Por Roque Casciero
¿Quién podría
haber imaginado que un guitarrista surgido de la vanguardia rocker neoyorquina
de los años 80 iba a despacharse con dos álbumes inspirados
en las creaciones de un músico cubano, Arsenio Rodríguez?
Pues bien, eso es lo que sucedió con Marc Ribot, quien se hizo
conocido por ser sesionista de lujo de artistas como Tom Waits, Elvis
Costello, Marianne Faithfull, Marisa Monte y hasta Andrés Calamaro
(para Alta Suciedad), entre otros. También puede resultar extraño
el modo en que su grupo, bautizado Los Cubanos Postizos, trascendió
el destino de banda de bar que Ribot imaginaba. Después del
nacimiento de mi hija estuve un tiempo sin tocar mucho la guitarra, así
que quería llevar adelante un proyecto que me resultara divertido.
Entonces armé Los Cubanos Postizos y arreglé varios temas
de Arsenio Rodríguez para una formación pequeña.
Realmente no creí que fuera a pasar a mayores, pero a la gente
le gustó mucho y al tercer concierto firmamos contrato con Atlantic,
cuenta con naturalidad el protagonista de esta historia, en conversación
telefónica con Página/12. En poco tiempo habrá posibilidades
de experimentar el resultado de tales sucesos en vivo: Ribot y sus laderos
tocarán los próximos miércoles 18 y sábado
21 en La Trastienda.
¿Cómo fue que comenzó a interesarse en la música
cubana?
No diría que esta banda es sobre la música cubana
en general, sino en particular sobre la producción de Arsenio Rodríguez.
O sea que es más sobre el son y el danzón que sobre el resto
de la música cubana. Estuve interesado en estos ritmos desde comienzos
de los 90, porque en las composiciones de Arsenio y en buena parte
del son había cosas que me resultaban familiares. Por ejemplo,
el tipo de producción que usé con Tom Waits a principios
de los '80 poseía gran influencia de la música cubana, no
en términos musicales sino por la producción: el sonido
de los discos, la forma en que estaban grabados. Entonces me propuse explorar
eso, porque con Waits se mezclaban muchas influencias diferentes y yo
quería separar unas de otras.
¿Estuvo alguna vez en Cuba?
No, todavía no, aunque tengo muchas ganas. Hay muchas razones
por las que aún no fui, pero ninguna tiene que ver con que respete
el embargo del gobierno de Estados Unidos. Ese embargo me parece ridículo.
Hubo algunas conversaciones en la época en que debíamos
empezar a trabajar en el segundo disco (¡Muy divertido!), gente
de la compañía me ofreció ir a grabarlo a Cuba. Al
principio me pareció buena idea, pero después pensé
que si iba, sólo sería capaz de hacer el disco dentro de
unos quince años. Quiero que quede bien en claro que lo que nosotros
hacemos no es música cubana sino nuestro propio uso de la música
cubana. No quiero ser un imperialista musical.
¿No cree que hay una saturación de música cubana?
Sí, claro (se ríe). La cosa es que yo no trato de
pensar dos veces qué es lo que la gente querrá escuchar.
En los discos se nota que no somos una auténtica banda de son cubano.
En vivo sonamos más parecido a una banda estadounidense de bar
o a algún extraño grupo punk que pudo haber existido en
Cuba en 1976. Puede que la gente escuche nuestro álbum por este
repentino interés en la música cubana, pero eso me excede.
Yo sólo trato de divertirme. Quiero hacer giras y tocar todo lo
que pueda. En algún momento sacaremos un disco en vivo de Los Cubanos
Postizos. Sé que no suena bien que yo diga que nuestros shows en
vivo son fantásticos, pero... (risas). Al mismo tiempo estoy trabajando
en un álbum sólo de guitarras y preparando un CD con material
que compuse para películas y espectáculos de danza. Más
allá de eso, acabo de empezar un proyecto llamado The Crackers,
junto a Chocolate Genius, que mezcla música country con noise.
¿Cómo es trabajar con Waits?
Tom es un gran productor. Sabe cómo conseguir grandes ejecuciones
de los músicos: no habla demasiado, pero sugiere mediante el groove.
A travésde lo que toca en la guitarra, de su lenguaje corporal
y de las letras de sus canciones crea un clima para que los músicos
trabajen. Y piensa las cosas en términos dramáticos, como
un director teatral: cada instrumento interpreta un personaje.
¿Es cierto que una vez le pidió que tocara la guitarra
como si fuera el bar mitzvah de un enano?
Sí, sí.
¿Y entendió a qué se refería?
Bueno, supongo que hay muchos modos diferentes de tocar como el
bar mitzvah de un enano... Creo que toqué de una forma que encajó
con la canción, eso es todo.
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