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JUGADORES DE SELECCION Y HOOLIGANS CALLEJEROS
De cómo Bowyer y Woodgate, cracks del Leeds, pueden terminar presos

El volante Lee Bowyer y el defensor Jonathan Woodgate �jugadores de selección� están acusados de haber propinado una paliza con lesiones graves a un estudiante indio a la salida de una discoteca en Leeds. El episodio ocurrió en enero y la sentencia se conocerá a fin de año.

Por Marcelo Justo
Desde Londres

Son estrellas del Leeds, el equipo chico del norte que viene plantándose a los grandes de Inglaterra y Europa. Son promesas internacionales del fútbol inglés, que hoy más que nunca, con su clasificación para el Mundial del 2002 en peligro, necesita todo el talento que pueda reunir. El mediocampista Lee Bowyer y el defensa central Jonathan Woodgate, que ya vistieron la camiseta blanca nacional, son también presuntos matones, más similares a hooligans que a jugadores de clase, acusados de propinar una feroz paliza en patota contra un estudiante de origen asiático a la salida de un discoteca de moda en Leeds.
Los dos jugadores y otros dos amigos deberán esperar hasta fines de año para conocer su suerte. El lunes pasado, el juez a cargo de la causa dictaminó que un reportaje a los padres del joven asiático publicado el domingo 8 por el Sunday Mirror comprometía la imparcialidad de los 12 miembros del jurado que desde hacía tres días estaban deliberando sobre el polémico caso. El juez Poole alegó que el reportaje constituía un desacato a la Corte porque publicaba opiniones que podían influir en el veredicto del jurado al dar por sentado que la paliza era un acto de corte racista. El martes, el juez determinó que se debía juzgar nuevamente a los cuatro acusados y que la audiencia preliminar del juicio se haría en septiembre.
El incidente en cuestión ocurrió en enero del año pasado a la salida de una discoteca de moda en Leeds, el “Majestyk”. Esa noche, Woodgate había tomado ocho pintas de una bebida en base a vodka, y Bowyer había estado bebiendo copiosamente desde la tarde. Un amigo de Woodgate, en visible estado de ebriedad, tuvo un altercado verbal con Sarfraz Najeib, un estudiante asiático de 20 años que se burló de su poca capacidad para el trago, una ofensa mayor en estas islas. En pocos momentos esas imprudentes palabras desataron una pesadilla. Cuatro muchachos blancos persiguieron a Najeib, lo alcanzaron a unos 200 metros de la discoteca, lo derribaron, golpearon, patearon, le saltaron encima y hasta lo mordieron. El muchacho, que quedó inconsciente en la vereda, rodeado de un charco de sangre, fue hospitalizado durante ocho días con la nariz, la pierna, y ambos pómulosquebrados. Najeib, su hermano Shahzad y otros testigos afirmaron que los dos jugadores y sus amigos eran los atacantes. Bowyer, Woodgate y compañía negaron el hecho.
El juicio, que se inició en febrero, inclinó la balanza en favor de la versión del asiático. La celebridad jugó en contra de Bowyer y Woodgate. Muchos testigos presenciales del hecho, que en el medio de la confusión y la noche podrían haberse olvidado de la cara de los atacantes, no tuvieron dudas: eran los famosos jugadores del Leeds. Bowyer y Woodgate tuvieron una deslucida actuación cuando prestaron testimonio, contradiciéndose y desmintiendo declaraciones previas dadas a la policía. Pero, como en las tragedias de Shakespeare, el clímax de la historia llegó en el penúltimo acto, teñido de intrigas palaciegas, conflictos de conciencia y acusaciones de traición, cuando el mediocampista del Leeds, Michael Duberry, que era el mejor amigo de Woodgate, decidió cambiar su declaración. En la última audiencia antes de los alegatos finales, Duberry indicó que él los había rescatado del lugar del incidente en su Range Rover negro y que Woodgate le había confesado que habían tenido una pelea con un asiático y que Paul Clifford, uno de los amigos de los jugadores, le había mordido la oreja, uno de los aspectos más identificables del ataque. Ante una sala anonadada, Duberry puso en el banquillo de los acusados al mismo club al revelar que el abogado del Leeds lo había instado a mentir, asegurándole que él mismo pararía en la cárcel si llegaba a decir la verdad.
El juicio no afectó el desempeño de Bowyer en el campo de juego. En la Premier League marcó 13 goles en 46 partidos, consolidando su fama de jugador completo, capaz de quitar la pelota, jugarla con precisión y hacer goles con tiros de larga distancia o ganándole las espaldas a la defensa rival. En Europa ha sido uno de los pilares de la extraordinaria campaña del Leeds que se halla a un suspiro de clasificarse como semifinalista de la Copa de Campeones (Champions League). Sin el juicio de por medio, Bowyer hubiera sido convocado por el nuevo técnico del equipo inglés, el sueco Sven Goran Eriksson, pero la Asociación de Fútbol Inglesa se negó a que se los seleccione hasta que el caso esté efectivamente cerrado. Woodgate, en cambio, ha tenido una temporada tan accidentada como su paso por los tribunales. La transferencia record (25 millones de dólares) del titular de la selección Rio Ferdinand del West Ham al Leeds puso en tela de juicio su lugar en la defensa, y una serie de lesiones complicó aún más su situación en el club.
Ambos jugadores ya se desempeñaron en la selección inglesa: Bowyer contra México en 1997 y Woodgate en el empate uno a uno contra Bulgaria en 1999. Con 24 y 21 años, respectivamente, muchos comentaristas opinan que tienen un futuro brillante a nivel nacional e internacional, pero por el momento ese futuro no depende de los entrenadores de turno o de los caprichos del presidente del club. Si el segundo juicio de ambos sigue adelante, y si son hallados culpables de altercado público y daño físico grave, los futbolistas podrían pasar hasta tres años en la cárcel. Entretanto, deberán soportar otro largo año de incertidumbre y especulación.

 

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