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Una clase de democracia al general
que quiso impedir que lo escrachen

El juez Luis Leiva, de Mendoza, rechazó el pedido del general Juan Pablo Saa para impedir el escrache que realizará hoy frente a su domicilio la agrupación HIJOS. El militar estuvo procesado por violaciones a los derechos humanos cometidos en la subzona 33.

Luis Leiva, titular del Juzgado Federal
Nº 1 de Mendoza, que rechazó el amparo presentado por el militar.

Por Susana Viau

El titular del Juzgado Federal Nº1 de Mendoza, Luis Leiva, rechazó “in limine” el amparo presentado por el general Juan Pablo Saa, quien solicitó la medida en razón de que la agrupación HIJOS ha convocado para hoy a participar del “escrache” que se llevará a cabo frente a su domicilio. En su resolución, el magistrado señala los defectos de forma de que adolece la presentación y agrega que no es el fuero federal el que debe actuar en un conflicto entre particulares. En el texto, que no ocupa más de tres carillas, Leiva hace expreso reconocimiento del derecho de Saa a peticionar ante las autoridades, un ejercicio impensable, dice, bajo “regímenes totalitarios como el que padeció argentina entre 1976 y 1983”.
En sus considerandos, el juez federal observa que no puede dejar de tener en cuenta el trasfondo político que rodea el planteo de Juan Pablo Saa “y que tiene su origen en el luctuoso período padecido por nuestro país entre 1976 y 1983. Ha sido ya objeto de análisis judicial tanto por el pleno de la Cámara de Apelaciones de la Capital Federal como por la Corte Suprema de la Nación la violación a todas las garantías fundamentales padecidas por la población argentina durante el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, en el que se destaca la violación sistemática, clandestina y cruel de los derechos humanos fundamentales de un número aún indeterminado pero llamativamente numeroso de diversas personas, nacionales y extranjeros, que vivían en nuestro territorio en esa época. Los vaivenes judiciales y políticos de los últimos quince años, si bien evitaron dar una efectiva respuesta punitiva a tal horror, no han logrado –como no podía ser de otra manera– clausurar en la memoria colectiva el recuerdo de ese desgraciado período.
Leiva reconoce el derecho de Saa de peticionar ante las autoridades y obtener de las mismas la protección a que se siente acreedor. Pero, de paso, le señala que el ejercicio de ese derecho hubiera sido “impensable” durante los años de la dictadura, de la que “el señor Juan Pablo Saa es sindicado por la Agrupación HIJOS como partícipe activo de sus políticas represivas”. El juez agrega que la presentación del militar adolece de diversos vicios, como por ejemplo no indicar el domicilio de la demandada (HIJOS) y estos defectos no son “formales”, puesto que hacen al “derecho que tienen todos de ser oídos por el juez y no sólo el peticionante”. Asimismo, explica Leiva, “en cuanto a que se trate de una amenaza de un particular, no se ha acreditado en autos la procedencia del fuero federal, que es restringido y de excepción”. Lo que, en realidad, se está peticionando, infiere Leiva, es la protección policial ante las aparentes amenazas de un particular”. En virtud de esas consideraciones, Leiva resolvió rechazar “in limine” la acción de amparo.
El general Juan Pablo Saa estuvo procesado por los delitos cometidos como jefe de la subzona 33, desde enero de 1978 hasta enero de 1979, jurisdicción en la que se hallaban los centros clandestinos de detención del Liceo Militar General Espejo, de la Penitenciaría de Mendoza, de la Compañía de Telecomunicaciones 141 “Campo Los Andes”, de la Delegación de la Policía Federal de San Luis. En enero de 1979, Saa pasó a desempeñarse como jefe de la subzona 11, que comprendía los partidos bonaerenses de Luján, Mercedes, General Rodríguez, Marcos Paz, Las Heras, Navarro, Lobos, Cañuelas, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, Avellaneda, La Matanza, Quilmes, Varela, Berazategui, San Vicente, Brandsen, Monte y Lanús. La Corte Suprema lo desprocesó en febrero de 1988 en aplicación de la “ley de punto final”.

 


 

JURI ANUNCIA CAMBIOS PARA LA UNIVERSIDAD Y LOS TERCIARIOS
“Un sistema educativo menos rígido”

Por Javier Lorca

“Si uno imagina que en el futuro Argentina va a estar como Africa, hará falta un plan como el que quiso poner FIEL. Ahora, si queremos otro país, hará falta un sistema educativo menos rígido.” Con esa convicción, el ex ministro de Educación Hugo Juri presidirá una comisión que –promovida por el actual ministro, Andrés Delich– deberá elaborar en cuatro meses un informe sobre el estado actual de la educación superior nacional y los cambios necesarios. En diálogo con Página/12, Juri anunció que la comisión empezará a trabajar en unos diez días.
–¿Cuál será el objetivo de esta comisión?
–Vamos a trabajar para imaginar un sistema acorde con las necesidades futuras del país. Si uno imagina que Argentina va a estar como Africa, hará falta un plan como el que quiso poner FIEL. Ahora, si queremos otro país, hará falta un sistema educativo menos rígido, con trasvasamientos entre las universidades y con los institutos terciarios. Hay que analizar cómo orientar las matrículas; el ingreso y el egreso; el financiamiento público y el extra estatal; cómo medir la calidad. Y cómo desarrollar la educación continua: nadie se preocupa por evaluar si, después de 30 años de graduado, un médico, por ejemplo, actualizó sus conocimientos.
–¿Quiénes van a integrar la comisión?
–Lo va a definir el ministro. Pero habrá rectores de universidades públicas y privadas, ministros provinciales, el consejo asesor de Educación y actores universitarios. También vamos a convocar a expertos del exterior. Y a sectores externos al sistema educativo. El Ministerio de Salud ya llamó a los decanos de Medicina para analizar cuántos médicos se van a necesitar. También se hará con la industria, el sistema científico y otras áreas.
–¿Cómo se va a trabajar?
–Primero, en subcomisiones. Los representantes sectoriales harán su aporte y, después, todo se va a debatir en un plenario para buscar un resultado de consenso. Si no, habrá dictámenes de mayoría y minoría.
–¿Cuáles van a ser las consecuencias del informe?
–Una posibilidad es que salgan propuestas para modificar la Ley de Educación Superior. Hay cuestiones como la educación a distancia y las universidades extranjeras que no están contempladas en la ley. Pero el objetivo final no será cambiar la ley, sino analizar todo el sistema.
–¿Se va a elaborar un diagnóstico o saldrán propuestas concretas?
–Las dos cosas. Un diagnóstico, por ejemplo, sobre la cristalización de carreras tradicionales, como Medicina o Derecho, y la falta de graduados en otras, como Biotecnología e Informática. Como propuestas, se podría extender los colegios universitarios para enfrentar la deserción y la masividad. Otra propuesta podría ser mejorar la sinergia entre universidad e industria. Para medir la calidad, se podría poner un examen al final de las carreras.
–¿Habrá algún límite para el debate? ¿La gratuidad y la responsabilidad del Estado en el financiamiento también se van a discutir?
–Hay que debatir todo, sin corset ideológico. Esto no quiere decir que algo de eso se vaya a cambiar, sino que hace falta una discusión abierta.
–¿Qué opina de la idea de Delich de planificar el ingreso?
–Se va a discutir. El ingreso ya se planifica en la universidad. La UBA tiene el CBC; la Universidad de Córdoba, su ciclo de ingreso. Pero el país tiene pocos estudiantes. Hacen falta más. Aunque hay casos complejos, como Medicina, donde es preciso estudiar con pacientes desde 1º año. Y no es ético que un paciente, que viene del sector social más vulnerable, sea examinado por 30 alumnos. El número de personas que se puede formar depende del número de camas disponibles y de la cantidad de alumnos que pueden ver al paciente. En las demás carreras no es así. Pero esto debe decidirlo cada universidad.
–¿El informe será vinculante para el ministerio?
–Será una herramienta para que el ministro tome decisiones. Aunque, si el ministro lo pidió, es porque lo va a usar. Si lo hacemos bien, con consenso y personas calificadas, y si el informe se hace público, es difícil que no sea casi vinculante.

 

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