Por
Washington Uranga
La
celebración de la Pascua se transformó en una oportunidad
para que varios obispos católicos reafirmaran la decisión
de la Iglesia de tener una presencia activa en medio de la crisis, insistieran
en el análisis social, en la crítica a las situaciones de
pobreza y en la responsabilidad que les cabe a todos, pero en particular
a la dirigencia, por el momento que atraviesa el país, haciendo
incluso alusiones muy concretas a la corrupción y la impunidad.
El cardenal de Buenos Aires, arzobispo Jorge Bergoglio, dijo en la misa
pascual que estamos viviendo una situación en que necesitamos
de mucha memoria y agregó que traer a la memoria la
hermandad que El (Jesús) nos ganó con su sangre, la vigencia
de los diez mandamientos, la valentía de saber que el pecado es
mal negocio pues el demonio es mal pagador, que los pactos de impunidad
son siempre provisorios.
La línea general de las intervenciones episcopales ratifica los
términos de la declaración aprobada por la jerarquía
en noviembre pasado, a través de uno de los documentos de lenguaje
más claro y directo de cuantos haya emitido el Episcopado en los
últimos tiempos, titulado Afrontar con grandeza nuestra situación
actual. Pidiendo memoria a todos los cristianos, el arzobispo porteño
afirmó que a nosotros se nos recuerda que no caminamos solitarios
en la historia, que somos familia de Dios y se nos pide que miremos a
nuestro alrededor y, con la misma inquietud de espíritu con que
las mujeres buscaban a Jesús, lo busquemos en el rostro de tantos
hermanos nuestros que viven al margen de la indigencia, de la soledad,
de la desesperanza. Y agregó Bergoglio: Sobre el modo
como lo tratemos seremos juzgados.
Los obispos Marcelo Melani (Viedma) y José Pedro Pozzi (Alto Valle
de Río Negro), junto con el administrador diocesano de San Carlos
de Bariloche, Eduardo de Paola, emitieron un documento común en
el que convocan a la magnanimidad a toda la dirigencia argentina
para que no anteponga intereses personales o sectoriales y se piense
en el bien del país y en esos miles de hermanos que no llegan a
vivir conforme a su dignidad de hijos de Dios. En el mismo sentido
se pronunció el obispo de Mar del Plata, José María
Arancedo, al pedir que la celebración de la Pascua nos ayude
y exija moralmente a toda la dirigencia de nuestro país a asumir
actitudes de nobleza, de honestidad y de solidaridad que les permita deponer
intereses personales o sectoriales, para responder con urgencia al sufrimiento
de miles de hermanos nuestros que tienen derecho a una vida más
digna.
El propio obispo marplatense retomó la idea de deuda social
reiteradamente planteada por la jerarquía católica y dijo
que tal deuda es una obligación que grava nuestro presente
y exige crear las condiciones económicas y sociales de un crecimiento
sostenido y equitativo que asegure el desarrollo integral del hombre y
su familia insistiendo en que la nobleza y la necesidad de
la política, como expresión eminente de la caridad social,
reclama el compromiso y el ejercicio de virtudes superiores al servicio
del bien común.
En la misma línea de exigir un cambio de actitud a la dirigencia,
el obispo de Comodoro Rivadavia, Pedro Ronchino, aseguró que ante
la gravísima situación que nos aflige es necesario
decir a las autoridades y a la dirigencia política que los
cargos, las candidaturas y todo el mundo de las internas deben
ser la mínima parte de sus esfuerzos y de los recursos económicos
que se invierten porque la máxima parte debe mirar
a dar respuestas a los problemas de los ciudadanos. El mismo obispo
dijo que hoy Jesús les pide a los empleadores que la auténtica
emergencia que estamos atravesando los lleve a extremar la creatividad
y la magnanimidad para evitar, al máximo, despidos de personal.
El obispo de Avellaneda, Rubén Frazia, sostuvo que nos falta
esperanza, no es claro el horizonte agregando que hay un decaimiento
en el sentido de la vida, existe un desánimo que opaca el ímpetu
de las ganas de vivir y trabajar por el presente, el futuro y por el bien
de los demás, porque está implantada muy crudamente
la falta de trabajo, la exclusión y la marginalidad para muchos.
Recordando lo afirmado en noviembre pasado por los obispos de manera colectiva,
Frazia ratificó que la inseguridad, corrupción, violencia
familiar y social, serias falencias en la educación y en la salud
pública se ven afectados por los efectos negativos de la globalización
y la tiranía de los mercados. El obispo hizo un llamado a
una nueva imaginación de la caridad (que) debe estar implantada
en nuestras acciones y en nuestros proyectos a través de las parroquias,
de las comunidades, de la incidencia familiar y de todos los servicios
que podamos hacer porque si no podemos hacer todo, debemos
hacer lo poco bien y mejor.
Más allá de los matices usados por cada uno de los miembros
de la jerarquía católica y las diferencias que mantienen
entre sí, existe una coincidencia respecto de la denuncia de la
realidad social, el rechazo del modelo y el reclamo de un compromiso de
todos los sectores, con una fuerte crítica a la dirigencia política.
Lo dicho queda de manifiesto en estos pronunciamientos y en otros similares
que se produjeron durante la Semana Santa.
OPINION
Tómese
su tiempo
Por
Mario Wainfeld
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José
Luis Machinea renunció un viernes. Ricardo López Murphy
(LM) anunció su efímero plan de ajuste otro viernes.
Fernando de la Rúa definió que Domingo Cavallo sustituiría
a LM, el breve, un domingo. Nada ocurre por azar si la macroeconomía
está de por medio. Las crisis deben resolverse velozmente,
si es posible durante los fines de semana, para evitar corcoveos de
los llamados mercados, de conocida inestabilidad emocional. La democracia
adecua sus tiempos a las imposiciones de los poderes económicos
que no admiten pausas ni interinatos.
La reflexión viene a cuento si se recuerda que el Ministerio
de Desarrollo Social está vacante desde el 16 de marzo, cuando
Marcos Makón renunció al conocer la propuesta de LM.
Desarrollo Social fue elevado a ministerio cuando la Alianza llegó
al gobierno, como testimonio del interés que tenía el
nuevo oficialismo en ocuparse de los problemas de los más necesitados.
Lo cierto es que ese ministerio está acéfalo, manejado
interinamente por Héctor Lombardo desde hace un mes. Un mes
de 31 días, si se desea ser más preciso. Un día
de éstos, acaso durante esta semana, se ocupará la vacante
o se subsumirá en una nueva repartija ministerial.
En cualquier caso, la conducta del Gobierno revela una cruel dualidad.
La repartición que dialoga con los mercados es eterna prioridad.
El ministerio de los pobres, algo que puede esperar a las reorganizaciones,
a las negociaciones internas, a los tiempos vaticanos del Presidente.
Cualquier parangón con un debate más profundo es muy
otra cosa que pura coincidencia. |
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