Por Eduardo Videla
A partir de octubre, el valor
de la multas que se aplican a la mayoría de las infracciones de
tránsito se reducirá a la mitad. Para ese mes está
prevista la entrada en vigencia del nuevo Código de Faltas porteño,
que debía ponerse en marcha en estos días, pero fue prorrogada
por seis meses por la Legislatura. La modificación divide las aguas
entre los especialistas en seguridad vial: mientras unos sostienen que
la disminución de los montos contribuye a evitar casos de corrupción,
otros advierten que se está legislando para los infractores.
El nuevo Código de Faltas fue aprobado por la Legislatura el 3
de agosto del año pasado. Se trata de una actualización
de las normas vigentes hasta ese momento: algunas ordenanzas incorporadas
al régimen de faltas sancionadas a fines del siglo XIX fueron derogadas,
mientras que otras figuras fueron incorporadas, como la sanción
a los que fuman en lugares prohibidos o a los que permiten a sus mascotas
ensuciar la vía pública.
Hasta ahora, las multas por infracciones a las normas de tránsito
se calculan por unidades equivalentes a 25 litros de nafta especial. Así,
el mal estacionamiento está penado con una multa mínima
de 79,43 pesos, lo mismo que circular en moto sin casco o andar sin luces
reglamentarias. Y las faltas más graves, como el exceso de velocidad,
violar la luz roja del semáforo, pisar la senda peatonal o girar
a la izquierda en lugar prohibido, está penado con 211,80 pesos
de multa.
Al sancionar el nuevo Código de Faltas, los legisladores se propusieron
reordenar la escala de montos, a los que consideraron desfasados por los
sucesivos procesos inflacionarios. Así, en algunos casos, los valores
bajaron notoriamente: entre el 40 y el 55 por ciento (ver recuadro). En
otros, los valores aumentan, como en el caso de conductas muy peligrosas,
como violar la luz roja, que va de 211 a 300 pesos (40 por ciento más).
La directora de Seguridad Vial del Gobierno porteño, Leticia Piris,
dijo a Página/12 que la experiencia demuestra que el endurecimiento
normativo no sirve para prevenir accidentes. Si la multa es muy
alta, lo que hace el infractor es no pagarla y jugar con la prescripción
de la causa, a los dos años. Según la funcionaria,
las sanciones elevadas favorecen además algún grado de corrupción:
Si la multa es de 300 pesos, el infractor va a tratar de arreglar
por 30. Lo que hay que buscar es que la multa sea pagable, agregó
Piris.
¿Bajando el valor no se fomenta la infracción? preguntó
este diario.
No. Porque al conductor siempre le va a doler pagar una multa, por
menor que sea, y va a tener que modificar su conducta.
Eduardo Bertotti, presidente del Instituto de Seguridad Vial (ISEV), opinó
que más que modificar las normas, lo importante es hacerlas
cumplir. Tengo la sensación de que se está legislando
para los infractores, como con la eliminación del cepo. Al reducir
la multa por exceso de velocidad estamos beneficiando al conductor que
le gusta pisar el pedal.
Como novedad, el nuevo código ofrece a los jueces la posibilidad
de aplicar sanciones sustitutas: en lugar de la multa, puede obligar al
infractor a realizar trabajos comunitarios o realizar cursos de educación
y capacitación. También se reduce el descuento por pago
voluntario: actualmente es del 40 por ciento y la nueva norma lo establece
en el 25 por ciento.
El Código debía entrar en vigencia a los seis meses de su
publicación en el Boletín Oficial: el 6 de abril último.
Antes de eso, la Legislatura aprobó una nueva prórroga por
otros 180 días. Las razones: por un lado, la demora de los jurados
del Consejo de la Magistratura en la selección de los 38 jueces
y seis camaristas que constituirán el fuero Contravencional y de
Faltas. El jurado está evaluando los exámenes escritos presentados
por los 120 aspirantes. Todavía falta el examen oral. Se
estima que en septiembre los jueces estarán designados, confió
el secretario deJusticia y Seguridad, Facundo Suárez Lastra. Para
esa fecha, la Legislatura deberá tener aprobado el Código
de Procedimientos de Faltas.
Los nuevos jueces reemplazarán a los actuales tribunales de Faltas,
que en los últimos tiempos han entrado en conflicto reiteradas
veces con el Ejecutivo, en lo que se considera como una pulseada en defensa
de sus puestos. Está decidido que el nuevo Código
se ponga en vigencia con el nuevo fuero, sentenció Suárez
Lastra.
El detector de incautos
Todo empezó con el llamado de un vecino indignadísimo.
Por favor, ya no se puede creer denunció,
ahora pusieron detectores de metales en la plaza. Era, claro
está, la plaza de su barrio, frente a la catedral de Belgrano
a dos cuadras de Cabildo y Juramento. De acuerdo con sus descripciones,
este diario debía encontrar una cabina apta para la detección
de objetos como dagas o armamentos, escoltada por dos policías
de anteojos negros y protegidos por civiles. Efectivamente,
allí estaban. El detector había sido colocado en uno
de los vértices de la plaza, paso obligado para quienes a
la tarde se dirigían a Cabildo. En eso andaba Carlos Castiarena,
uno de los sorprendidos con el experimento. Primero lo miró
de refilón, después se paró y volvió
a acercarse. Aunque reconoció el aparato que su sobrina desde
más abajo, iba comparando con el de los aeropuertos, Carlos
repetía: ¿Pero para qué?; ¿da
para ponerlo en una plaza?. Sólo así estimuló
una terrible discusión con su cuñada, Nora Lazaro,
sobre las medidas de seguridad urbanas. Ella, recién llegada
del interior y de visita por Semana Santa, lo acusó: Capaz
pensamos distinto: para mí sirve, por los chicos. Tal vez
porque vengo del interior y acá me siento desprotegida.
Para él, es una locura total: a ver si dentro de poco
salimos con celdas en la cabeza. Mientras la discusión
se expandía entre teorías cada vez más foucoltianas,
el maravilloso detector quedaba destruido: dos caballeros lo subieron
en andas y, rápidamente, lo cargaron a una combi. Eran del
programa Fugitivos, en uso del aparato para un blooper.
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