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El espantoso negocio que llevó a la quiebra a ISL

La empresa suiza que quería gerenciar a San Lorenzo y tiene
un contrato firmado por la AFA cayó por un desmesurado plan de crecimiento que no tuvo en cuenta el interés de la audiencia deportiva.

Ruina: La empresa suiza contragolpeó contratando a Daniel Beauvois, un ex periodista que trabajaba para Kirch. La decisión fue el principio de la ruina de ISL.

A la derecha, Daniel Beauvois, el titular de ISL.

Por Pablo Vignone

La quiebra de ISL, uno de los tres conglomerados de marketing deportivo más importantes del mundo, junto con la IMG de Mark McCormick y Octagon de Frank Lowe, muestra hasta qué punto el boom de la comercialización deportiva se ha propagado desmesuradamente, como los músculos de un atleta artificialmente alimentados con anabólicos, sin tener en cuenta las reacciones de la audiencia. La caída hace tambalear a multinacionales del deporte, como la propia FIFA, la ATP, el CART, y se originó en un precipitado plan de crecimiento que capotó en menos de dos años. Aunque el grupo suizo International Sports Media and Marketing (ISMM), propietario de ISL, pidió un plazo de postergación de la quiebra de dos meses, el tribunal del cantón suizo de Zoug rechazó el recurso y ahora tiene una semana para decidir sobre la apelación de ISMM.
ISL fue creada tras el Mundial de España de 1982 por Horst Dassler, el hijo de Adi, el creador de la multinacional de indumentaria Adidas, para trabajar con la FIFA y el Comité Olímpico Internacional, al punto que estableció su base en Lausanne, Suiza, donde el COI tiene su sede. A la muerte de Adi, los Dassler vendieron Adidas, pero se quedaron con ISL, y para cuando el COI liquidó su vínculo con la firma, en 1996, otro suizo, Joseph Blatter, había trepado lo suficiente en la estructura de la FIFA como para hacer buenas migas. Una vez que Blatter se consagró presidente de la FIFA en el Mundial 1998, ISL obtuvo los derechos de marketing de los dos siguientes mundiales, 2002 y 2006, en conjunto con el grupo alemán Kirch:
Para entonces, ISL y Kirch se disputaban los mejores ejecutivos de marketing, y luego de que los alemanes les robaran tres empleados jerárquicos, la empresa suiza decidió contragolpear contratando a Daniel Beauvois, un ex periodista que había sido jefe de marketing en la electrónica Compaq y que estaba trabajando para Kirch. Esa decisión fue el principio de la ruina de ISL.
Beauvois emprendió una campaña para cerrar tratos con las principales federaciones deportivas del mundo, como la UEFA, la FIBA (básquetbol), la IAAF (atletismo), la FINA (natación) o la ATP, la Asociación de Tenistas Profesionales, cuyo contrato vinculante terminaría por sepultar el brillante futuro de negocios deportivos de la firma.
En 1999, ISL se comprometió a pagarle a la ATP unos 1200 millones de dólares en 10 años, a cambio de los derechos de TV y marketing de los nueve torneos de la Serie Masters, como Roma, Indian Wells, Monte Carlo o Hamburgo. La clave era despertar un interés masivo a través de una cobertura televisiva agresiva que atrayera grandes sponsors.
En los papeles parecía funcionar, al punto que Beauvois decidió descartar negociaciones con los más o menos 200 sponsors de la ATP para concentrarse sólo en los 15 más grandes; para producir los mejores shows televisivos de tenis, creó un equipo periodístico de 80 personas para volar a cada torneo.
Pero los problemas comenzaron cuando las grandes cadenas de TV se rehusaron a comprar el paquete completo de los nueve Masters Series. Beauvois debió acudir a pequeñas cadenas de cable europeas para poner en pantalla la cobertura, e hipotecó así su fuente de ingresos: los grandes sponsors se rehusaron a cerrar trato, los chicos ya habían sido ahuyentados, y las pérdidas de ISL en el primer año de contrato con la ATP treparon a los 70 millones de dólares. En enero de este año, Beauvois le comunicó a la ATP que, sencillamente, no iba a poder pagar el dinero previsto por contrato para este año, entre 100 y 120 millones de dólares.
No era el único problema que afectaba a Beauvois: en febrero de este año, el CART inició acciones legales en Nueva York contra ISL por más de 100 millones de dólares. CART, la ex Fórmula Indy de los Estados Unidos que cotiza en la Bolsa de Nueva York, había firmado contrato de nueve años con los suizos en 1988 a instancias de su presidente, el inglés Andrew Craig, que había sido empleado de ISL. Pero en 2000, Craig fue reemplazado e ISL no pudo pagar más de 6 millones de dólares por los derechos de marketing. CART reportó una pérdida neta de 754 mil dólares en los últimos tres meses del 2000, que contrastaban con los 3,2 millones de ganancias obtenidas en igual período de 1999, y el camino al tribunal se abrió sólo cuando estableció oficialmente que “ISL no intentará cumplir los términos originales de su compromiso”.
El desastre fue evidente: el básquetbol universitario de la NCAA representó para ISL un negocio fallido de 830 millones de dólares con la cadena CBS, y tampoco los negocios con el fútbol le dieron grandes resultados (ver aparte). Las Federaciones Internacionales de Atletismo (IAAF), de natación (FINA) y de básquet (FIBA) también sufrieron atrasos en sus pagos.
Los banqueros suizos de ICMM pusieron ISL en venta en marzo, y se lo ofrecieron a Kirch, pero éste, ya suficientemente complicado en su pelea con Bernie Ecclestone por el control de la Fórmula 1, declinó invertir. Un juez dictó la quiebra el miércoles, dos días después de que el titular de la división Argentina de la firma, el ex rugbier Gabriel Travaglini, dijera que “ISL no quebró, sino que está buscando un socio estratégico para poder salir del desorden financiero en el que se vio involucrado ante un reordenamiento de contratos”.
Ese “reordenamiento” está haciendo temblar los cimientos de la FIFA: ISL tenía que pagarle 380 millones por los derechos de TV del Mundial 2002, de los cuales unos 115 millones deben hacerse efectivos en octubre. En Zurich, la multinacional del fútbol se preocupó en aclarar ayer que ya tomó “las medidas necesarias para asegurar el desarrollo normal del Mundial 2002”. Pero los organizadores japoneses ya expresaron su temor de que la quiebra de ISL produzca un rojo inagotable en las cuentas del torneo.
Por los derechos de marketing, ISL le había garantizado a la FIFA una entrada total de 198,6 millones de dólares, cifra que trepaba a los 233,7 millones para la Copa del Mundo Alemania 2006. Según el diario alemán Berliner Zeitung, la FIFA que tendría que contraer en el segundo trimestre un préstamo de 175 millones de dólares con el Credit Suisse. La entidad que preside Blatter esperará la decisión final del tribunal de Zoug para convocar a su comité ejecutivo.

 

En el fútbol les fue peor

La irrupción desmesurada de ISL en el mundo del fútbol se propagó de las entidades rectoras como la FIFA o la UEFA (a la que los suizos le deben 13 millones de dólares por derechos impagos de la Eurocopa 2000) a los clubes de fútbol. La empresa arrancó adquiriendo derechos de comercialización y marketing en Suiza, con el Servette, y luego se expandió: en Francia gerenciaron seis clubes –entre ellos el Olympique Marseille (que era propiedad de Bernard Tapie, el mismo que comprara Adidas a los Dassler), Toulouse y Saint Etienne–, en Italia tenían al Torino, y llegaron hasta el Brasil, cerrando acuerdos con el Gremio de Porto Alegre y el club más popular del país, el Flamengo de Río de Janeiro.
ISL también pretendió hacer pie en la Argentina con dos de los clubes grandes, Boca y San Lorenzo. Al campeón Intercontinental ofrecieron comprarle todos los derechos comerciales, merchandising, marketing, publicidad, TV, franquicias y concesiones, pagando unos 12 millones de dólares por adelantado, y asegurando entre 15 y 20 millones por temporada a lo largo de los 10 años que durara el contrato. Sin embargo, en setiembre pasado, la Asamblea de Representantes de Boca rechazó el acuerdo.
El caso San Lorenzo es más reciente. Una asamblea de socios aprobó el contrato, pero la oposición lo impugnó, aunque el club ya había cobrado 2 millones de dólares de adelanto. “Si se firmaba el acuerdo con ISL, la quiebra no hubiese afectado a San Lorenzo en lo más mínimo”, dijo el vicepresidente del club, Jorge Ignoto.

 

El caso Flamengo y la AFA

Entre otros contratos firmados por todo el globo por ISL figura uno con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para la cesión de derechos de imagen de la Selección Argentina. Queda por saber qué sucederá con esos derechos si ISL finalmente quiebra por decisión del tribunal de Zoug. Y si los derechos de TV de los Mundiales vuelven a la FIFA, podría no suceder lo mismo con estos derechos de la AFA.
El caso testigo es el del club carioca Flamengo. Los brasileños habían cedido sus derechos a cambio de 60 millones de dólares y un día antes de que se hiciera pública la quiebra de ISL, los abogados del club habían logrado una rescisión del contrato. El presidente rubro-negro saltaba de alegría en el día de su cumpleaños: después de cobrar 60 millones, recuperaba el manejo comercial. Pero apareció una traba, porque si ISL efectivamente quiebra, ese contrato pasa a manos de los acreedores de la firma suiza, y el acuerdo no es válido. ¿Sucederá lo mismo con la AFA?

 

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