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REPORTAJE A LOURDES DI NATALE, LA EX SECRETARIA DE EMIR YOMA
“Mi teléfono era el contacto de Emir con todos”

Tras su declaración del jueves ante el juez Jorge Urso, Lourdes Di Natale confió ayer a Página/12 los tramos principales de lo que dijo a la Justicia y confirmó su carácter de pieza clave en la investigación: como ex secretaria de Emir Yoma conoce más que nadie los contactos del hombre de confianza de Carlos Menem y puede evaluar su nivel. El papel de Antonio Erman González y el fallecido empresario Alfredo Yabrán.

Por Laura Vales

Lourdes Di Natale volvió a declarar, el jueves pasado, en la causa principal sobre el tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador. En su declaración, la ex secretaria de Emir Yoma ratificó ante el juez Jorge Urso y el fiscal Carlos Stornelli que su ex pareja, Mariano Cúneo Libarona, le contó que Emir Yoma recibió una coima de 400 mil dólares por aquella operación. También reconoció, en un listado que le dieron los investigadores, los nombres de empleados de Fabricaciones Militares que visitaban las oficinas de Emir.
–¿Recuerda qué nombres identificó?
–El de Miguel Scarinche, el de un contador público de apellido Gómez y el de Jorge Alcalde. Los dos últimos son riojanos.
–¿Iban a las oficinas de Emir acompañando al entonces titular de Fabricaciones Militares, Luis Sarlenga?
–Luis (Sarlenga) era el que pasaba más seguido, pero no iba con ellos. Alcalde venía solo. En cambio Scarinche y el contador Gómez llegaban juntos.
–¿Esas reuniones eran frecuentes?
–Hubo varios encuentros, antes y después que el tema del tráfico de armas estallara en los diarios. Otras veces era Emir quien me pedía que los llamara.
–¿Sabe de qué se habló en esas reuniones?
–No, porque solamente me encargaba de llamarlos y recibirlos, o los atendía cuando ellos llamaban.
–¿Qué documentación le dejó al juez?
–Elementos que demuestran que viví con Mariano (Cúneo Libarona). El le dijo a algunos medios que nosotros no convivimos y que por lo tanto no me pudo haber contado que Emir recibió los 400 mil dólares por el tema de las armas. Pero tengo fotocopias autenticadas ante escribano público y con la firma de Mariano que lo desmienten. Es un dato importante, porque lo del dinero me lo contó él y después me lo ratificó Aurelia (Hoffman), que trabajaba conmigo en las oficinas de Emir. En realidad, cuando Mariano me lo contó yo no le creía, pero después ella dijo exactamente lo mismo. Empezó a hablar porque habían llevado a su marido preso y estaba muy enojada: despotricaba contra Emir todo el día y escuchándola confirmé que lo que me había dicho Mariano era cierto.
–¿Usted ratificó que el traficante de armas Diego Palleros visitó a Emir?
–Sí. Dije que Sarlenga iba a las oficinas de Emir y que Palleros fue una vez, al despacho que tenía sobre la calle Paraguay. Monzer al Kassar también paso en una oportunidad por las oficinas de Florida.
–¿Participó de alguno de esos encuentros?
–Solamente los recibía. Me los presentaban y los saludaba. Emir me avisaba con anterioridad quien iba a venir, para que los hiciera pasar. Yo veía a toda esta gente pero no les daba importancia, no sabía nada de nada. Recién me desayuné cuando Mariano me contó y después Aurelia, por la situación que estaba viviendo, empezó a hablar. Parte de mi trabajo era juntar los recortes de prensa y fui como armando un rompecabezas. Pero no sé de qué hablaban cuando quedaban a solas, nada más los hacía pasar o tomaba sus mensaje. Sarlenga, por ejemplo, una vez dejó dicho “anoche estuvieron reunidos el flaco, Camilión y Nicolás”. Fue después que el tema de las armas salió en los diarios. Supongo, aunque no lo sé, que el flaco puede ser el general Balza y Nicolás el hermano de Granillo Ocampo.
–¿Cambió la relación entre ellos cuando se empezó a publicar sobre el caso?
–Sarlenga llamaba a veces ocho o diez veces por día, desesperado. Decía “me están apretando”, o “me están jodiendo”. Emir me pedía antes de irse que le pasara todos los mensajes. Creo que después de tantas llamadas lo recibió una o dos veces.
–¿Como era la relación entre Erman González y Emir? –Se llamaban mucho por teléfono. Yo hablaba permanentemente con Liliana, la secretaria de Erman. No recuerdo haberlo visto en las oficinas de Emir, pero sí en cambio que mi jefe tenía entrevistas con él, en el ministerio.
–¿El cambista Pedro Stier lo visitaba regularmente?
–De todas esas cuestiones se encargaba Aurelia Hoffman. En algunas oportunidades iba Pedro, yo veía que se reunía con Emir. Era un hombre elegante y siempre bien vestido, que le llevaba postres árabes y tenía relación con casas de cambio. Una vez dejó un mensaje que necesitaba verlo cuanto antes: “las operaciones no cierran”, decía. pero en general de todos los temas económicos se ocupaba Aurelia.
–¿Y el coronel González de la Vega?
–Lo vi en algunas oportunidades. Antes del tema de las armas y después que el caso se conoció, porque llevó dos veces fotocopias de un expediente para Emir. No sé sobre qué tema, porque para no tener problemas le pedí que dejara todo dentro de un sobre de papel madera con una cinta adhesiva y lo firmara encima. Una vez fue solo y otra con el hijo. ¿Se sabe qué presiones está sufriendo Sarlenga para cambiar su testimonio?
–¿Por qué la preocupa?
–Porque ya me inventaron una causa por extorsión contra Emir y presentaron pruebas falsas. Declaró Amira Yoma, su esposo, Aurelia Hoffmann... todos falsos testimonios. Son capaces de cualquier cosa y yo no tengo recursos. Me manejo con un defensor oficial mientras que ellos hasta pusieron un perito de parte. Si ahora en esta causa Sarlenga se rectifica la única que va quedar pegada soy yo. Me llama la atención el traslado de Emir a Campo de Mayo y pienso si Sarlenga no va a aparecer dentro de unos días arrepintiéndose de lo que dijo. Por eso cuando tuve que declarar pregunté qué podía pasar. No sé si por dejarme tranquila o porque es verdad, me dijeron que existen otras pruebas contra Emir además de lo de Sarlenga.
–¿Es cierto que quiere dejar el país?
–No, pero tengo custodia.
–¿Por qué cambió su número de teléfono?
–Porque me lo había puesto Yabrán y me traía malos recuerdos. A mí empezaron a amenazarme cuando trabajaba con el señor Emir. Llamaban y cuando levantaba el teléfono del otro lado sólo respiraban o soplaban. Yo todavía no tenía a mi hija ni vivía con Mariano. Le conté al señor Emir y él me dijo que me quedara tranquila: “el amigo te lo va a cambiar y te va a mandar el nuevo número en un papelito”. Mi teléfono era el contacto de Emir con todos. A mi casa me llamaban (Alfredo) Yabrán, (Hugo) Anzorreguy, los empresarios. Si Menem lo necesitaba a Emir llamaba a mi casa o a mi celular.
–¿Qué recuerda de la relación entre Emir y Carlos Menem?
–El señor Emir entraba al dormitorio de Menem sin golpear y almorzaba a solas con él. Por eso dentro del menemismo algunos le tenían celos. Mi jefe solamente me decía “voy a estar en Gobierno o me voy a Olivos, o con Corach, llamame al celular”. Siempre fue así.

 

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