteró el lunes que los comentarios de Bush y Powell fueron “insuficientes”.
El objetivo estratégico de Pekín es conseguir que Estados Unidos disminuya y aleje sus vuelos de espionaje en sus costas meridionales. Allí se está concentrando el crecimiento económico de China y allí el Ejército Popular de Liberación (EPL) está levantando una fuerza militar de submarinos y misiles de largo alcance con la que reforzar sus exigencias sobre Taiwan –que ayer anunció ejercicios militares para la semana próxima– y, en general, su voluntad de hegemonía en la zona.

 

Sharon busca al cazador oculto en Gaza

Esto era lo más cerca que cualquier israelí podía acercarse ayer a las zonas palestinas en la Franja de Gaza. Desde la izquierda, el ministro de Defensa Benjamin Ben-Eliezer, el premier Ariel Sharon y el jefe del Estado Mayor, Shaul Mofaz, observan los efectos de una salva de disparos de tanque contra presuntas posiciones de mortero palestinas en el barrio de Beit Hanun. Horas antes, esos morteros habían disparado contra la colonia judía de Nahal Oz. La represalia mató a un palestino e hirió a 18 más. Terminar con la Intifada se está volviendo cada vez más arduo.

 

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