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DOS PROTESTAS PROVOCARON GIGANTESCOS EMBOTELLAMIENTOS EN LA RUTA 2
El largo camino hacia las vacaciones

No fue fácil llegar a Mar del Plata: miles de turistas se vieron demorados en la ruta por dos cortes y hubo filas de hasta 20 kilómetros. En la entrada de la ciudad la policía reprimió a los piqueteros con gases. El movimiento turístico fue intenso en todo el país.
Una peculiar bienvenida: la guardia de Infantería cargó contra los manifestantes.


Una descomunal fila de nerviosos turistas sobre sus autos recalentados, que se extendía a lo largo de 20 kilómetros desde la rotonda de Alpargatas, y un embotellamiento a la entrada de Mar del Plata fueron las principales características del inicio de Semana Santa. La diferencia respecto de otros años estribó en varios motivos: el Movimiento de Desocupados Teresa Rodríguez había cortado la ruta 36 que conecta con la 2, a la altura de Bosques, y el acceso a la ciudad balnearia. En Varela, el corte se extendió durante cuatro horas, hubo quema de neumáticos y luego los manifestantes se dispersaron. En Mar del Plata no hubo quema pero sí goma: la Guardia de Infantería reprimió a los piqueteros con gases lacrimógenos y balas de goma, pese a que el grupo estaba cumpliendo la orden de retirarse. Se registraron corridas, palos, heridos y detenidos. Para los turistas la llegada fue difícil no sólo por los cortes sino por las cantidades que se movilizaron hacia distintos puntos del país: se verificó un índice de ocupación hotelera algo superior a otros años, vuelos saturados y micros abarrotados de pasajeros.
El cartel de entrada a la ciudad balnearia decía: “Bienvenidos”. Exactamente debajo, un pelotón de la Guardia de Infantería marplatense se encargaba de decidir a quiénes estaba dirigido el texto. Unos 250 integrantes del Movimiento de Desocupados Teresa Rodríguez, incluyendo mujeres, chicos y bebés, no quedaron comprendidos dentro de la bienvenida policial. A las 9, los manifestantes habían comenzado a cortar tímidamente la avenida Zabala, a pocas cuadras de la rotonda de acceso de la ruta 2. Reclamaban fuentes de trabajo. Quemaron cubiertas y maderas, levantaron pancartas pero hasta ese momento no cortaron el tránsito. El día anterior, Carlos Impari, jefe de la Departamental local, había advertido que sería “muy duro” si se impedía el acceso de los turistas.
A esa misma hora, pasando la rotonda de Alpargatas hacia la Capital, comenzaba a formarse una descomunal fila de autos, que al mediodía alcanzaba los 20 kilómetros de extensión. Otro grupo de manifestantes había iniciado su protesta con un corte radical sobre la ruta 36 que descarga tránsito sobre la ruta a Mar del Plata. Media hora después, sobre la autopista Buenos Aires-La Plata ya se notaba el rigor apenas pasando el peaje de Avellaneda. El trayecto hasta la rotonda, que normalmente lleva unos 20 minutos, demoraba una hora o más. Los autos avanzaban a paso de hombre y bocina. Los turistas se quejaban porque, además, debían pagar. En algunos casos, los empleados del peaje de Hudson levantaron las barreras para descongestionar. No sirvió de mucho.
Los piqueteros realizaron un acto de homenaje a Teresa Rodríguez, al cumplirse el cuarto aniversario de su asesinato. Quemaron neumáticos, maderas y luego se retiraron. A todo esto, en Mar del Plata se vislumbraba un final diferente. El tapón de tránsito sobre La Tapera ofrecía una sola alternativa: una angosta calle de tierra, por la que avanzaron los vehículos a paso de hombre. A medida que se inflaba el tapón de turistas, crecían los nervios del comisario Mario Herrera, al frente de la Guardia de la bienvenida. Poco antes de las 12 soltó un escueto ultimátum a los piqueteros: “Se van o se van” y les dio cinco minutos.
Los piqueteros comenzaron a levantar el corte y marcharon hacia la ciudad, pero al llegar al hipermercado Carrefour, sobre la avenida Constitución, se desató la represión. Gases lacrimógenos, balas de goma, corridas de mujeres con niños y bebés. Cuando todo terminó, la policía informó diez detenciones. Herrera justificó: “Nos tiraron piedras”, aunque ninguno de los periodistas presentes llegó a ver una agresión.
Calmados los ánimos, Mar del Plata comenzó a recibir a los 220 mil turistas anunciados para la Semana Santa. Un relevamiento hotelero indicaba que el nivel de ocupación en la franja de cinco y cuatro estrellas era algo superior al mismo período del año anterior. En los cinco estrellas el nivel de ocupación alcanzaba el 80 por ciento, y llegaba a 60 en los de menor categoría. “En Semana Santa y vacaciones de invierno vienen turistas de mayor poder adquisitivo”, sostuvo, sonriente, el director del Ente Municipal de Turismo, Carlos Patrani.
En la Terminal de Micros porteña, el movimiento fue “levemente superior al año pasado”, informó José Luis Ríos, gerente de operaciones. Alrededor de 1200 micros con más de 50 mil pasajeros partieron hacia diferentes destinos. Paraguay fue el destino que mayor incremento tuvo y el Litoral el más solicitado, con el 28 por ciento del total. “Hubo demoras normales, se montó un operativo ordenador que tuvo mucho éxito.”
En Córdoba no sucedió lo mismo. La terminal quedó colapsada por la cantidad de micros que arribaron. En la provincia mediterránea aguardaban el record de records, con 400 mil turistas. La ruta 9 no tuvo nada que envidiar a la 2 en lo que se refiere a demoras y embotellamientos.
En cuanto a los pasajes aéreos, los puntos de partida no mostraron desborde de público, aunque la mayor parte de los vuelos despegaron completos, tanto desde Ezeiza como desde el aeroparque. Ya desde la semana pasada, la mayor parte de los destinos se había agotado. Los vuelos a Punta del Este, Bariloche, Iguazú, Mar del Plata, Córdoba, El Calafate, Mendoza, Salta, y Jujuy, partieron completos y las compañías tuvieron que agregar servicios especiales. En total, se estima que partieron más de 2 mil pasajeros, en 150 vuelos.

 

Choques y un avión caído

No fue un buen día para Córdoba. Un avión Pipper Cherokee de seis plazas que trasladaba entre dos y tres ocupantes --anoche no se sabía con exactitud-- se estrelló poco después de las 20.30. Por motivos que aún se investigan, el avión se precipitó a tierra a unos diez kilómetros de la cabecera del Aeropuerto Internacional de Córdoba.
No fue el único drama en la provincia. Cuatro accidentes en las rutas, en vísperas y durante el primer día de Semana Santa, dejaron un saldo de ocho muertos y varios heridos. Los cuatro integrantes de una familia murieron en un choque frontal cerca de Vicuña Mackenna. Un vuelco en proximidad de Cruz del Eje concluyó con la muerte de una mujer y un chico de 9 años. Otro vuelco, cerca de Laboulaye, provocó la muerte de otra mujer. Por último, un motociclista murió tras chocar con una camioneta en la ruta provincial 3, en el departamento de San Francisco.
El accidente de Vicuña Mackenna ocurrió en la ruta 7, cuando un Fiat 147 y un Palio se encontraron de frente. Los dos tripulantes del Palio resultaron con heridas graves. Los cuatro integrantes de la familia que viajaba en el 147 fallecieron: Luis Valdiviezo y María Bianchi, y sus dos hijos menores de edad. Casi sobre la medianoche del miércoles, se produjo otro accidente en proximidad de Cruz del Eje, en el paraje Tres Luces. Un Renault Clío, en el que viajaban siete personas volcó. Norma del Valle Sosa, de 55 años, y Lucas Ochoa, de 9, fallecieron. Los heridos Norma Silva, de 27, Diego Gravelli, de 4, Sofía Ochoa, de 5, Aldo Silva y Adriana del Valle Silva, de 26, fueron derivados a hospitales locales.

 

LA CIUDAD SE LLENO DE VISITANTES: A DONDE VAN Y QUE LES GUSTA
Buenos Aires en los ojos del turista

Son muchos los que se van, pero también son muchos los que llegan. El primer día de Semana Santa, el centro de la ciudad de Buenos Aires estuvo casi desierto, pero no la Plaza de Mayo ni Caminito. La explicación es obvia: la ciudad se vistió de centro turístico y recibió la visita de miles de personas de varios rincones del mundo. Aunque aún sin cifras concretas en la mano, Jorge Purciariello, subsecretario de Turismo porteño, aseguró que “las expectativas indican que Buenos Aires recibirá el fin de semana largo a más de 200.000 personas”. Página/12 se subió a un micro de una agencia de turismo para realizar un city tour y ver la ciudad con ojos de turista. Supo que los venezolanos compran mucho, que los palacetes de Recoleta impresionan y que –evidentemente– la estrella sigue siendo el tango.
En Buenos Aires, un recorrido típico –que cuesta 15 pesos y tiene una duración de tres horas– atraviesa los barrios de Retiro, Palermo, Recoleta, San Telmo, la Boca y Puerto Madero. Acompañados por la voz de la guía que va relatando lo que aparece por la ventanilla –“A la derecha podemos ver...”–, el recorrido incluye tres paradas: una en Libertador y Sarmiento, para sacarle fotos al monumento conocido como el de los Españoles, pero que Marta, la guía, desasna al vulgo y, además de calificarlo como “el más bonito de la ciudad”, explica que se llama “A la carta magna y a cuatro regiones argentinas”. Las otras dos paradas son en Plaza de Mayo y en Caminito.
El paseo empieza por las zonas más paquetas de la ciudad: Recoleta y Palermo. Evelyn, una turista venezolana, se asombra por los palacetes que aparecen ante sus ojos. “Parece París”, opina. Evelyn viaja acompañada de su marido y su suegra, la que se apura en contar que vivió hace veinte años en Buenos Aires, y “quise traerlos para que conocieran una ciudad impactante”. Cuando su hijo se da vuelta agrega, cómplice, “y que mi nuera conozca a los argentinos, que son tan buenos mozos”, suspira.
En Plaza de Mayo, la parada coincide con la marcha de las Madres. El canadiense Erik saca fotos y se acerca a una de ellas para felicitarlas: “Admirables”, dice, y entra a la Catedral. El micro va ahora circulando por las angostas calles de San Telmo. La guía se ocupa, además de describir lo que se ve, de aportar datos históricos sobre la ciudad, aunque algunos dudosos, como que la comunidad negra en la Argentina “fue desapareciendo porque muchos se fueron del país y otros se casaron con blancos, igual que sus hijos, y así fueron asimilándose”, interpretó la guía, que de la Guerra del Paraguay ni noticias.
El paseo termina en Caminito, que hierve de turistas. Marta se ocupa de aclarar: “Atentos con las cámaras y las carteras”. El cantor de tangos atrae a un importante grupo, que le deja unos billetes en la gorra: “Los que más dejan son los europeos, parece que los latinoamericanos están en la malaria como nosotros”, diagnostica. Olga tiene un puesto en la feria, en el que vende mates, pero protesta porque los guías llevan a los turistas a determinados negocios y de la falta de cajeros para sacar dinero: “Casi ninguno tiene efectivo, y así se complica la venta”, protesta. Gisela, en cambio no se queja. En otro de los puestos vende cinturones, y su venta subió: “los venezolanos se compran todo”, cuenta. Los que no compran son los brasileños, para ellos todo es muy caro. Loanna está maravillada con Buenos Aires, con su vida cultural y con la movida nocturna: “Pero es imposible pagar todo”, se lamenta.
El tango se lleva todos los premios en cuanto al interés que despierta: “De las 200 personas que recibimos por día, la mayoría pregunta dónde se puede ir a ver un espectáculo de tango o a bailarlo”, explica Mariana Fernández, que trabaja en el centro de información turística de Florida y Diagonal Norte. El otro atractivo de la ciudad es la tumba de Evita, en el cementerio de la Recoleta. Abigail y Bella, ambas de 24 años y llegadas hace tres días de Nueva York, lo confirman: “Estuvimos en Recoleta para ver su mausoleo”.
Producción: Hernán Fluk

 

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