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MAS DUROS CON CHINA DESDE EL RETORNO DE LA TRIPULACION ESPIA
Ahora somos todos machos texanos

Ayer los 24 tripulantes del avión espía norteamericano aterrizaron en Hawai, después de pasar 11 días retenidos en la isla china de Hainan. El presidente George W. Bush aseguró que el accidente no era responsabilidad de EE.UU. Y los vuelos espía continuarán.
La tripulación espía, formada, ya en suelo norteamericano.
“El derecho internacional está de nuestra parte”, aseguró Bush.

Finalmente, la odisea oriental de 11 días terminó ayer para los 24 tripulantes del avión espía norteamericano retenido por China en la isla de Hainan. Pero cuando el Spirit of Bob Hope, el avión C-17 que los había rescatado, aterrizó a las 6.30 de la mañana en una base aérea de Hawai, otra ofensiva comenzaba: la de George W. Bush para demostrar que había sido aún más duro con los chinos de lo que sus detractores querían admitir.
“Según la evidencia con la que contamos, el avión operaba en espacio aéreo internacional en concordancia con todas las leyes internacionales y no hizo nada para causar el accidente”, fue una de las primeras declaraciones de Bush en el día de ayer. También consideró “inconveniente” el comportamiento de las autoridades chinas tras la colisión del avión espía con un caza chino. Y la que había sido una de las exigencias originarias del gobierno chino, la suspensión de los vuelos espía, parece lejos de alcanzar satisfacción: Washington anunció que continuarán, con su frecuencia de varias veces al mes.
Los 21 hombres y tres mujeres que eran la principal cuestión a resolver en la impasse con China descendieron de la aeronave en uniforme de fajina. Fueron saludados por multitudes de familiares de militares que agitaban con frenesí banderas norteamericanas, mientras una banda militar interpretaba el himno “God Bless America”. “Aloha y buen día”, les dijo –en hawaiano e inglés– el almirante Thomas Fargo, comandante en jefe de la flota norteamericana del Pacífico durante la breve ceremonia de bienvenida. Después leyó una carta del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, el duro del gabinete Bush: “El presidente está agradecido, yo estoy agradecido, y EE.UU. está agradecido”.
En el este del país, y con varias horas de diferencia, Bush miraba por tevé el ritualizado arribo de los tripulantes, mientras almorzaba en la Casa Blanca. “Estamos absolutamente felices de estar de vuelta”, respondió al saludo el comandante y piloto del avión espía, el teniente Shane Osborn. El sábado, ya interrogada por las autoridades, la tripulación se reunirá con sus familias en el marco de una gran fiesta que se celebrará en su base de origen, en la isla Whidbey, 80 km al norte de Seattle.
Las cadenas de televisión norteamericana lanzaron lo que prometen ser varios días de patriótica agitación de banderas con la buena noticia del regreso de la tripulación. Mientras, en Washington ya podían discernirse indicios de que la administración Bush se preparaba para demostrar su capacidad para observar a voluntad la línea dura anti-Pekín ahora que la liberación de los “rehenes” –como los llamaban los halcones del Congreso– ya se produjo.
Dentro de pocos días, y según un calendario que corría con independencia de la crisis del avión espía, la Casa Blanca debe decidir si vender un conjunto de armas a Taiwan. Sea cual fuere la decisión en el caso de una compraventa de armamento que, en mayor o menor medida, es seguro que cerrará, Washington ya se prepara a proferir a Pekín un insulto no menos bien calibrado. El mes que viene le concederá al presidente taiwanés, Chen Shui-bian, una visa de tránsito para visitar Estados Unidos, escala en su camino rumbo a varias naciones latinoamericanas.
Previsiblemente, los conciliadores en el gobierno norteamericano hicieron ayer su exhibición de conciliación. “El incidente quedó atrás y debemos seguir adelante. Pensamos que hemos preservado el marco de las relaciones sino-estadounidenses, con un mejor espíritu que el que a prevalecido durante los últimos días”, dijo Condoleezza Rice, consejera especial del presidente George W. Bush para la seguridad nacional. El secretario de Estado Colin Powell se declaró “muy contento” por el regreso de los tripulantes, y muy prudente sobre la eventual devolución del avión espía. “Veremos”, se limitó a decir. Por su parte, el presidente chino Jiang Zemin aprovechó su visita a La Habana para felicitar a los cubanos por su “antihegemonismo” respecto de los norteamericanos.

 

Claves

Ayer en Hawai fueron recibidos en una multitudinaria ceremonia los 24 tripulantes del avión espía norteamericano que había derribado un caza chino y sido retenido por 11 días en la isla de Hainan.
Después del “sorry” formulaico, pero dudosamente bilingüe de la declaración norteamericana que había conseguido el regreso, ayer el presidente George W. Bush negó toda responsabilidad de su país en el incidente y consideró inadecuada la reacción china.
Washington anunció que los vuelos espía continuarán.
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se declaró “muy contento” por el retorno de los tripulantes, pero muy prudente sobre la eventual devolución del avión espía por parte de los chinos.
Washington debe decidir una importante venta de armas a Taiwan.

 

EL EP-3 Y LO QUE QUEDARA DE EL EN HAINAN
Un lindo modelo para desarmar

Por Javier del Pino
Desde Washington

En sus primeros comentarios, el presidente George W. Bush pidió a China la devolución inmediata del avión “sin manipularlo”. Después matizó: “Sin manipularlo más”. Con el paso de los días, Bush dejó de referirse a la integridad del avión consciente de que era una causa perdida, como así lo demostraban las fotografías tomadas por satélites militares.
El embajador de China en Washington (nombrado cuando Bush ya era presidente) llegó a asegurar que el avión espía, en contra de lo que defendía la diplomacia estadounidense, no gozaba de la soberanía de EE.UU. porque había perdido la inmunidad al aterrizar sin permiso en el suelo de China. Por eso “podemos hacer lo que consideremos necesario para llevar a cabo nuestra investigación”, dijo Yang Jiechi, en lo que se interpretó como un reconocimiento de que el aparato había sido desguazado para analizar sus instalaciones interiores y sus sistemas de espionaje.
China y EE.UU. guardaron ayer un prudente silencio sobre la devolución del avión espía, conscientes de que el futuro (y el pasado) del aparato es una cuestión diplomática de mayor complejidad que la liberación de los 24 tripulantes. El Pentágono no duda de que los militares chinos han desmontado el EP-3 para analizar los sistemas de vigilancia de este aparato, el más moderno de los aviones espía estadounidenses y uno de los pocos que no vende a terceros países.
Para los servicios de espionaje no es tan importante la captura de la información recopilada como la de los sistemas de captación. Por eso, el Pentágono instruye a sus tripulaciones en un plan de destrucción de los equipos en varias etapas: desde el borrado irreversible de las memorias y los discos duros, hasta la ejecución de programas de software que inutilizan el sistema y destruyen los códigos de programación en los que se basa la vigilancia. En una última fase, tan arcaica como efectiva, la tripulación se esmera en la destrucción física de los aparatos con martillos y hachas.
Según fuentes de Defensa de los Estados Unidos, cuando los militares chinos entraron en el aparato, el valor del material había quedado reducido al mínimo porque la tripulación había ejecutado el plan de destrucción en los 25 minutos que el avión empleó en el descenso a la isla de Hainan tras la colisión con un caza chino.
Algún incidente del pasado resuena ahora en la argumentación de la diplomacia estadounidense. En 1970, el ejército de los EE.UU. tardó nueve semanas en devolver a la Unión Soviética un Mig 25 que hizo un aterrizaje forzoso en una base norteamericana. El avión fue finalmente enviado de vuelta a Moscú, pero desguazado y en cajas de madera.

 

Las dos miradas sobre la crisis del avión espía

china

Hay dos tipos de lógica en el mundo. Para China, el socialismo y sólo el socialismo pueden salvar y desarrollar a China, y cada país tiene su propio modo de desarrollarse. Para Estados Unidos, la democracia capitalista es todopoderosa para salvar al mundo y eso no encuentra otra forma de salida. China y Estados Unidos son tan diferentes que pueden ser descriptos como que uno “practica la tolerancia por el bien del desarrollo” y el otro “ejerce inescrupulosamente el poder político”. De manera que, desde hace muchos años atrás, era inevitable que surgieran diferendos entre los dos: la guerra para resistir la agresión de Estados Unidos y ayudar a Corea (1950-53); Taiwan, ese portaaviones no hundible del que dispone Estados Unidos; el bombardeo de la embajada china en Yugoslavia “por error”; y por último, el avión espía de Estados Unidos que chocó en el aire con el caza chino. (Li Heng, en People’s Daily.)
“China se reserva el derecho de atribuir la responsabilidad a Estados Unidos por el incidente”, dijo Zhu Rongji. Las negociaciones con los norteamericanos incluirán tópicos como la causa de la colisión, el cese de las actividades de reconocimiento de Estados Unidos cerca de las áreas costeras chinas y la prevención de que esos incidentes ocurran otra vez. Mientras, los miembros de las fuerzas armadas chinas expresaron su apoyo al gobierno por la forma conveniente en que puso fin al incidente. (Gang Bian, en China Daily.)
El gobierno chino manifestó solemnes y justos pedidos y protestas a Estados Unidos y llevó a cabo una lucha justificada, ventajosa y limitada contra el hegemonismo de Estados Unidos. Una vez más se puso en evidencia la habilidad para manejar situaciones complicadas y temas complicados del Comité Central del Partido Comunista de China (CPC) con Jiang Zemin en el centro. La lucha antihegemónica del pueblo chino ganó fuerte apoyo de la comunidad internacional. (Editorial, People’s Daily.)


Estados Unidos

En algún lugar de Pekín, la otra noche, un alto funcionario del gobierno chino saltó de la cama después de escuchar por radio el siguiente anuncio: “Atención clientes del supermercado, no compren zapatillas, remeras, blusas ni nada hecho en China. Controlen la etiqueta y recuerden a los norteamericanos detenidos en la isla de Hainan. Que tengan un buen día”. ¿Algún funcionario habrá tenido esta pesadilla? Difícil de decir, pero, ¿por qué no?, China tenía mucho en juego. Entre otras cosas, China y Estados Unidos comerciaron por 116.000 millones de dólares el año pasado. Solamente en enero, los norteamericanos tuvieron un déficit comercial de 7200 millones de dólares con China. La gente que le presta poca atención a la política exterior, cuya memoria de Tiananmen es débil y que no sabe nada de la represión que sufren los Falun Gong, de golpe se despertó. Y empezó a enviar e-mails con su rabia a compañías como Kmart y a pasar de largo todas las mercaderías chinas en las góndolas de los supermercados. (Richard Cohen, en The Washington Post)
Bush probablemente se enfrente a críticos que dirán que fue muy blando, que pareció débil al prácticamente pedir disculpas a los chinos. Y probablemente se enfrente a algún tipo de presión para que busque una retribución, ahora que el personal militar está fuera de peligro. Pero si se pagó un precio, fue pagado por los chinos, quienes durante varios días de tensión mantuvieron retenidos contra su voluntad a los tripulantes. (Chicago Tribune)
Las secuelas del episodio del EP-3E revelarán si la Casa Blanca realizó alguna concesión a los chinos que no ha sido revelada, una reducción o suspensión de los vuelos de observación por ejemplo, o la retención del equipamiento de armas a Taiwan. Ambas serían inaceptables. Además, no nos olvidemos de que los chinos están reteniendo a un residente de este país en base a acusaciones insostenibles y fraguadas. Bush debería seguir presionando por la libertad de Gao Zhan, un sociólogo chino de la Universidad Americana en Washington, que fue detenido el 12 de febrero por espiar. Obviamente, la reciente tensión entre Estados Unidos y China es uno de los síntomas de una relación muy tensa. (The Washington Times.)

 

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