Por
Ariel Greco
Era
una prueba, sobre todo de carácter. Tenía que ganar para
que River no se alejara, y en particular para alejar los fantasmas que
lo persiguen desde las últimas definiciones. Y parecía que
la historia se repetía. Un empate en casa, una nueva frustración,
una repetición calcada de los últimos torneos. El partido
que había que ganar para ratificar la condición de candidato
se volvía a escapar. Sin embargo, cuando ya se jugaba tiempo de
descuento, apareció Pablo Michelini, el símbolo del equipo,
para romper con el estigma, para completar una actuación personal
casi perfecta. Así, San Lorenzo le ganó de manera agónica
3-2 a Independiente y le sigue peleando mano a mano el campeonato a River.
Más allá del resultado final que tenga este Clausura, la
jugada de Michelini quedará grabada por un buen tiempo. Si a Horacio
Elizondo se le hubiese ocurrido pitar el final como en el primer tiempo,
en pleno ataque de San Lorenzo, y la chance al volante central nunca se
le presentaba, a esta altura el pensamiento generalizado sería
otro: que a River nadie le quita el título, que a San Lorenzo le
falta chapa para pelear, que los campeonatos son mediocres y que no tienen
emoción, que...
Pero ese análisis quedará para otra ocasión. Todo
gracias al corazón y a la entrega de Michelini, que se mandó
una patriada parecida a la de Daniel Passarella en el partido ante Perú
por las eliminatorias del 85. Como aquella vez, la pelota rebotó
en el palo y recorrió la línea sin decidirse hacia qué
lado desviarse. Hasta que el goleador del equipo Gareca en la Selección,
Romeo ayer llegó para asegurar el tanto. Claro que, para
la memoria colectiva, el autor material del gol quedará en el olvido.
Este será recordado como el gol de Michelini a Independiente, así
como aquél es el de Passarella a Perú. Un premio más
que merecido para el mejor jugador de la cancha.
San Lorenzo
salió decidido a demostrar su posición en la tabla. Con
Michelini como patrón en el medio y con Romagnoli como abanderado
del juego. De esa manera comenzó a predominar en el trámite
y, ayudado por los errores del fondo de Independiente, a generar situaciones
de peligro. Tuvo el gol en una chance cuádruple de Romeo, pero
primero se demoró, después lo tapó Martínez,
luego Passet, más tarde no pudo y terminó con un tiro en
el palo. En la réplica, Forlán acertó en la primera
que se le presentó y puso el injusto 1-0, que hizo aparecer de
nuevo a los fantasmas. Pese a la desventaja, el equipo de Manuel Pellegrini
no se desesperó y siguió con su juego. Así logró
dar vuelta el marcador antes del final del primer tiempo. Pero cuando
el partido se le presentaba propicio para liquidarlo de contragolpe, una
falla de Fabricio Coloccini les posibilitó a los visitantes llegar
al empate, en la segunda situación que se le presentó.
En la segunda parte, Independiente levantó por la inteligencia
de Cambiasso y la zurda incisiva de Prieto. Se paró unos metros
más adelante y complicó al fondo rival. Del otro lado, si
bien San Lorenzo perdió el control del trámite, mantuvo
su actitud protagónica. Como los dos buscaron el triunfo con insistencia,
tuvieron varias ocasiones para ganarlo. Pero entre la seguridad de los
arqueros y la ineficacia de los delanteros, el empate parecía sellado.
Y con eso, el karma de San Lorenzo no se cortaba. Hasta que Romagnoli
colocó un pase bárbaro para Michelini, y el ex volante de
Racing cambió la historia. Para que los hinchas de San Lorenzo
se ilusionen con que en esta ocasión el campeonato no es un sueño
tan imposible.
LA
BANDERA DEL CUERVO SE TIENE QUE TRANSPIRAR
Una
hinchada que jugó en contra
Por
Juan José Panno
Los hinchas de San Lorenzo no se querían ir más del Nuevo
Gasómetro. Desde que Michelini y Romeo convirtieron a medias el
tercer gol hasta un cuarto de hora después por lo menos, soltaron
su loca alegría y no pararon de cantar y celebrar un triunfo increíble
que mantuvo al equipo a dos puntos de River y dejó intacto el sueño
de campeón. Largue todo y venga volando/ que aquí
está jugando/ el nuevo campeón..., cantaban mientras
los jugadores ya estaban en los vestuarios y se refrescaban después
de un enorme esfuerzo, no reconocido por esa misma hinchada durante el
partido. Los de arriba son gallinas/ los podemos alcanzar,
coreaban por primera vez cuando ya había pasado todo. Tarde.
La hinchada de San Lorenzo, seguramente la más creativa en eso
de inventar cantitos, dispone de un inmenso repertorio, pero da la sensación
de no manejar muy bien los tiempos escénicos, los momentos adecuados
para cada uno de sus hits. Tal vez porque el escepticismo ha ido creciendo
luego de repetidas frustraciones en los últimos años; tal
vez por eso de que los jugadores se pinchan en los partidos clave, ayer
los hinchas jugaron para el enemigo. A saber:
Impacientes, cantaron: Movete
cuervo, movete/ movete, dejá de joder/ que esta hinchada está
loca/ hoy no podemos perder, cuando Independiente se puso 1 a 0.
Se agrandaron cuando el partido
se puso 2 a 1 e inundaron el ámbito con sus cantos, pero secaron
todo con el empate del pibe Prieto y durante todo el entretiempo no abrieron
la boca.
Volvieron a aquello de movete...
en la segunda etapa, cuando Independiente hacía mejor las cosas.
Hostigaron a los jugadores,
especialmente al pibe Santana, con murmullos intolerantes, ante un pase
supuestamente demorado.
Se callaron en el tramo final,
pese al gran esfuerzo que hacían los jugadores dentro del campo
de juego para contener los ataques rivales y buscar por diferentes vías
el milagro del triunfo.
Cuando se consumó ese milagro entonces sí, los hinchas cantaron,
deliraron, alentaron, saltaron y transpiraron.
En la otra tribuna, mientras tanto, resonaba el eco de las voces de los
fanas de Independiente: Con esa hinchada no podés salir campeón....
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