Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

el Kiosco de Página/12

�Memo� y el Ilusionista

Por Alfredo Bravo

Cónter Tulio Orioso vivió en paz hasta que en 1970 dejó Montevideo, llegó a Buenos Aires y comenzó a ser incomodado por su nombre. Para evitarlo, desempolvó su apodo de botija y se hizo llamar Memo. Como eran tiempos en que la policía consideraba a todo uruguayo afincado en Buenos Aires como virtual tupamaro, fue fichado como Cónter Tulio Orioso (a) Memo o Contertulio Memorioso. Sin quererlo, el equívoco policial destacaba dos virtudes de Memo: su capacidad para conversar y su pródiga memoria. Memo suele usar tales virtudes ante el Ilusionista, un mago robusto y calvo, de ojos celestes que fascinan a sus embaucados y cuya voz aguda siembra fantasías. Lo que sigue recrea la última charla que mantuvieron completada por recuerdos de Memo.
Vuelto a la escena, el Ilusionista evoca sus dos décadas de trayectoria y sus embelecos más exitosos. Dice, por ejemplo: “Entre 1981 y 1982 deslumbré con el truco de los seguros de cambio”. Memo sabe de qué habla. Un público reducido y selecto ve desfilar por el Banco Central a empresarios endeudados en el exterior por miles de millones de dólares. El Ilusionista exhibe un block de formularios titulados seguro de cambio. Con cada formulario arma un cucurucho, le corta la punta y lo transforma en un rudimentario embudo donde introduce certificados de las deudas en dólares y los presiona hasta que salen por el extremo abierto convertidos en nuevos documentos que acreditan deudas en pesos contraídas con el Banco Central. El público aplaude a rabiar, le pide un bis y él los complace. Pone la inmensa deuda empresarial en una caja de vidrio, la tapa con un manto negro, dice las palabras mágicas devaluattit devaluat, quita el manto negro, deja a la vista del azorado público unas pocas monedas y explica a los empresarios: en esto transformé vuestra deuda multimillonaria.
Recuerdo 1: Con los seguros de cambio, el BCRA asumió como propia la deuda privada que sumaba unos 14 mil millones de dólares y se convirtió en acreedor de las empresas por un monto equivalente en pesos. Las sucesivas devaluaciones de los 80 redujeron a valores insignificantes la deuda de los empresarios con el Banco Central que jamás indexó sus acreencias.
¿Le hablé del truco de la convertibilidad estrenada en 1991?, pregunta el Ilusionista y Memo recuerda a argentinos que corren y se atropellan en el intento de canjear por dólares unos papelitos de colores denominados australes que se devalúan a cada minuto. La escena se cubre con una neblina azulada que, a medida que se disipa, deja ver a argentinos paralizados, a la inconfundible silueta del IIusionista y a millones de papelitos de colores volando hacia él. El ilusionista los atrapa y arma con ellos una enorme montaña. Luego mira hacia las alturas desde donde cae una amplia sábana de seda que cubre la montaña. Entonces ordena: uno a uno. La montaña se empequeñece diez mil veces. Bellas colaboradoras del Ilusionista retiran la sábana que cubre al montículo y dejan a la vista nuevos billetes que se elevan y vuelan hacia los aún petrificados argentinos. La aguda voz del Ilusionista les dice: esos billetes se llaman pesos y, por los siglos de los siglos, cada uno de ellos valdrá un dólar. Los argentinos ya no corren; se esperanzan en que la nueva paridad cambiaria inicie una prolongada bonanza.
Recuerdo 2: Como la convertibilidad impide emitir moneda, el crónico déficit fiscal se financió vendiendo activos (privatizaciones) y duplicando, entre 1990 y 2000, el endeudamiento externo del Estado nacional. En igual período, las exportaciones casi se duplicaron; pero las importaciones, que se sextuplicaron, ocasionaron fuertes pérdidas en la balanza comercial, facilitaron que bancos y empresas de servicios privatizadas incorporaran máquinas y equipos que desplazaron mano de obra y que se introdujeran bienes de consumo que sustituyeron a la producciónlocal. En este marco se acentuó la concentración económica y la desocupación pasó del 6,9 por ciento en mayo de 1991 a 15,4 por ciento en mayo de 2000, habiendo alcanzado un pico de 18,9 en mayo de 1995. Estos son algunos de los costos de la convertibilidad.
“Mi nuevo truco se llama competitividad”, dice el Ilusionista a Memo, quien ignora las particularidades del flamante embeleco. Sin embargo, no pide precisiones. Sabe que el Ilusionista no devela sus secretos; es más, que niega sus ardides cuando éstos se evidencian. Por eso, Memo se concentra en los movimientos y en las palabras del Ilusionista que ya ocupa el escenario. Lo ve gravar créditos y débitos de las cuentas corrientes bancarias para transferir al fisco recursos del deprimido mercado interno; endeudarse por 3500 millones de dólares y desafiar con palabras y con hechos al Mercosur que absorbe el 33 por ciento de las exportaciones argentinas. Mientras lo hace, el Ilusionista mira fijo a su público y le dice que reactivará la economía. Fascinada, la gente cree en el Ilusionista, pero no entiende cómo lo hará. El Ilusionista hace como que muestra una de sus cartas, dice que con sus medidas podrá reducir impuestos a empresas afectadas por la recesión para hacerlas competitivas. Para aumentar la expectativa del público, el Ilusionista anticipa que los primeros beneficiados serán los productores siderometalúrgicos, textiles y de calzado. Los espectadores conocen fábricas metalúrgicas, textiles o de calzado que bajaron la cortina y la promesa del Ilusionista los distrae: piensan en el día en que se vuelvan a levantar. El Ilusionista aprovecha la distracción y continúa con su acto. En la platea, junto a Memo, un jubilado pega un grito de desesperanza y cae muerto. Nadie repara en el hecho. Convencido de haber visto lo suficiente, Memo registra en su memoria.
Nuevos recuerdos: 1) El nuevo impuesto permite cumplir con el límite que el FMI fijó para el déficit fiscal. 2) El endeudamiento garantiza el pago a los acreedores externos. 3) Confrontar con el Mercosur conduce al ALCA de los EE.UU. 4) La baja de impuestos beneficia a ramas productivas altamente concentradas: Acindar, Siderca y Siderar monopolizan la producción de acero y entre 1993 y 2000 aumentaron su productividad en un 30 por ciento y expulsaron mano de obra; las hilanderías, tejedurías y tintorerías sólo suman 35 empresas y en los últimos años aumentaron su producción exportable; tras cerrarse unas 900 fábricas, la producción del calzado se concentra en Alpargatas, Gattic y otras grandes empresas. 5) Muchas empresas mencionadas pertenecen a grupos beneficiados por los seguros de cambio. 6) Para el Ilusionista, la competitividad consiste en aumentar la renta del capital concentrado.

 

REP

 

PRINCIPAL