Por Julián Gorodischer
Betty es completamente suya:
la imaginó rasgo por rasgo, pensó su flequillo pegajoso
y su bigote con la precisión de un orfebre. Le dio vida como si
la hubiera soñado desde chico. De hecho, lo hacía: Fernando
Gaitán, su guionista, se pasó la adolescencia fantaseando
con feas como heroínas. Prefería pensarlas en los roles
que otras libretistas como Delia Fiallo o Corín Tellado otorgaban
a las caras perfectas. Comenzaba, así, a cultivar la fama que hoy
todos le conocen: la del provocador que, en Café con aroma
de mujer, reemplazó la dupla chica pobre-niño rico
por el romance pasional de un hombre joven y una mujer madura. Para romper
con el reinado de belleza de unas pocas, años después, ideó
Yo soy Betty, la fea, su criatura preferida, la que convierte
en rating todo lo que toca.
Siempre quise contar la historia de una mujer marginal, dice
Gaitán a Página/12 desde Colombia. Sabía que largaba
con desventaja: se enfrentaba a un sistema de ídolos televisivos
que se apoya en la belleza de las facciones. Sólo así, dice
el manual, se obtiene la legión de fans que toda tira necesita.
Eludió esas primeras advertencias, y diseñó el boceto
de su chica. Sabía que estaba por poner a andar una crítica
despiadada hacia los que creen que vale la pena dedicar la vida a embellecerse
en spas, gimnasios y quirófanos. Sabía, también que
quería vencer los estereotipos tradicionales de la telenovela.
Eso traería cola.
La mujer que empezó tímida en el set, casi en simbiosis
con su personaje, la que paraliza a Colombia cada tarde y llegó
a la tapa del Washington Post, posa ahora en las revistas de farándula
de la Argentina con aires de diva, y arruina la intriga de su propia historia
cuando avisa que, en breve, se la podrá ver muy linda en la pantalla
de Telefé. El éxito, dicen, le despertó una vocación
de estrella que le valió no pocas antipatías,
el fin de un matrimonio, una tensa relación con el mismo Gaitán.
Ana María Orozco, la actriz, prefiere para sí el look triunfal
de una como Patricia, la rubia rival de Betty en la novela, que se dedica
a hostigar al cuartel de las feas. Orozco, de gira mundial, mira a la
lente desde una portada, más linda que nunca en un alarde de producción
(sólo se deja fotografiar por su marido, por nadie más)
y declara ¿irónica?: Estoy orgullosa de
triunfar como fea. A Gaitán poco le importa lo que haga con
su vida; ningún divismo parece es más fuerte
que Yo soy Betty.... Es una fantástica actriz
que está logrando que se dejen de convertir modelos en actores
de la noche a la mañana y posiciona a la novela colombiana en todo
el mundo, reconoce el guionista.
Ser lindo o ser feo: es el par de opuestos que en Yo soy Betty...
rige el éxito y el fracaso, el amor y el desamor. Es una cuestión
de clase, no de amor propio. Betty se sabe fea, y repite ese argumento
para justificar su soltería. Sabe que a los otros se les reserva
el dinero, las fotos de famosos en las revistas (en las que ahora Orozco
posa, una y otra vez) y el respeto social. La cruzada de Betty, por eso,
no es personal: no es el sueño individual de una cenicienta en
busca de sosiego. No se trata aquí de la batalla de una buena
por su felicidad. Ella, en el mundo de extremos que ideó Gaitán,
es una chica antisistema. Con ella se juega la reivindicación de
todo el cuartel. Su redención podría hacer caer un régimen.
Yo soy Betty... tiene muchos elementos de telenovela
clásica: es una chica enamorada de un galán rico. Nunca
me propuse ser arrogante con la estructura del culebrón: habría
fracasado sistemáticamente. Quise ensayar, eso sí, una comedia
dentro de una tira, cambiar la manera de pensar el género. En las
telenovelas suelen ofrecerse bellas en contexto de pobreza, y es esa belleza
la que habilita el éxito de la protagonista. Betty, en cambio,
es anónima. Es más espectadora tradicional de telenovelas
queheroína. Está más cerca de la que sueña
del otro lado de la pantalla, que de la que vive una historia de amor
y pasiones.
¿Por qué Betty es masiva en todos los países
en los que desembarca?
Betty es un fenómeno mundial por dos factores: toca o hiere
la vanidad femenina más primaria, y eso hace que se generen efectos
de solidarización y un sistema de afectos en cualquier sitio. Su
historia, además, se sigue con el corazón en la mano, y
esa posición vuelve adicto al espectador.
Betty vivirá una conversión a mujer bella. ¿No
lo considera una traición al personaje?
Había que activar ciertos mecanismos que exigían un
cambio de fisonomía, para dar pie a su momento de revancha. Era
necesario para no correr el riesgo de perder el carácter popular
de la tira. Una telenovela, ante todo, es un sueño colectivo, un
anhelo popular, y la demanda de muchas mujeres era que hubiera un cambio
estético, la querían linda. Vale destacar que ese cambio
se hizo, pero desde adentro hacia afuera, sin cirugías de ninguna
índole. Betty se deja abrir y cambia, pero es un proceso gradual
y natural que no se da en un quirófano, ni de la noche a la mañana.
¿No se acerca, con ese cambio, al formato de una tenovela
tradicional?
Eso no me preocupa. Yo creí que la telenovela necesitaba
una vuelta de tuerca, y por eso nació Betty. Pero también
tengo un respeto muy alto por la novela clásica. En mis épocas
como intelectual las subestimaba. Pero como libretista empecé a
admirarlas profundamente. Nunca ingresé a la telenovela para desestimar
lo que se hizo.
Uno de los hallazgos de la novela es admitir, también, una
lectura culta a través de citas, guiños y gags
sólo para entendidos, y conseguir que eso no empañe su repercusión
masiva.
Hay en Yo soy Betty... una historia lineal para un público
que, en nuestros países, es pobre y pertenece a un sector popular.
Pero también he traficado con Jorge Luis Borges, Julio Cortázar
y Delmira Agustini, entre otros escritores. Cuando veo la oportunidad,
acorto la distancia entre el arte elitista y el popular. En el drama de
Betty, utilizo, para eso, recursos literarios. Uso cierta poética,
pero con una condición básica: que nunca suene falso el
tono.
¿Qué es lo que más le impresiona del éxito
de Betty?
Sin dudas, lo que está sucediendo en Colombia. Cada emisión
paraliza el país. Hay vuelos que se retrasan, teatros que tienen
que postergar el inicio de sus funciones, centros comerciales que tienen
siempre los televisores encendidos y emiten sus capítulos grabados.
Los consumidores exigen la novela en todas partes. Yo digo que cada vez
que comienza Yo soy Betty... se declara en el país
un estado de sitio.
En Colombia, la novela está muy cerca de llegar a su final.
¿Qué vendrá después?
Me he convertido en un personaje muy popular. Me reconocen por las
calles; cientos de adolescentes me dirigen sus cartas; he perdido intimidad.
Puede ser una situación curiosa, pero muy desbordante para un escritor.
Ahora sólo pienso en ponerme a dormir por un buen rato.
La telenovela como
obra literaria
Fernando Gaitán comenzó a escribir desde el periodismo,
en la sala de redacción del diario colombiano El Tiempo.
Aprendió el oficio de cronista investigador que
después aplicaría en la creación de todos sus
personajes. Me muevo .dice según las leyes
de la crónica: miro, atiendo a detalles, elaboro un perfil
y lo aplico a mis criaturas. Escribió obras de teatro,
entre las que se destacan Tres son suficiente y La buena yerba.
Llegó a la pantalla chica con las series y comedias Los de
al lado, Azúcar, Laura, por favor, La quinta hoja del trébol
y La fuerza del poder. Hasta 1994, siguió con una carrera
de oscuro guionista, miembro de un gigantesco equipo. Ese año,
todo cambiaría: tuvo una buena idea. Café con
aroma de mujer, su primera telenovela, lo convirtió
en una figura de culto, asociada a la transgresión y los
diálogos inteligentes.
La consagración llegaría junto a Yo soy Betty,
la fea, que ya le hizo ganar más de una decena de premios,
entre ellos el de la Asociación de Críticos de los
Estados Unidos. Sus trabajos son esperados hoy como sucede con ciertas
películas de autor, una verdadera rareza para la TV, que
suele preferir la producción en serie y los equipos con mucha
fuerza de trabajo y pocas firmas. Gaitán, frente a esa tendencia,
opone su propio orgullo: Yo soy un escritor. Mis novelas son
mi obra.
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Un currículum
diferente
Café con
aroma de mujer: en esta novela, Gaitán combina su vocación
como guionista con su oficio de periodista. Es su primer trabajo
dentro del género: un retrato de la realidad social colombiana,
sostenido por una investigación periodística rigurosa,
regida por las reglas del nuevo periodismo. Para este guión,
Gaitán elaboró una larga crónica sobre una
familia, que luego pasó al terreno de la ficción.
Guajira:
es una historia de amor en el marco de una mina de carbón.
Gaitán juega con las leyes del género al insertar
el romance en un contexto suburbano real, allí donde se produce
un encuentro curioso entre las tradiciones populares de una zona
tropical y la irrupción de nuevas tecnologías.
Carolina Barrantes:
es un extraño experimento que cruza el melodrama con el género
gótico, el misterio, y encuadra la historia de amor en una
trama para asustar.
Yo soy Betty, la
fea: sin duda, su producto más popular y exitoso, el
que logró violar una de las reglas más incuestionables
del género, aquella que dictaba heroínas bellas y
romance correspondido pero difícil. Nada de eso sucede, al
menos por ahora, en la historia de Beatriz Pinzón.
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Brando fue internado
A pocas horas de comenzar el rodaje de Scary Movie 2, film en
el que por aparecer apenas unos instantes cobrará dos millones
de dólares, Marlon Brando cayó enfermo de neumonía
y debió ser trasladado a un hospital. Ni el agente de Brando
ni los responsables de la película en la que el actor
interpretará a un sacerdote que realiza un exorcismo, parodiando
a El exorcista brindaron detalles sobre la enfermedad o cuánto
tiempo se espera que permanezca internado. La noticia se conoce
apenas un día después de que se difundiera que Brando
aceptó trabajar en esta sátira de las películas
de horror y de que cobrará 2 millones de dólares por
sólo cuatro días de trabajo. Scary Movie, con Keenen
Ivory Wayans dirigiendo a sus hermanos Shawn y Marlon, así
como a Chris Elliott, Tim Curry, Tori Spelling y Andy Richter, se
convirtió en un hit taquillero el verano pasado en los Estados
Unidos. La secuela se estrenará en las salas norteamericanas
el fin de semana del feriado del 4 de julio próximo. Luego
de este proyecto, Brando, de 77 años, tiene previsto filmar
junto a Robert De Niro y Edward Norton el drama criminal The Score.
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