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UN NUEVO CONFLICTO SOCIAL AMENAZA AL GOBIERNO DE BANZER
La explosión que se viene en Bolivia

El año pasado, entre los cortes de ruta de los campesinos y la agitación social generalizada, el gobierno del ex dictador Hugo Banzer estuvo a punto
de caer en Bolivia. La semana próxima, otro conflicto lo pondrá contra las cuerdas.

Militares bolivianos bloquean las rutas de la protesta.

Por Oscar Guisoni
Desde La Paz

¿La tercera será la vencida? Esa pregunta se la debe estar haciendo en la intimidad el presidente boliviano, Hugo Banzer, mientras ve cómo se teje a su alrededor la trama de una nueva crisis social en su país. Anunciado desde que culminó la última rebelión en setiembre del año pasado, el flamante conflicto se ha ido radicalizando durante la pasada semana, desde que el lunes partió de la ciudad de Cochabamba la marcha a pie de la Comunal, un coordinadora integrada por campesinos y productores de coca de la región del Chapare, que se proponen llegar a La Paz el próximo 24 de abril.
Intentando ser previsor, el gobierno armó hace unos meses una Comisión Anticrisis destinada a contener el descontento social antes de que se desborde, como ocurrió en abril y setiembre del 2000. Pero la torpeza de la administración Banzer siempre sorprende. El miércoles por la tarde, mientras los ministros dialogaban con los representantes de la Central Obrera Boliviana en la sede del gobierno, la policía interceptó a los marchistas en la cercanías de la población de Pongo, a unos 90 kilómetros de Cochabamba. El diálogo se interrumpió; la Iglesia y los organismos de derechos humanos condenaron duramente al gobierno y el resto de los sectores enfrentados al Ejecutivo se preparan hoy para responder con más conflicto al desatino.
Además, la irrupción de la policía no fue suficiente para detener la protesta. Los dirigentes de la marcha, anticipándose a la represión, habían dividido la manifestación el día anterior en cuatro, internando a tres de los grupos por caminos de herradura entre las montañas.
Mientras tanto, en el campo y en las ciudades, un conglomerado heterogéneo de sectores descontentos con el gobierno prepara una agenda de protestas que hace temer que los acontecimientos del año pasado se repetirán en los próximos días, con una intensidad aún mayor. Los médicos de la Caja Nacional de Salud, que nuclea a todos los hospitales estatales del país, mantienen desde hace 10 días una huelga general por tiempo indefinido de masivo acatamiento. Cuarenta trabajadores de la Caja, de Cochabamba y La Paz, han entrado incluso en huelga de hambre el jueves.
Los maestros, a su vez, amenazan con comenzar una huelga con manifestaciones en todo el país el próximo martes, medida a la que sumarían también los trabajadores fabriles, que desde hace al menos dos años tienen sus sueldos congelados.
Por si eso fuera poco, está comenzando a organizarse en La Asunta, un pueblo de la región tropical de Yungas, una marcha de cocaleros, descontentos con la política de erradicación de cultivos de coca, que el gobierno Banzer viene cumpliendo desde hace dos años, presionado por la embajada norteamericana. Yungas es una región donde el cultivo de coca se practica desde antes de la Colonia. A diferencia del Chapare, donde se focalizaron las protestas el año pasado, en donde el cultivo de hoja de coca nunca fue tradicional y estaba mayormente destinada al narcotráfico, aquí la población aymará ha manifestado en más de una ocasión que prefiere “dar la vida” antes que dejar que el gobierno arrase con su costumbre milenaria.
Otro grupo, para nada pequeño, que volverá a las calles a partir del lunes, es el conformado por los pequeños prestatarios, que no pueden hacer frente a las deudas contraídas con los bancos en los últimos tiempos.
Organizados en una asociación nacional que nuclea a más de 30.000 personas, han hecho gestiones durante los últimos días para integrarse orgánicamente a la COB y coordinar con ella las protestas. Los jubilados ylos cooperativistas mineros engrosarán también las manifestaciones a partir del lunes.
Pero el verdadero fantasma que le quita el sueño al general Banzer es el dirigente indígena Felipe Quispe. El Mallku (como se lo conoce popularmente), secretario ejecutivo de la poderosa Central Sindical Unica de Trabajadores Campesinos Bolivianos (CSUTCB), se mantiene estos días a la espera de que el conflicto vaya subiendo en intensidad por sí solo y ha dado un ultimátum al gobierno, para que cumpla con las promesas que hizo en setiembre del año pasado y que sirvieron para poner fin a la última crisis, hasta el 1º de mayo. Si el Poder Ejecutivo no pudiera satisfacer estas demandas en los próximos 15 días (modificación de la Ley de Reforma Agraria, creación de universidades indígenas, otorgación de créditos blandos a los campesinos, etc.), los indígenas comenzarán lo que denominan “el tercer y definitivo” bloqueo de las carreteras de todo el país.
Como es obvio que no podrá cumplir, el gobierno sólo atina a abrir el paraguas y esperar el chubasco. La oposición política tradicional (el MNR del ex presidente Sánchez de Lozada) le pidió incluso esta semana que convocara a elecciones anticipadas y no esperara a 2002 para culminar su mandato.
Mientras tanto, el general Banzer confía en el único poder capaz de garantizarle que su caída no será inmediata: el poder de fuego de sus amigos los militares, desplazados en las últimas horas por todo el país, hacia los lugares donde se presume que estallará el conflicto.

 

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