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ENTREVISTA A FERNANDO GAITAN, GUIONISTA DE LA TIRA MAS EXITOSA DE AMERICA
“Las mujeres me piden que Betty sea linda”

�El personaje toca la vanidad femenina�, dice el creador de �Yo soy Betty, la fea�,
una telenovela que cambió las reglas del género. Pero el autor anticipa que habrá un
giro hacia una concepción más clásica.

Ana María Orozco en la piel de un personaje que rompió records.

Gaitán afirma que en su adolescencia fantaseaba exclusivamente con heroínas feas.

Por Julián Gorodischer

Betty es completamente suya: la imaginó rasgo por rasgo, pensó su flequillo pegajoso y su bigote con la precisión de un orfebre. Le dio vida como si la hubiera soñado desde chico. De hecho, lo hacía: Fernando Gaitán, su guionista, se pasó la adolescencia fantaseando con feas como heroínas. Prefería pensarlas en los roles que otras libretistas como Delia Fiallo o Corín Tellado otorgaban a las caras perfectas. Comenzaba, así, a cultivar la fama que hoy todos le conocen: la del provocador que, en “Café con aroma de mujer”, reemplazó la dupla chica pobre-niño rico por el romance pasional de un hombre joven y una mujer madura. Para romper con el reinado de belleza de unas pocas, años después, ideó “Yo soy Betty, la fea”, su criatura preferida, la que convierte en rating todo lo que toca.
“Siempre quise contar la historia de una mujer marginal”, dice Gaitán a Página/12 desde Colombia. Sabía que largaba con desventaja: se enfrentaba a un sistema de ídolos televisivos que se apoya en la belleza de las facciones. Sólo así, dice el manual, se obtiene la legión de fans que toda tira necesita. Eludió esas primeras advertencias, y diseñó el boceto de su chica. “Sabía que estaba por poner a andar una crítica despiadada hacia los que creen que vale la pena dedicar la vida a embellecerse en spas, gimnasios y quirófanos. Sabía, también que quería vencer los estereotipos tradicionales de la telenovela. Eso traería cola.”
La mujer que empezó tímida en el set, casi en simbiosis con su personaje, la que paraliza a Colombia cada tarde y llegó a la tapa del Washington Post, posa ahora en las revistas de farándula de la Argentina con aires de diva, y arruina la intriga de su propia historia cuando avisa que, en breve, se la podrá ver muy linda en la pantalla de Telefé. El éxito, dicen, le despertó una vocación de “estrella” que le valió no pocas antipatías, el fin de un matrimonio, una tensa relación con el mismo Gaitán. Ana María Orozco, la actriz, prefiere para sí el look triunfal de una como Patricia, la rubia rival de Betty en la novela, que se dedica a hostigar al cuartel de las feas. Orozco, de gira mundial, mira a la lente desde una portada, más linda que nunca en un alarde de producción (sólo se deja fotografiar por su marido, por nadie más) y declara –¿irónica?–: “Estoy orgullosa de triunfar como fea”. A Gaitán poco le importa lo que haga con su vida; ningún divismo –parece– es más fuerte que “Yo soy Betty...”. “Es una fantástica actriz que está logrando que se dejen de convertir modelos en actores de la noche a la mañana y posiciona a la novela colombiana en todo el mundo”, reconoce el guionista.
Ser lindo o ser feo: es el par de opuestos que en “Yo soy Betty...” rige el éxito y el fracaso, el amor y el desamor. Es una cuestión de clase, no de amor propio. Betty se sabe fea, y repite ese argumento para justificar su soltería. Sabe que a los otros se les reserva el dinero, las fotos de famosos en las revistas (en las que ahora Orozco posa, una y otra vez) y el respeto social. La cruzada de Betty, por eso, no es personal: no es el sueño individual de una cenicienta en busca de sosiego. No se trata aquí de la batalla de una “buena” por su felicidad. Ella, en el mundo de extremos que ideó Gaitán, es una chica antisistema. Con ella se juega la reivindicación de todo el cuartel. Su redención podría hacer caer un régimen.
–“Yo soy Betty...” tiene muchos elementos de telenovela clásica: es una chica enamorada de un galán rico. Nunca me propuse ser arrogante con la estructura del culebrón: habría fracasado sistemáticamente. Quise ensayar, eso sí, una comedia dentro de una tira, cambiar la manera de pensar el género. En las telenovelas suelen ofrecerse bellas en contexto de pobreza, y es esa belleza la que habilita el éxito de la protagonista. Betty, en cambio, es anónima. Es más espectadora tradicional de telenovelas queheroína. Está más cerca de la que sueña del otro lado de la pantalla, que de la que vive una historia de amor y pasiones.
–¿Por qué Betty es masiva en todos los países en los que desembarca?
–Betty es un fenómeno mundial por dos factores: toca o hiere la vanidad femenina más primaria, y eso hace que se generen efectos de solidarización y un sistema de afectos en cualquier sitio. Su historia, además, se sigue con el corazón en la mano, y esa posición vuelve adicto al espectador.
–Betty vivirá una conversión a mujer bella. ¿No lo considera una traición al personaje?
–Había que activar ciertos mecanismos que exigían un cambio de fisonomía, para dar pie a su momento de revancha. Era necesario para no correr el riesgo de perder el carácter popular de la tira. Una telenovela, ante todo, es un sueño colectivo, un anhelo popular, y la demanda de muchas mujeres era que hubiera un cambio estético, la querían linda. Vale destacar que ese cambio se hizo, pero desde adentro hacia afuera, sin cirugías de ninguna índole. Betty se deja abrir y cambia, pero es un proceso gradual y natural que no se da en un quirófano, ni de la noche a la mañana.
–¿No se acerca, con ese cambio, al formato de una tenovela tradicional?
–Eso no me preocupa. Yo creí que la telenovela necesitaba una vuelta de tuerca, y por eso nació Betty. Pero también tengo un respeto muy alto por la novela clásica. En mis épocas como intelectual las subestimaba. Pero como libretista empecé a admirarlas profundamente. Nunca ingresé a la telenovela para desestimar lo que se hizo.
–Uno de los hallazgos de la novela es admitir, también, una lectura “culta” a través de citas, guiños y gags sólo para entendidos, y conseguir que eso no empañe su repercusión masiva.
–Hay en “Yo soy Betty...” una historia lineal para un público que, en nuestros países, es pobre y pertenece a un sector popular. Pero también he traficado con Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Delmira Agustini, entre otros escritores. Cuando veo la oportunidad, acorto la distancia entre el arte elitista y el popular. En el drama de Betty, utilizo, para eso, recursos literarios. Uso cierta poética, pero con una condición básica: que nunca suene falso el tono.
–¿Qué es lo que más le impresiona del éxito de Betty?
–Sin dudas, lo que está sucediendo en Colombia. Cada emisión paraliza el país. Hay vuelos que se retrasan, teatros que tienen que postergar el inicio de sus funciones, centros comerciales que tienen siempre los televisores encendidos y emiten sus capítulos grabados. Los consumidores exigen la novela en todas partes. Yo digo que cada vez que comienza “Yo soy Betty...” se declara en el país un estado de sitio.
–En Colombia, la novela está muy cerca de llegar a su final. ¿Qué vendrá después?
–Me he convertido en un personaje muy popular. Me reconocen por las calles; cientos de adolescentes me dirigen sus cartas; he perdido intimidad. Puede ser una situación curiosa, pero muy desbordante para un escritor. Ahora sólo pienso en ponerme a dormir por un buen rato.

 

La telenovela como obra literaria

Fernando Gaitán comenzó a escribir desde el periodismo, en la sala de redacción del diario colombiano El Tiempo. Aprendió el oficio de “cronista investigador” que después aplicaría en la creación de todos sus personajes. “Me muevo –.dice– según las leyes de la crónica: miro, atiendo a detalles, elaboro un perfil y lo aplico a mis criaturas.” Escribió obras de teatro, entre las que se destacan Tres son suficiente y La buena yerba. Llegó a la pantalla chica con las series y comedias Los de al lado, Azúcar, Laura, por favor, La quinta hoja del trébol y La fuerza del poder. Hasta 1994, siguió con una carrera de oscuro guionista, miembro de un gigantesco equipo. Ese año, todo cambiaría: tuvo una buena idea. “Café con aroma de mujer”, su primera telenovela, lo convirtió en una figura de culto, asociada a la transgresión y los diálogos inteligentes.
La consagración llegaría junto a “Yo soy Betty, la fea”, que ya le hizo ganar más de una decena de premios, entre ellos el de la Asociación de Críticos de los Estados Unidos. Sus trabajos son esperados hoy como sucede con ciertas películas de autor, una verdadera rareza para la TV, que suele preferir la producción en serie y los equipos con mucha fuerza de trabajo y pocas firmas. Gaitán, frente a esa tendencia, opone su propio orgullo: “Yo soy un escritor. Mis novelas son mi obra”.

 

Un currículum diferente

“Café con aroma de mujer”: en esta novela, Gaitán combina su vocación como guionista con su oficio de periodista. Es su primer trabajo dentro del género: un retrato de la realidad social colombiana, sostenido por una investigación periodística rigurosa, regida por las reglas del nuevo periodismo. Para este guión, Gaitán elaboró una larga crónica sobre una familia, que luego pasó al terreno de la ficción.
“Guajira”: es una historia de amor en el marco de una mina de carbón. Gaitán juega con las leyes del género al insertar el romance en un contexto suburbano real, allí donde se produce un encuentro curioso entre las tradiciones populares de una zona tropical y la irrupción de nuevas tecnologías.
“Carolina Barrantes”: es un extraño experimento que cruza el melodrama con el género gótico, el misterio, y encuadra la historia de amor en una trama para asustar.
“Yo soy Betty, la fea”: sin duda, su producto más popular y exitoso, el que logró violar una de las reglas más incuestionables del género, aquella que dictaba heroínas bellas y romance correspondido pero difícil. Nada de eso sucede, al menos por ahora, en la historia de Beatriz Pinzón.

 

Brando fue internado

A pocas horas de comenzar el rodaje de Scary Movie 2, film en el que por aparecer apenas unos instantes cobrará dos millones de dólares, Marlon Brando cayó enfermo de neumonía y debió ser trasladado a un hospital. Ni el agente de Brando ni los responsables de la película –en la que el actor interpretará a un sacerdote que realiza un exorcismo, parodiando a El exorcista– brindaron detalles sobre la enfermedad o cuánto tiempo se espera que permanezca internado. La noticia se conoce apenas un día después de que se difundiera que Brando aceptó trabajar en esta sátira de las películas de horror y de que cobrará 2 millones de dólares por sólo cuatro días de trabajo. Scary Movie, con Keenen Ivory Wayans dirigiendo a sus hermanos Shawn y Marlon, así como a Chris Elliott, Tim Curry, Tori Spelling y Andy Richter, se convirtió en un hit taquillero el verano pasado en los Estados Unidos. La secuela se estrenará en las salas norteamericanas el fin de semana del feriado del 4 de julio próximo. Luego de este proyecto, Brando, de 77 años, tiene previsto filmar junto a Robert De Niro y Edward Norton el drama criminal The Score.

 

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