Por Santiago Rodríguez
y
Fernando Cibeira
La característica principal
del grupo Sushi es su delarruismo a prueba de balas. Por eso, a veces,
algunas de sus ideas pueden parecer a contrapelo de la realidad. Por ejemplo,
la que da sustento a la versión que circula por estos días:
convocar a elecciones para vicepresidente en octubre y candidatear a Domingo
Cavallo como forma de consolidar un objetivo de largo plazo, la fórmula
De la Rúa-Cavallo para el 2003. La iniciativa habría
tenido su punto de partida en una reunión mantenida la semana pasada
por algunos miembros del grupo, que además hicieron vía
telefónica las consultas de rigor a Antonio de la Rúa. La
movida comenzaría a tomar forma durante el largo fin de semana
de Pascuas en Chapadmalal, pero en las últimas horas el encuentro
habría sido postergado sólo por unos días
por problemas de agenda.
El encuentro de la semana pasada fue relatado a Página/12 por una
fuente muy cercana al Presidente. Según esta versión, del
cónclave que habría ocurrido en Olivos participaron
el ministro de Educación, Andrés Delich, el número
dos de la SIDE, Darío Richarte, el viceministro del Interior, Lautaro
García Batallán, y el secretario de Turismo, Hernán
Lombardi. Luego conversaron por teléfono con Antonio y con Patricia
Bullrich, también en Estados Unidos. El vocero presidencial, Ricardo
Ostuni, y el secretario privado, Leonardo Aiello, tampoco habrían
estado ajenos al tenor de lo discutido.
La conversación tuvo dos ejes. Uno, la necesidad de fortalecer
la figura del Presidente como el líder político del gobierno
para levantar la magra popularidad que hoy registra en las encuestas,
que apenas si movieron el amperímetro luego del último cambio
de gabinete. El segundo tema, claramente el más novedoso, el ofrecimiento
a Cavallo de un acuerdo electoral que tendría una ambición
a largo plazo: la idea es que concluya con una fórmula conjunta
para el 2003. Una propuesta que, de seguro, espantará a actuales
aliados a los que los sushis no tienen estima, como el sector radical
más cercano al ex presidente Raúl Alfonsín y el Frepaso,
los dos grupos que quedaron fuera del nuevo gabinete.
Los sushis piensan que pueden convencer a Cavallo de que no cuenta con
los votos suficientes para llegar a la presidencia, por lo que asegurarse
desde ya ser el próximo vice no es algo menor. En la visión
de los amigos del hijo del Presidente, De la Rúa es el principal
político del país un rol que suponen que ratificará
en el próximo año cuando la economía levante cabeza
mientras que a Cavallo le reservan el rol secundario de ser el mejor técnico.
Perdió dos elecciones seguidas, ni siquiera le pudo ganar
a Ibarra. Nosotros le aseguramos la estructura y los votos, coincidieron
en el encuentro. Además, le dejarían abierta la posibilidad
de conversar sobre el 2007, donde, ahí sí, podría
llegar el turno de Cavallo presidente.
Algunos, más ambiciosos, planean apurar la estrategia. La idea
sería aprovechar las elecciones legislativas de octubre para convocar
a comicios de vicepresidente. Una movida que no registra antecedentes
en la historia argentina, sobre cuya legalidad no hay una opinión
unánime y que, en realidad, ya fue sugerida a fin del año
pasado por el mismísimo Cavallo. En esa oportunidad, el entonces
diputado se autopropuso como candidato a llenar el vacío dejado
por la renuncia de Carlos Chacho Alvarez.
El plan sería anunciar la iniciativa en junio o julio cuando,
suponen, los índices económicos mostrarán alguna
recuperación y sus objetivos son múltiples. En primer
lugar, consolidar tempranamente la opción De la RúaCavallo
de forma tal que dos años después aparezca como la alternativa
natural. Al mismo tiempo, esto le impediría a Cavallo llegar a
acuerdos con los peronismos provinciales para incluir a sus partidarios
en las listas, algo que ya ha negociado con Eduardo Duhalde.
Por otro lado, con el economista cordobés ocupando la vicepresidencia,
De la Rúa despejaría un fantasma que lo acosa desde hace
tiempo: laposibilidad de que Raúl Alfonsín quien seguro
ingresará como senador, ya sea por mayoría o por minoría
asuma la jefatura provisional del Senado y se convierta de hecho en el
vicepresidente. Aunque el caudillo radical ha dicho que no quiere aquel
cargo, su presencia es una de las más temidas por el círculo
íntimo de De la Rúa.
El plan apunta a evitar estos inconvenientes. Desde luego, antes tendrían
que convencer a Cavallo de la conveniencia de abandonar el superministerio
de Economía para pasar a un cargo de tinte formal como la vicepresidencia.
Sin embargo, más allá de la opinión del funcionario,
lo cierto es que las ventajas de la operación son dudosas. Básicamente,
podría leerse como la formalización de una división
del poder de De la Rúa, justo lo que su entorno quiere evitar a
toda costa. Hay además otros riesgos. Supongamos que el peronismo
presenta una buena candidatura y perdemos, o hacemos una mala elección:
nos tenemos que ir inmediatamente, decía ayer un secretario
de Estado escéptico de la idea.
Con todo, la información, confirmada a Página/12 por una
persona muy cercana al Presidente, fue negada por los supuestos participantes.
Hace un mes que no voy a Olivos. Además, ponerse a hablar
ahora del 2003 es totalmente descabellado, aseguró García
Batallán a este diario. En cambio, sí reconocieron la existencia
de una cumbre sushi planeada para el fin de semana en Chapadmalal. Allí
irá de descanso el Presidente y, en una de sus cada vez más
espaciadas visitas, también llegará Antonio desde Miami.
La agenda incluiría un largo listado de temas, con la estrategia
electoral con el cavallismo en primer término. Pero la reunión
se habría postergado por los compromisos que varios de los posibles
concurrentes no consiguieron diferir por lo que fue reemplazada por encuentros
más reducidos hubo uno el jueves en la Casa Rosada
pero igual de reservados.
De sport en Villa
Rosa
Decidido a mostrarse dinámico y trabajador luego de su
criticado paseo por Roma, Fernando de la Rúa dedicó
la jornada de ayer a una serie de reuniones en su quinta de Pilar.
Allí se encontró con Domingo Cavallo, con quien habló
sobre algunas medidas reactivadoras que se lanzarán en breve,
el futuro de Pedro Pou en el Banco Central y la obsesión
cavallista de la canasta de monedas. Luego de la reunión,
el ministro de Economía quiso calmar los ánimos: dijo
que los argentinos no tienen que esperar ninguna sorpresa
en materia monetaria y que nadie debe preocuparse por
una posible salida de la Convertibilidad. Pero Cavallo no fue el
único funcionario que se reunió con el Presidente.
También pasaron por la quinta de De la Rúa el ministro
de Salud, Héctor Lombardo. Y dos funcionarios -el titular
de Infraestructura, Carlos Bastos, y el secretario general de la
Presidencia, Nicolás Gallo con los que el Presidente
conversó sobre los avances del Plan de Infraestructura. Por
último estuvo el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini,
con quien De la Rúa analizó el viaje que emprenderá
esta semana a Estados Unidos y Canadá. Finalizada la larga
ronda de reuniones, De la Rúa tenía previsto volar
a Chapadmalal, donde lo esperan algunos de sus familiares, para
pasar las Pascuas.
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EL
VOTO EN LA ONU SOBRE CUBA
No hay decisión tomada
Todavía no hay
una decisión tomada, aseguró ayer el canciller Adalberto
Rodríguez Giavarini cuando lo consultaron sobre el voto que la
Argentina adoptará en la ONU respecto de los derechos humanos en
Cuba. Dos semanas atrás, el funcionario había insinuado
que al igual que el año pasado la posición sería
de condena al régimen de Fidel Castro.
El año pasado, en una decisión personal y sorpresiva, De
la Rúa rompió la política abstencionista que se había
mantenido hasta ese momento y dio instrucciones para que la Argentina
votara contra Cuba. La decisión fue criticada por Carlos Chacho
Alvarez y Raúl Alfonsín. Y a principios de este año,
la voluntad presidencial de repetir el voto negativo motivó el
fracaso de la primera reunión del grupo de trabajo
de la Alianza, una frustrada idea por construir un ámbito de conducción
de la coalición que no pasó de aquel encuentro.
Ayer, en diálogo con Radio Mitre, Rodríguez Giavarini dijo
que aún no hay una definición sobre la postura que se adoptará
en abril, cuando el Gobierno deba decidir si condena o no a Cuba. Sin
embargo, el canciller sostuvo que la decisión se tomará
priorizando el respeto de los derechos humanos, sobre lo cual,
dijo, la Argentina tiene una política de Estado. Finalmente,
el funcionario dejó en claro que la decisión final será
del Presidente. Se hará en la línea que más
le convenga a la Argentina y la que me indique el Presidente, explicó.
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