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CESARIA EVORA Y UN DISCO CON INVITADOS ILUSTRES
“Algún día tendré que parar”

La cantante caboverdiana contó para �Sao Vicente di longe�, su nuevo CD, con el aporte de Caetano, Bonnie Raitt y Pedro Guerra, entre otros. Desde que amenaza con retirarse, actúa más que nunca.

Cesaria Evora, dueña de una voz y
un carisma que cautivan a públicos
de todo el mundo.

Por Carlos Galilea
Desde Madrid

Cesaria Evora situó las islas de Cabo Verde en el mapa. En Sao Vicente di longe, su flamante disco, en el que contó con las voces de Caetano Veloso, Bonnie Raitt y Pedro Guerra, el piano de Chucho Valdés y la Orquesta Aragón, ratificó el porqué de este merecido reconocimiento. Cesaria se sienta en uno de los sofás de la recepción del hotel y deja caer los zapatos al suelo. No los necesita. En la época colonial, con motivo de una recepción para autoridades portuguesas, de visita en Cabo Verde, la invitaron a cantar, previo aviso de que no podía acudir descalza: “Fuimos a comprar un par de zapatos que yo misma escogí. Al llegar recorrí el pasillo y, nada más alcanzar el lugar donde iba a cantar, me los quité. Se quedaron todos sorprendidos. Cuando terminé los metí en una bolsa de plástico y me los llevé a casa”.
Su voz, que emociona cuando se pone a cantar las melancólicas mornas caboverdianas, ha cautivado a medio mundo, incluyendo al público argentino, que pudo disfrutar de su música en dos oportunidades. Muchos de los viajes turísticos a Cabo Verde, y a su isla de San Vicente, nacieron de haber escuchado sus discos. Hasta el punto de que el gobierno de su país le otorgó un pasaporte diplomático: “Cuando se llena de sellos lo devuelvo y me dan otro nuevo”, dice complacida, en un portugués con dejos africanos que dificultan la comprensión para un oyente hispano.
Para llegar a su casa de Mindelo, el puerto de la isla de San Vicente, basta preguntar a cualquier taxista. Las puertas están abiertas y a Cesaria le agrada ejercer de anfitriona. “Lo mejor es ir en Carnaval, ya que se forman grupos muy animados. Como en Brasil, pero más pequeño y menos rico. O bien en verano, aunque hace mucho calor, porque es la época de los festivales de música”, cuenta. En cuanto a comidas recomienda “los mariscos y el caldo de peixe –sopa de pescado– y la catchupa, que se prepara a base de maíz, porotos, yuca, cerdo ...”. Y para beber, “el grog, el aguardiente local extraído de la caña de azúcar”.
La canción que da título al disco, “San Vicente desde lejos”, expresa toda la nostalgia de su isla. “Ese sentimiento hacia nuestro país forma parte de nuestra cultura desde los tiempos de la emigración”, dice Cesaria Evora, que desde hace poco menos de una década, cuando fue “descubierta” por el mundo occidental, pasa ocho meses al año alejada de su tierra. En agosto y setiembre descansa en Mindelo, en cuyas tabernas portuarias pasó muchas noches cantando, y aún lo sigue haciendo, cuando puede. “Conocía el repertorio de canciones que Nat King Cole había grabado en español. La gente las pedía y yo las cantaba, pese a no hablar bien el español”. Ahora canta “Tiempo y silencio” a dúo con Pedro Guerra, del mismo modo que antes supo interpretar con gran cariño el bolero “Bésame mucho”.
En el disco anterior, Café Atlántico, ya había grabado con músicos brasileños y cubanos. “Si algo sale bien, ¿por qué no volver a hacerlo?”, argumenta. “Además, en Brasil y en Cuba me siento como en mi casa”. Con Caetano Veloso –“ una persona maravillosa y muy sencilla, que me ha ayudado mucho”– comparte “Regresso”, y con Bonnie Raitt, “Crepuscular sólido”; la Orquesta Aragón la acompaña en el bolero-danzón “Linda mimosa”, mientras Chucho Valdés la envuelve en su piano en “Negue”: “Escuchó la cinta, fuimos al estudio y la tocamos una vez para ensayar. A la segunda se grabó”, señala con naturalidad.
En este disco, Evora recurrió de nuevo a varias composiciones de su compatriota Teófilo Chantre. “Yo conocía a su padre y a su madre cuando él todavía no había nacido y antes de que se marcharan a Francia”, cuenta. Tampoco falta un número de B. Leza, el clásico de los clásicos de la música de Cabo Verde. “Era un gran amigo de mis padres y venía a casa siendo yo una niña. Escribió muchas canciones sobre San Vicente. A todos los caboverdianos nos gusta cantar sus canciones”. Desde que insinuó la posibilidad de una retirada, Cesaria Evora está trabajando más que nunca. Quizá por eso se despide con una mirada de niña traviesa: “Lo que dije es que algún día tendré que parar”. Todos esperan que esa decisión no termine de llegar nunca.

 

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