Por
Santiago Rodríguez
Tramposo
e impotente le dijo Domingo Cavallo a Aníbal Ibarra
hace menos de un año. Y el frepasista se quejó hace apenas
un mes de la forma en que a su otrora adversario en las elecciones porteñas
le abrieron las puertas de la Casa Rosada. Pero ahora las cosas son distintas:
uno es jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el otro ministro
de Economía de la Alianza, y los dos se juntaron ayer para resolver
el modo de destrabar los asuntos de la ciudad que requieren también
de decisiones del Gobierno nacional. Acordaron avanzar en algunas obras
de infraestructura, y en la transferencia de la Policía Federal
y la Justicia nacional ordinaria al ámbito porteño (ver
aparte).
La demora en la resolución de las cuestiones compartidas de la
ciudad y la Nación es un tema que preocupa desde hace tiempo a
la administración porteña. En los ocho meses que llevan
de gestión, los funcionarios porteños nunca encontraron
un interlocutor que asegurara buenos resultados.
Con (José Luis) Machinea tuvimos cuatro reuniones y nunca
pudimos resolver nada. El grado de operatividad parece ser muy diferente,
pero los pingos se ven en la cancha, comparó un importante
funcionario de la ciudad al término de la reunión entre
Ibarra y Cavallo, quienes después de un tramo privado de quince
minutos compartieron el encuentro con la vicejefa de Gobierno porteña,
Cecilia Felgueras; el secretario de Hacienda local, Miguel Pesce; y el
ministro de Infraestructura, Carlos Bastos.
Ibarra declaró que su encuentro con Cavallo servirá
para destrabar los temas pendientes entre la Ciudad y la Nación
y destacó que más allá de las diferencias demostramos
que somos capaces de producir resultados. Esta reunión es la mejor
señal política que podemos dar en ese sentido.
En el plano político la relación de Ibarra con Cavallo no
es mala y hay un par de elementos que hacen suponer a los porteños
que puede resultar beneficiosa para la Ciudad: por un lado, que antes
de aceptar su incorporación al Gobierno, el líder de Acción
por la República se interesó por saber cómo reaccionaría
Ibarra en ese caso; por otro, que la obra pública resulta atractiva
para cualquier plan de reactivación de la economía. La
Ciudad no está ahogada financieramente y permite desarrollar una
serie de iniciativas que cuadran con el marketing de Cavallo; nos sirve
a los dos, explicó a Página/12 un hombre de confianza
de Ibarra.
En ese esquema, Cavallo también sacó provecho de su reunión
con Ibarra a la hora de la conferencia de prensa, en la que a decir
de los mismos funcionarios porteños su actitud fue
la de un tipo que juega en toda la cancha; la de: Miren, muchachitos,
yo sé cómo se gobierna y los voy a ayudar a hacer una buena
gestión. Frente a los micrófonos, Cavallo señaló
que ahora que nos hemos incorporado con Bastos al Gobierno, tenemos
que trabajar todos juntos para resolver los problemas y para que haya
seguridad, justicia, buen transporte y buena sanidad en la Ciudad; para
que funcione muy bien el sistema educativo y no haya inundaciones.
La acusación de tramposo e impotente a
Ibarra de la noche en que perdió las elecciones a jefe de Gobierno
no estuvieron en la agenda. Cavallo ensayó una disculpa pública,
aunque a su estilo: Esa noche estuve mal informado. A mí
me traían informes sobre la marcha del escrutinio, pero después
las estadísticas correctas demostraron que Ibarra realmente nos
estaba ganando por goleada, y yo me dediqué a otra cosa.
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