Por Silvina Friera
El personaje Ubu Rey de la obra
homónima escrita en 1896 por Alfred Jarry se ubicaba en el límite
de lo absurdo. Un siglo después se transformó en verosímil
gracias a una dramática profundización de la grosería
del poder, la violencia social que genera y la miseria moral de quienes
lo ejercen. Las coincidencias se reencarnaron en una reina, un personaje
contemporáneo con un excesivo apetito de dominación, creado
hace cinco años por el joven dramaturgo francés Jacques
Rampal, en la pieza Los locos de la reina, que la directora Lía
Jelín estrenará el próximo 20 de abril en el Teatro
Del Nudo (Corrientes 1551). Cualquier realidad política supera
a la ficción, por eso es muy complejo hacer un teatro que sea una
crítica feroz sobre el poder y que haga reír cuando la situación
argentina es tan dolorosa, explica Jelín en la entrevista
con Página/12.
Subtitulada Fantasía heroica en tres actos, la obra es una metáfora
del poder en tono de farsa. Cuando la era menemista comenzaba a eclipsar,
Pablo Rey, el traductor de Los Locos..., le recomendó a la directora
que leyera el texto de Rampal, autor de la comedia La dama y el cardenal
y confeso admirador de Molière. Era fantástico que
un francés hubiera creado algo tan latinoamericano y universal
al mismo tiempo. Los Fujimori, los Menem y los Pinochet fueron siniestros
gobernantes, que bajo una dictadura, democracia o aparente coalición
se entronizaron en una torre de marfil y cometieron los peores delitos,
sin importarles el sufrimiento de la gente, dice Jelín.
Entusiasmada con este montaje que tenía en mente desde hacía
tres años, Jelín admite que le costó mucho juntar
el dinero, hasta que se sumaron las productoras Noemí Slutzky y
Cipe Fridman y formaron una cooperativa. Supongo que el establishment
no quería una obra tan crítica e ideológica,
sugiere. Con las actuaciones de Lidia Catalano (la reina), Roly Serrano
(el bufón), Marcelo Mazzarello (el primer ministro) y Celeste García
Satur (la princesa), Los locos... ahonda en la bajeza de instintos de
personajes patéticos que manipulan el poder a su antojo. La reina
cocainómana y loca cree hacer feliz al pueblo porque el equipo
ganó la Copa Mundial de Fútbol y el primer ministro, a mitad
de camino entre un López Rega y un Rasputín, está
obsesionado con usurpar el trono y apelarará a todo tipo de estrategias,
como utilizar al ejército o pagar sobornos, para alcanzar su meta.
La directora imita al legendario Pepe Arias y pronuncia una frase que
popularizó el artista y que para Jelín resume el sentido
de la obra: Qué clase de basura es esta mierda de gobernante
que no tenemos donde caernos muertos.
Los capaces no quieren el poder; la gente inteligente se abre porque
sabe que el poder corrompe, plantea Jelín, que prefiere un
teatro visceral, capaz de contar historias, como el de El gran soñador,
Svetch, Confesiones de mujeres de 30, entre otras puestas. A fines de
abril, en el Complejo La Plaza, Jelín estrenará la paradigmática
Monólogos de la vagina, de Eve Ensler, que se representó
en más de 32 ciudades.
¿Cómo definiría usted la mirada de Rampal sobre
el poder?
El texto resalta que el poder es un monstruo que desubica a la gente
y la deshumaniza. La omnipotencia del lugar que ocupan los poderosos hace
que el resto del mundo no exista, no importa que la gente se muera de
hambre. La historia demuestra que siempre hay un poder que utiliza la
energía y la vida de los pueblos. Hay una frase que dice la reina
y que provoca escozor: No tienen de qué quejarse, reemplacé
bibliotecas, teatros y museos por estadios, bailantas y casinos. Mi pueblo,
te creía tan diferente a los otros, pero hoy debo rendirme ante
la evidencia de que todos los pueblos son ingobernables. Mientras este
planeta esté poblado de pueblos nada podrá esperarse del
género humano. La coincidencia con laactualidad es obvia:
cualquier dictador, déspota o líder político democrático
está presente en esa reina hipócrita y corrupta.
¿Plantea alguna alternativa, una esperanza?
No, porque el poder está en manos de gente inescrupulosa.
El que es ético, al que sigue los diez mandamientos no le interesa
el poder. Incluso el bufón, que es un personaje que ve toda la
verdad, no tiene la fuerza ni la capacidad para modificar la situación.
¿Qué aspectos resalta en la puesta?
Hago hincapié en un reino posible y atemporal, con un fondo
de color fucsia y un trono dorado, que se convierte en cama porque el
primer ministro es el amante de la princesa. La puesta acentúa
la farsa, pero está hecha como si fuese un sainete, con un lenguaje
cortesano que paulatinamente se va convirtiendo en muy vulgar y soez.
En sus trabajos hay una constante que es reforzar el humor en situaciones
dramáticas. ¿Por qué?
Es la vía más rápida y eficiente para decir
las cosas más terribles. No es que se digieran más fácilmente
sino que llegan con más fuerza. El humor es corrosivo, destruye
gobiernos, hace que nos salvemos. La solemnidad aburre y mientras sigamos
tomándonos las cosas tan seriamente nunca vamos a llegar a nada.
El teatro es la única cosa viva, la única relación
carnal que queda. Porque tanto el cine como la televisión son situaciones
industriales y mecánicas. El teatro es como una relación
de amor y en eso reside su fuerza.
|