Por Santiago Rodríguez
Hoy a la Alianza le falta
contenido, define Cecilia Felgueras. Y para explicarse, subraya
que ese contenido lo dan las políticas activas, se construye
con la gente a través de contratos sociales, diciendo voy
a hacer esto y haciéndolo. La frase encierra una visión
crítica que se hace también evidente cuando la vicejefa
de Gobierno porteña destaca que el de la ciudad es claramente
un gobierno de coalición que supo crear ámbitos
de resolución política de los conflictos. Al hablar
de Fernando de la Rúa, Felgueras se maneja con cautela: por un
lado señala que el Presidente es responsable de todas las
decisiones de su gestión, por el otro compensa diciendo que
a partir de la renuncia de Chacho Alvarez, cargó el gobierno
sobre sus espaldas y con aciertos y errores está gobernando en
un país con mucha tormenta. Domingo Cavallo no le gusta,
da a entender sin admitirlo abiertamente, pero considera que era
la mejor opción posible en el momento y las circunstancias
en que fue designado como ministro de Economía.
Días atrás, Ibarra le señaló a Página/12
que en el gobierno nacional hay otra Alianza. ¿Coincide
con esa apreciación?
Al gobierno nacional se le incorporó Domingo Cavallo. Efectivamente,
ése es un cambio político importante. Lo que me parece importante
es reconstruir entre todos lo que significó la esperanza del voto
a la Alianza. En la ciudad la Alianza funciona bien y desde la ciudad
vamos a tratar de ayudar a reconstruir en el gobierno nacional lo que
la gente votó.
¿Cuál es la clave en la ciudad para que las cosas
sean distintas que a nivel nacional?
La primera es que Aníbal y yo estamos en funciones. La gente
nos votó como jefe y vice y así estamos trabajando, cumpliendo
cada uno su rol. Además, es un gobierno altamente equilibrado y
que se ha animado a integrar como secretarios a representantes del peronismo.
Es claramente un gobierno de coalición y un gobierno de coalición
es un gobierno que se reconoce como conformado por diferentes. Una alianza
se arma entre diferentes y eso significa crear ámbitos de resolución
política de los conflictos hacia el interior del gobierno. Eso
es lo que estamos sabiendo hacer dentro del Gobierno de la Ciudad.
¿Por qué Fernando de la Rúa y Carlos Chacho
Alvarez no pudieron hacerlo?
Son situaciones difíciles de comparar por la dificultad con
que se recibió el gobierno nacional y por las presiones que tiene.
Se recibió un gobierno con una herencia económica muy difícil,
con una deuda social y de desempleo muy acuciante y con una deuda moral
muy grande. Todo eso hace que sea difícil comparar. Podríamos
decir nosotros lo hacemos bien y otros no, pero no sería
justo ponerlo en esos términos. Yo diría que nosotros logramos
que la ciudad no fuera una caja de resonancia de los problemas nacionales,
que el gobierno se plante cada mañana en los objetivos reales de
gobierno para solucionar los problemas de la gente. Para que la gestión
marche y los ministros estén abocados a su tarea debe haber una
armonía arriba de ellos, que creo que es la que construimos con
Aníbal. Hubo una decisión clara que fue sostener muy fuertemente
la Alianza, pese a los cimbronazos que significaron la renuncia de Chacho
y el ingreso de Cavallo al gobierno nacional.
¿Le gusta Cavallo como ministro de Economía?
No es un problema de que me guste o no. El país casi en su
conjunto desea que sus medidas sean acertadas y me sumo a ese deseo. Efectivamente
la situación económica y social del país está
en un punto límite y pondré todo lo que esté en mí
desde la ciudad para que el plan económico muestre resultados en
el corto plazo.
¿Cavallo era el único en condiciones para asumir ese
cargo?
Nunca nadie es el único. Es una decisión que el Presidente
tomó con mucha fuerza en medio de la crisis en que el país
estaba, que fue discutida en el marco de los dirigentes de la Alianza
y que puede salir bien. Cavallo era la mejor opción posible en
ese momento y en esas circunstancias.
¿De la integración del resto del Gobierno qué
puede decir?
Se está trabajando para integrar a sectores del radicalismo
y el Frepaso y eso es importante. De todos modos, más importante
me parece que la Alianza como concepto se vuelva a llenar de contenido.
Hoy a la Alianza le falta contenido y ese contenido lo dan las políticas
activas. Ese contenido se construye con la gente a través de contratos
sociales, de decir voy a hacer esto y hacerlo. Trabajé
enormemente para la Alianza, creo en la fuerza política que constituyó
la Alianza, creo que hay posibilidades de un gobierno con altos niveles
de honestidad y eficiencia. En ese sentido, sostengo con mucha fuerza
y trato de ser, en la parte que me toca, garante de la Alianza en el Gobierno
de la Ciudad que lidera Aníbal Ibarra. Si algo yo le reconozco
a De la Rúa es que le abrió la puerta a un montón
de muy jóvenes dirigentes políticos para cargos importantes.
Muchos de esos jóvenes son los que integran el entorno que
aconseja a De la Rúa dejar al Frepaso fuera del Gobierno.
Siempre discuto la palabra entorno, porque si el entorno es tu familia
es un concepto equivocado: está bien que alguien esté con
su familia y la escuche. Creo una cosa básicamente: cuando uno
vota a un presidente, siente que ese presidente es responsable de todas
las decisiones que toma. No creo que haya un entorno, sino que las responsabilidades
son del Presidente; él toma las decisiones y es responsable de
sus actos.
En algún momento, usted misma estuvo en el grupo Sushi y
ahora no.
Mi cercanía al Presidente tenía que ver con que era
la interventora del PAMI; tenía una tarea de alta responsabilidad
y altísima exposición pública y creo haber liderado
un proceso de transformación del PAMI con el ahorro de 400 millones
de pesos y la primera licitación pública de los servicios
en todo el país. En la campaña presidencial y en los primeros
meses de gobierno, estuve muy cerca y después tuve que correr mi
propia campaña política. Me fui separando porque mi camino
era otro.
Sin embargo, no es sólo eso: hubo manifestaciones políticas
suyas durante el escándalo del Senado o en la última crisis
que la mostraron en un lugar distinto al de sus ex compañeros políticos.
Con lo del Senado pienso lo mismo que la mayoría de la gente:
el sistema político que la gente exige requiere de niveles de honestidad
y transparencia mucho mayores y esta clase política tiene esa batalla
pendiente. Creo que hubiera sido muy bueno que Chacho no renunciara, pero
también dije que había que investigar y llegar hasta las
últimas consecuencias.
¿Qué análisis hace del revuelo que provocó
en la UCR porteña la designación de Cavallo? Por ejemplo,
el titular del bloque radical en la Legislatura, Cristian Caram, llegó
a pedirle perdón a la gente.
El radicalismo de la Capital hizo lo que se debía hacer:
se convocó a un plenario, donde claramente se dio el apoyo al Presidente.
Lo más importante es que De la Rúa, a partir de la renuncia
de Chacho, cargó el gobierno sobre sus espaldas y con aciertos
y errores está gobernando en un país con mucha tormenta
y lo que debía hacer el partido desde la ciudad era darle el apoyo.
El radicalismo de la ciudad admite hacia su interior muchos debates y
posturas diferentes y así se fortalece. Mi postura como dirigente
es favorecer todas las discusiones sin importarme que algunos tomen posturas
equivocadas, porque hay que generar ámbitos de debate y no ocultar
o castigar a quien manifiesta una diferencia. Creo en un oficialismo moderno,
con buenas críticas en el ámbito que corresponden y no en
los medios de comunicación; creo en un radicalismo de la ciudad
vivo, polémico y que tenga opinión sobre cada tema.
A propósito de críticos, ¿qué opina
de Elisa Carrió?
Sería una gran pérdida que Carrió se fuera
del radicalismo y, si la pierde la Alianza, también. Por ahí,
que ella sostenga su vinculación con el radicalismo es una forma
de no irse del todo de la Alianza.
¿Quién debe ser candidato a senador por la Capital
Federal?
Hoy es menos tiempo que hace dos meses para hablar de candidaturas;
es tiempo de gobernar.
¿Qué siente al no tener ya el alto grado de exposición
pública que tenía?
Tuve muchísima exposición pública porque era
necesario en el PAMI y después tuve altibajos. No hay que abusar
de la exposición pública cuando uno gobierna una ciudad
como Buenos Aires, donde los vecinos de a poco te van viendo y la situación
es distinta de la nacional; el equilibrio entre exposición pública
y contacto con la gente hay que saberlo llevar en un gobierno que tiene
cuatro años.
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