Por Fernando Cibeira
Pese a ser uno de los integrantes
del grupo sushi, a Lautaro García Batallán lo sorprendió
que los últimos cambios de gabinete terminaran provocando su llegada
al viceministerio del Interior. Ahora debe lidiar con la dura reorganización
a la que obliga la lógica del ajuste tras ajuste. Pese a eso, asegura
que ni loco cambiaría su puesto por ser candidato a
algo y niega que su camino ascendente, a los 33 años, tenga que
ver con su amistad con Antonio de la Rúa. Decir eso sería
bastardear mi carrera, responde a Página/12.
¿Cómo va la campaña por la reelección
de De la Rúa?
Primero hay que contextuar la situación. Plantear el 2003
ahora es irracional. Ahora, Heidegger decía que el futuro en política
sucede antes que el presente. Si nosotros somos capaces de hacer crecer
la economía, salir de la recesión, aumentar la base laboral
de la Argentina y terminar con los índices de indigencia y de gravedad
del desempleo, no hay ninguna situación inevitable de cara al 2003.
De ahí a decir que se está pensando en el 2003 hay un camino
que separa.
Pero si se dieran estas condiciones que plantea necesarias para
la reelección, ¿el candidato no tendría que ser Cavallo
en vez de De la Rúa?
Estoy convencido de que vamos a lograr esos objetivos. Por eso,
y sin que sea el lanzamiento de una reelección apresurada, es falso
que esto llevaría a Cavallo. De la Rúa es el presidente
que convocó al gobierno de unidad sobre la base de la Alianza que
ganó las elecciones, incorporando a sectores que con actitudes
patrióticas aceptaron poner el hombro.
¿El grupo Sushi fue el ganador del cambio de gabinete?
Una de los problemas centrales de la lógica política
argentina es el fulanismo. Pareciera que no alcanza con decir que uno
es radical; tiene que explicar si es de De la Rúa o de Alfonsín
y así la lógica del fulanismo se va imponiendo. Se estigmatizan
situaciones que llevan a confirmar a la gente lo que presume de la política:
que frente a los grandes problemas la política se empeña
en los pequeños problemas de unos contra otros. Me opongo a las
dos partes de la pregunta. Primero, la existencia de un grupo que no existe.
Y la segunda, la presunción de que en medio de la crisis algún
sector puede haberse visto favorecido.
Quizás usted no lo quiere llamar así, pero está
claro que existe un grupo de jóvenes, amigos de Antonio de la Rúa,
que se juntan a menudo a conversar de política y discutir estrategias,
cosa que no hacen con otros funcionarios. De hecho funcionan como grupo.
Repito: mirar el armado del gobierno desde una óptica pequeña
de decir quién gano y quién perdió, es suicida. Uno
siempre tiene más afinidades con algunas personas, pero en un gobierno
de lo que se trata es de ponerle el hombro al Presidente. En el cambio
de gabinete el que ganó fue el país.
El Presidente anunció la creación del gobierno de
unidad nacional pero es notorio que algunos sectores de la Alianza quedaron
afuera. Uno fue el Frepaso, otro el radicalismo más cercano a Raúl
Alfonsín.
Yo veo la mitad del vaso lleno: para mí hay una voluntad
de mayor participación. El Frepaso tomó sus decisiones durante
los primeros 15 meses y ahora está más dispuesto a incorporar
más dirigentes a la gestión. Ahora, yo pienso que hay que
incorporar más gente del Frepaso y de algunos sectores del radicalismo
al gabinete. Pero no doy por sentado que están fuera. Tienen varios
secretarios de Estado y sería bueno que tuvieran más.
¿Quién fue que no quiso que Chacho Alvarez sea jefe
de Gabinete?
Eso es una especulación, la respuesta podría ser un
múltiple choice. El Frepaso fue convocado a debatir acerca de cómo
se articulaba el gobierno de unidad y el saldo de esa discusión
dejó conformes a todos. Yo tengo por Chacho una valoración
especial, considero que es uno de los dirigentes políticos mejor
formados. Y no me consta que haya existido en él o en el Frepaso
la intención de que fuera jefe de gabinete.
¿No hubiese ayudado a la composición de un gobierno
de unidad que Chacho fuera jefe de gabinete?
No se trata de personas. Chrystian Colombo ha distinguido su rol
como jefe de Gabinete. El gobierno no es un rompecabezas en el que hay
que acomodar piezas predeterminadas. Es una especulación complicada
porque opino bien de Chacho y opino bien de Colombo.
¿Piensa que Chacho debería ser candidato en octubre?
El dice que no. Soy de los que piensan que sería bueno que
fuera candidato. Pero no como una presión o una imposición.
A mí me gustaría.
¿Coincide con la posibilidad de incorporar al cavallismo
a la Alianza?
Los grandes problemas se deben resolver con grandes coaliciones.
Y la Alianza, cuando se constituyó, se pensó como una coalición
en permanente crecimiento. Sería muy bueno que la Alianza se anime
a crecer sin perder los valores con los que se constituyó. De algún
modo, nos endurecemos pero no perdemos la ternura (N de la R: cita, sin
nombrar, al Che Guevara).
¿No es otra Alianza la que queda tras los cambios de gabinete?
No, el gobierno de De la Rúa y de la Alianza, ahora representado
en la unidad nacional.
Pero De la Rúa siempre dijo que venía a plantear un
modelo nuevo. ¿Pueden sostener lo mismo con Cavallo en el Gobierno?
No, porque no se trata de las personas sino de las propuestas. Las
medidas que anuncia Cavallo tienen mucha más proximidad quizá
más que algunas tomadas en los 15 meses anteriores con la
Carta a los Argentinos. Es paradojal, pero es así. Lo tangible
es lo que se puede objetivar.
¿De la Rúa no quedó muy debilitado luego de
tantos cambios?
Esa es una visión intencionada. Hay miles de teorías,
pero la que más me preocupa es la del trasvasamiento del poder.
Eso pone en tela de juicio a la Presidencia. No puede haber trasvasamiento
entre un presidente que sacó en las elecciones casi la mitad de
los votos, con su actual ministro de Economía que sacó apenas
el 7 por ciento. Hay un desafío del Presidente por conducir el
gobierno y un patriotismo inocultable de Cavallo.
¿Qué piensa sobre la posibilidad de que vayan cavallistas
en la listas de Eduardo Duhalde?
Sería contradictorio. Sobre todo en el caso de Duhalde que
instruyó a sus diputados para que votaran en contra de la Ley de
Competitividad.
¿Fue un error el viaje de De la Rúa a Italia?
Había una invitación del Vaticano para que De la Rúa
y su familia vieran al Papa. Paralelamente, se armaron dos agendas para
que se encontrara en Roma con los principales referentes de los partidos
de allá y empresarios como el presidente de Fiat y otra con argentinos
que triunfan en el exterior. Esto último tuvo una dimensión
mediática exagerada y alguno pudo pensar que ése fue el
objeto central de la visita, pero está claro que no lo fue.
¿No les preocupa la hiperactividad de Cavallo?
No nos preocupa, nos pone contentos. Es más, es una metodología
de trabajo a imitar. Hay otros funcionarios hiperactivos pero tienen menos
peso mediático y se notan menos. De la Rúa, sólo
en una semana, se reunió con el Papa, el presidente de Italia y
China, los dos principales candidatos a primer ministro italianos, con
el primer ministro de Francia y el ex presidente de España. Eso
va en absoluta sintonía con la hiperactividad de Cavallo, pero
pareciera que hay una intención de mostrarlos contrapuestos.
¿Cómo definiría el pensamiento político
de Antonio de la Rúa?
Es el más delarruista de todos.
Por su apellido, dice usted.
Una vez me dijo no te olvides que acá el único
delarruista de la primera hora soy yo. Su pensamiento es ése.
Sus ideas políticas son muyfrescas, naturales. Es mi amigo y está
como en el medio del huracán. No me parece trascendente para la
población saber qué piensa el hijo del Presidente.
¿Tampoco su influencia?
La influencia no es la que se le adjudica. De la Rúa rechaza
la lógica de los entornos. Escucha opiniones, claro, y entre ellas
la de su familia, que es lo que haría cualquiera. Opino que sería
muy bueno que Antonio se dedicara a la política para terminar con
las especulaciones.
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