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“LA COLONIA DIGNIDAD DESDE ADENTRO”
Colonia que huele a muerte

El documental de Cuatro Cabezas indaga en la vida de la secta que actúa en Chile, disfrazada como sociedad de beneficencia.

Por Verónica Abdala

Dos hombres de nacionalidad alemana, unidos por la casualidad: llevan el mismo nombre, Wolfang Muller. Uno de ellos es vocero de Colonia Dignidad, un asentamiento alemán fundado hace exactamente cuarenta años, autoproclamada “sociedad de beneficencia”, que reúne una escuela, un hospital y una fábrica de jugos y tortas típicas. Este “asentamiento” está organizada en torno de un líder y ocupa 14 mil hectáreas en territorio chileno. El otro Wolfgang Muller pasó parte de su infancia internado en la Colonia y en la actualidad vive para denunciar a sus líderes. Los acusa de abusos y torturas. Son las dos caras de una historia que huele a muerte, y de la que se ocupó un equipo de periodistas e investigadores, decidido a filmar un documental. El resultado de ese trabajo, producido por Cuatro Cabezas, se estrenará el próximo sábado a las 22 y a las 24 por la señal Infinito, bajo el título La Colonia Dignidad desde adentro.
Para el vocero Muller, la colonia alemana que representa –conocida también como Villa Baviera, desde que, tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, la justicia chilena le quitara la personería jurídica como entidad benefactora– busca defender “la vida para el prójimo antes que para uno mismo”. Es la historia cándida que narran los videos institucionales de su comunidad en los que se ve a chiquitos rubios y obedientes bailando danzas tradicionales alemanas. La historia de las enfermeras que atienden a centenares de enfermos pobres y mal comidos y que no piden nada a cambio. La de una escuela en la que se “forman” centenares de niños acostumbrados a contestar bien y no mirar de frente a sus mayores. La de un supuesto “paraíso en la tierra”, como gustan llamarlo. En definitiva, una historia difícil de creer.
Según el otro Muller, el denunciante, la de Colonia Dignidad es la historia de la secta más poderosa de América latina, la de una sociedad organizada por y para un octogenario líder pedófilo, Paul Schaefer, que abusa sexualmente de un promedio de cuatro chicos por día y que bajo un manto de aparente bonanza y prosperidad encubre, además, una serie de graves acusaciones: torturas reiteradas, secuestros, desapariciones de personas. Todo esto antes, durante y después de la dictadura de Pinochet, de quien los integrantes de la colonia se declaran abiertamente “simpatizantes”. Muller la denuncia como una escuela organizada para proveer de niños y jóvenes varones al pederasta, un ex enfermero alemán durante la guerra. Y como un hospital, que registra un índice de consumo de tranquilizantes y de ejecución de electroshocks sin precedentes, y en el que se realizarían experimentos médicos. El equipo periodístico de Cuatro cabezas, más cercano a la versión del denunciante (que apoyan también los organismos de derechos humanos y Amnistía Internacional) ingresó con sus cámaras a la colonia (algo que casi ningún medio había logrado) y realizó una decena de entrevistas a alemanes y chilenos vinculados de una u otra manera con el pasado y el presente de Villa Baviera.
A poco de comenzado el programa, el espectador confirma que la Villa es lo que aparenta: un Estado dentro de otro Estado. Una secta que responde a reglas y códigos impuestos desde adentro y que mantiene un aislamiento rigurosamente resguardado por alambres de púas, sofisticados circuitos electrónicos de seguridad y hasta hombres armados. Se calcula que en Colonia Dignidad hay unas cuatrocientas personas, que trabajan para su líder, y a las que no se les permite escapar. Un testigo entrevistado en el marco del documental relata que los internos son sometidos a sesiones de video, en las que se les proyectan imágenes editadas de distintas guerras y se les dice que eso que ven en pantalla es lo que ocurre en el “mundo exterior”. No se sabe con exactitud cuántos niños hay allí, pero se estima que son decenas, que casi no han visto lo que hay del otro lado delos alambrados, y que crecen suponiendo que servir a Schafer o a quien se les ordene, en la casa y en la cama, es cosa normal. Entre ellos, pupilos en su mayoría en el “Internado intensivo” de la escuela de Villa Baviera, estarían los hijos de Sonia Godoy y Jaquelin Pacheco, quienes, engañadas, cedieron mediante la firma de documentos la patria potestad.
Una ex militante comunista que se traslada sobre muletas es otra de las entrevistadas para la emisión. Ella relata que fue sometida a torturas dentro de la Villa tras ser detenida por la policía chilena, en épocas de la dictadura. El suyo no es un caso aislado: hay elementos suficientes como para imaginar que la Colonia fue un centro de detención y tortura sistemática durante el régimen de Pinochet. Se sabe, además, que el jefe de la DINA, Manuel Contreras, veraneaba asiduamente en territorio de Schafer.
Desde hace 4 años Schafer está prófugo. Es uno de los diez criminales más buscados en el mundo por Interpol. Sus detractores suponen que está muy cerca de sus niños. “Sin ellos moriría”, sostiene un abogado que lleva adelante cuatro juicios en su contra. Sólo resta encontrarlo en algunos de los circuitos subterráneos que cubren los seiscientos metros cuadrados de la Colonia, y que como un espejo duplican su extensión bajo la tierra.

 

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