Por
Marcelo Justo
Desde Londres
Son estrellas del Leeds, el equipo chico del norte que viene plantándose
a los grandes de Inglaterra y Europa. Son promesas internacionales del
fútbol inglés, que hoy más que nunca, con su clasificación
para el Mundial del 2002 en peligro, necesita todo el talento que pueda
reunir. El mediocampista Lee Bowyer y el defensa central Jonathan Woodgate,
que ya vistieron la camiseta blanca nacional, son también presuntos
matones, más similares a hooligans que a jugadores de clase, acusados
de propinar una feroz paliza en patota contra un estudiante de origen
asiático a la salida de un discoteca de moda en Leeds.
Los dos jugadores y otros dos amigos deberán esperar hasta fines
de año para conocer su suerte. El lunes pasado, el juez a cargo
de la causa dictaminó que un reportaje a los padres del joven asiático
publicado el domingo 8 por el Sunday Mirror comprometía la imparcialidad
de los 12 miembros del jurado que desde hacía tres días
estaban deliberando sobre el polémico caso. El juez Poole alegó
que el reportaje constituía un desacato a la Corte porque publicaba
opiniones que podían influir en el veredicto del jurado al dar
por sentado que la paliza era un acto de corte racista. El martes, el
juez determinó que se debía juzgar nuevamente a los cuatro
acusados y que la audiencia preliminar del juicio se haría en septiembre.
El incidente en cuestión ocurrió en enero del año
pasado a la salida de una discoteca de moda en Leeds, el Majestyk.
Esa noche, Woodgate había tomado ocho pintas de una bebida en base
a vodka, y Bowyer había estado bebiendo copiosamente desde la tarde.
Un amigo de Woodgate, en visible estado de ebriedad, tuvo un altercado
verbal con Sarfraz Najeib, un estudiante asiático de 20 años
que se burló de su poca capacidad para el trago, una ofensa mayor
en estas islas. En pocos momentos esas imprudentes palabras desataron
una pesadilla. Cuatro muchachos blancos persiguieron a Najeib, lo alcanzaron
a unos 200 metros de la discoteca, lo derribaron, golpearon, patearon,
le saltaron encima y hasta lo mordieron. El muchacho, que quedó
inconsciente en la vereda, rodeado de un charco de sangre, fue hospitalizado
durante ocho días con la nariz, la pierna, y ambos pómulosquebrados.
Najeib, su hermano Shahzad y otros testigos afirmaron que los dos jugadores
y sus amigos eran los atacantes. Bowyer, Woodgate y compañía
negaron el hecho.
El juicio, que se inició en febrero, inclinó la balanza
en favor de la versión del asiático. La celebridad jugó
en contra de Bowyer y Woodgate. Muchos testigos presenciales del hecho,
que en el medio de la confusión y la noche podrían haberse
olvidado de la cara de los atacantes, no tuvieron dudas: eran los famosos
jugadores del Leeds. Bowyer y Woodgate tuvieron una deslucida actuación
cuando prestaron testimonio, contradiciéndose y desmintiendo declaraciones
previas dadas a la policía. Pero, como en las tragedias de Shakespeare,
el clímax de la historia llegó en el penúltimo acto,
teñido de intrigas palaciegas, conflictos de conciencia y acusaciones
de traición, cuando el mediocampista del Leeds, Michael Duberry,
que era el mejor amigo de Woodgate, decidió cambiar su declaración.
En la última audiencia antes de los alegatos finales, Duberry indicó
que él los había rescatado del lugar del incidente en su
Range Rover negro y que Woodgate le había confesado que habían
tenido una pelea con un asiático y que Paul Clifford, uno de los
amigos de los jugadores, le había mordido la oreja, uno de los
aspectos más identificables del ataque. Ante una sala anonadada,
Duberry puso en el banquillo de los acusados al mismo club al revelar
que el abogado del Leeds lo había instado a mentir, asegurándole
que él mismo pararía en la cárcel si llegaba a decir
la verdad.
El juicio no afectó el desempeño de Bowyer en el campo de
juego. En la Premier League marcó 13 goles en 46 partidos, consolidando
su fama de jugador completo, capaz de quitar la pelota, jugarla con precisión
y hacer goles con tiros de larga distancia o ganándole las espaldas
a la defensa rival. En Europa ha sido uno de los pilares de la extraordinaria
campaña del Leeds que se halla a un suspiro de clasificarse como
semifinalista de la Copa de Campeones (Champions League). Sin el juicio
de por medio, Bowyer hubiera sido convocado por el nuevo técnico
del equipo inglés, el sueco Sven Goran Eriksson, pero la Asociación
de Fútbol Inglesa se negó a que se los seleccione hasta
que el caso esté efectivamente cerrado. Woodgate, en cambio, ha
tenido una temporada tan accidentada como su paso por los tribunales.
La transferencia record (25 millones de dólares) del titular de
la selección Rio Ferdinand del West Ham al Leeds puso en tela de
juicio su lugar en la defensa, y una serie de lesiones complicó
aún más su situación en el club.
Ambos jugadores ya se desempeñaron en la selección inglesa:
Bowyer contra México en 1997 y Woodgate en el empate uno a uno
contra Bulgaria en 1999. Con 24 y 21 años, respectivamente, muchos
comentaristas opinan que tienen un futuro brillante a nivel nacional e
internacional, pero por el momento ese futuro no depende de los entrenadores
de turno o de los caprichos del presidente del club. Si el segundo juicio
de ambos sigue adelante, y si son hallados culpables de altercado público
y daño físico grave, los futbolistas podrían pasar
hasta tres años en la cárcel. Entretanto, deberán
soportar otro largo año de incertidumbre y especulación.
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