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EN CUBA NO HAY DESAPARECIDOS NI TORTURA”, AFIRMA EL EMBAJADOR ALEJANDRO GONZALEZ GALIANO
“Espero que este año no haya otro voto trucho”

En 24 horas el Gobierno definirá su voto en la ONU. El embajador cubano aseguró a Página/12 que ha recibido solidaridad de todos los sectores y espera que esta vez se escuche la opinión mayoritaria de los argentinos.

Por Romina Calderaro

Es corpulento. Tiene ojos claros y buenos modales. Pero se enoja cuando habla de Estados Unidos: transpira, acentúa las frases y mira con bronca. Alejandro González Galiano, embajador de Cuba en Buenos Aires, todavía quiere convencer al gobierno argentino de que no vote en contra de la isla en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y sabe que sólo le quedan 24 horas para desplegar argumentos. “El pueblo argentino nunca ha olvidado de qué lado estuvo el gobierno de Estados Unidos cuando la guerra de Malvinas y de qué lado ha estado el pueblo cubano”, dijo a Página/12. “El año pasado, el voto contra Cuba trajo bastante quilombo”, agregó, no sin antes recordar que “el gobierno de la Alianza había prometido terminar con las relaciones carnales”. González Galiano aseguró que “Estados Unidos es el país con menos autoridad moral del mundo para hablar de derechos humanos porque están matando negros en Cincinnati” y advirtió que si el gobierno de la Argentina se pliega a la vendetta norteamericana, los cubanos no van a quedarse callados porque “hay muchas cosas que denunciar”.
–El voto de la Argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, ¿es un voto cantado?
–Oficialmente, a nosotros nadie en este gobierno nos ha asegurado de qué forma va a votar finalmente Argentina mañana. Considerando la opinión que hemos podido captar del pueblo argentino porque hemos recibido una extraordinaria solidaridad de todos los segmentos de la sociedad argentina, nosotros quisiéramos tener fe todavía de que puede existir una reflexión seria y profunda sobre el voto por parte del gobierno argentino y que la decisión que finalmente se adopte sea una decisión independiente, soberana, y latinoamericana que esté del lado de la razón y la justicia.
–¿Usted cree que un nuevo voto en contra va a traer problemas dentro de la Alianza?
–Yo sé que al año pasado trajo bastante quilombo el asunto del voto porque además fue un voto prácticamente secreto, presentado como un hecho consumado.
–¿La palabra “quilombo” la aprendió acá?
–Es de acá, pero ya me la he aprendido. No había consenso en el propio gobierno. Esperamos que esta vez no haya un voto trucho.
–Cuando el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini dijo que “lo hecho, bien hecho está”, en referencia al voto contra Cuba de la Alianza en el año 2000, usted dijo cosas muy duras sobre la Argentina.
–Yo dije que en mi país no hay desaparecidos, no ha habido desaparecidos, no hay un sólo torturado en 42 años no hay un periodista asesinado como sucede en Latinoamérica.
–Usted ha dicho que un eventual voto contra Cuba no representaría ni a la mayoría del gobierno de la Alianza ni al pueblo.
–La inmensa mayoría de este país no está de acuerdo con el voto contra Cuba. Los países que votan contra Cuba, sujetos a enormes presiones, a vergonzosos chantajes por parte del gobierno norteamericano, saben perfectamente que en Cuba no se violan los derechos humanos. Y saben que lo de Ginebra no es una genuina preocupación por los derechos humanos en Cuba, sino un cuestionamiento al sistema político, económico y social de los cubanos.
–Y ustedes no creen que Estados Unidos sea ejemplo del cumplimiento de los derechos humanos.
–Son el país con menos autoridad moral para hablar de derechos humanos en ningún país del mundo. ¡Están matando negros ahí en Cincinnati! Y no me quiero meter a hablar de los derechos humanos en otros países que consiguen ser arrastrados a este ejercicio vil contra nuestro pueblo. Hay muchas cosas que decir, hay muchas cosas que denunciar y en su momento se hará si es necesario.
–¿Por qué hay países que quieren condenar a Cuba en materia de derechos humanos? –Eso es lo que yo quiero saber. Porque en Cuba no hay un sólo desaparecido, no lo hubo en cuarenta años de revolución.
–Las denuncias apuntan a la existencia de presos políticos y la falta de libertad de expresión...
–En Cuba no hay ningún preso por sus ideas políticas. Los presos que hay en Cuba son presos por violar las leyes de Cuba, como los tienen todos los países del mundo. Pero en Cuba no hay absolutamente ninguna persona que esté privada de su libertad porque disienta de determinada concepción ideológica que tenemos en Cuba. De manera que eso es una falsedad total.
–¿Y la libertad de expresión?
–En Cuba hay total libertad de expresión. Tenemos prensa extranjera que publica y despublica con entera libertad. Han inventado una figura ahora de los llamados “periodistas independientes” que son asalariados de la oficina de intereses de Estados Unidos que le manda dinero y recursos para calumniar a la Revolución. Por supuesto que concitan el repudio del pueblo cubano. Es real, lo concitan.
–¿Cuál va a ser la respuesta diplomática de Cuba si la Argentina vuelve a votar en contra de la isla?
–Cuba nunca agrede a nadie, pero siempre se defiende de cualquier agresión. Yo no acostumbro a adelantar cursos de acción. Pero yo debo decir que si tenemos una decisión que nosotros consideremos un gesto inamistoso o se acompaña esta política de agresión a Cuba nosotros tendremos una respuesta acorde al nivel de ese gesto.
–¿Nunca pensaron, en medio del conflicto, de retirar el embajador de Cuba en la Argentina, que en este caso es usted?
–No, porque yo soy un embajador de Cuba ante el gobierno argentino, pero soy sobre todo un embajador de Cuba ante el pueblo argentino. Nosotros esperamos que haya un llamado a la cordura, que haya una interpretación de lo que dice el pueblo argentino. El presidente Fernando de la Rúa ha dicho que la política exterior de la Argentina la decide él. A mí me parece muy bien. Sólo que deberíamos esperar que una decisión de esta naturaleza se tome interpretando los sentimientos mayoritarios del pueblo al que este gobierno representa. Nosotros hemos tenido una gran solidaridad del pueblo argentino porque el pueblo argentino nunca ha olvidado de qué lado estuvo Estados Unidos cuando la guerra de Malvinas y de qué lado estuvo el pueblo cubano.
–¿Qué diferencias nota en materia de la relación con Cuba entre el gobierno de Carlos Menem y el de Fernando de la Rúa?
–Bueno, una de las cosas que dijo el gobierno de la Alianza es que se terminaban las relaciones carnales.
–¿Y se terminaron?
–No lo sé. Eso habría que preguntárselo al gobierno. En lo que respecta al voto del año pasado no cambió esa situación.

“La paja en el ojo ajeno”
Mientras en la ciudad suiza de Ginebra la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas delibera si, entre otras cosas, emite una resolución de condena a Cuba, el presidente venezolano, Hugo Chávez, reveló que su gobierno votará “en contra” de las iniciativas que busquen “condenar a Cuba, China y a otros países”. En momentos en que el Gobierno argentino tiene casi decidido repetir el apoyo a la moción de condena al régimen cubano, la postura de Chávez se diferencia de la del resto de los países latinoamericanos, que en el mejor de los casos planean abstenerse en la votación.
“Venezuela defiende los derechos humanos, pero no hay algún país en el mundo que puede condenar a otro”, aseguró Chávez, quien consideró que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU “es un instrumento que se ha politizado en extremo y ha perdido el valor que tuvo en una época”. El presidente venezolano hizo estas declaraciones durante un encuentro con el primer mandatario chino, Jiang Zemin, quien se encuentra de visita oficial en Caracas.
“Antes de mirar la paja en el ojo ajeno, mírate la viga que tienes en el tuyo. Así que vamos a votar en contra de la resolución que pretende condenar a Cuba y a China y a otros países por el asunto de los derechos humanos”, dijo Chávez.

 

Vigilia de protesta
Militantes y dirigentes de partidos de izquierda y agrupaciones de solidaridad con Cuba realizaron desde la noche del domingo hasta ayer a la tarde en Plaza de Mayo una vigilia para protestar por el anunciado voto argentino de condena a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Grupos de jóvenes con banderas del PC, MST, Izquierda Unida y Patria Libre, que pernoctaron en carpas instaladas en la Plaza, con bombos, banderas y altoparlantes hicieron escuchar su apoyo a la Revolución cubana y sus críticas al gobierno del presidente Fernando de la Rúa.
“Un voto contra Cuba es un voto contra el pueblo argentino también, porque no se violan los derechos humanos en la isla, sino en la Argentina”, señaló Sebastián Montum, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores. El dirigente agregó que “en realidad, los derechos humanos se violan en nuestro país con los ajustes permanentes, la desocupación y el hambre”.
Por su parte, Mara Curuchet, de Argentina, consideró que la vigilia en la Plaza constituye “un acto solidario en función del repudio del pueblo al voto del gobierno argentino contra Cuba, lo que se demuestra con la entrega de miles de firmas en Casa de Gobierno”. Curuchet anunció un acto de esa agrupación el próximo miércoles a las 18 frente a la Cancillería, cuando se conozca finalmente el contenido del voto argentino.

 

OPINION

Por Carlos Raimundi *

Más que condenar o defender

En pocas horas puede llegar a repetirse en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el escenario de hace un año: apoyar o no una resolución auspiciada por los Estados Unidos que, más allá del texto, implica políticamente una condena a Cuba, y por ende un respaldo a los anticastristas de Miami. En tal caso, lo más amargo no sería para mí de qué lado se ubica Argentina, sobre lo que me inclino por la abstención. Lo peor será no haber aprovechado una gran oportunidad de encarar un liderazgo intelectual en América latina.
Hace 45 días el canciller aprobó mi propuesta de trabajar en una alternativa. Entonces conversé con la embajadas de Cuba, los EE.UU., República Checa –que tenía a cargo la redacción del borrador– y México, así como con el gobierno de Brasil. Siento haberme esperanzado en vano, porque de allí en adelante, más allá de la retórica, no tuve un solo gesto más de la Cancillería.
Se me dirá que en Cuba se violan algunos derechos políticos, lo que en un régimen de partido único que no concibe el pluralismo como nosotros, es atendible. Se me dirá que estamos integrados a Occidente, y no hacemos más que votar junto a pioneros en defensa de los derechos humanos como los escandinavos y canadienses, o a gobiernos socialdemócratas de Europa. Tienen razón. Se me dirá que nuestro futuro está atado al favor económico de los EE.UU., y que esto tiene como precio apoyarlos en otros temas sensibles. También es así, aunque ciertos funcionarios lo desmientan. ¿Por qué no agotar todos los esfuerzos para evitar caer una vez más en el dilema “condena/absolución/abstención”? ¿Por qué no una mirada integral de los derechos humanos, que no es sólo votar, sino ganar autonomía frente al corsé de los mercados, y hacer que ese voto valga para salir de la indigencia, o acceder al trabajo y la educación? Además, ¿qué país americano está en condiciones de tirar la primera piedra? ¿O no es la pena de muerte que se aplica en los EE.UU. cuestionada desde el derecho ontológico a la vida o desde el concepto de falibilidad humana, y por ende de justicia?
¿Por qué no habernos juntado con México, cuyo canciller Jorge Castañeda acaba de decir en la ONU que “los derechos humanos no pueden ser condicionados, pero tampoco su defensa debe ser utilizada para otros fines”? ¿No pudimos juntarnos con Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, en una exhortación común a mejorar la calidad de nuestras democracias, y desde un entorno de mayor cohesión latinoamericana involucrar a Cuba?
América latina tiene abierto ante sí el enorme espacio de la construcción de nuevos paradigmas. Por eso, lo más doloroso no es que repetir el voto del año anterior nos asimile al menemismo, o que esto genere tensión en la Alianza. Lo que más afecta es la pereza intelectual.
* Diputado nacional, Frepaso. Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores.

 

OPINION

Por James Neilson

El buen represor

Durante el Proceso, los militares y sus amigos solían tomar la campaña internacional contra la institucionalización de la tortura y el asesinato en el país por una maniobra enemiga astuta. Por desgracia, no se equivocaban por completo. Aunque hubo algunos ingenuos a los cuales no les importaban en absoluto las eventuales ideas políticas de los victimarios y sus víctimas pero que encontraban repugnantes actos determinados, también los hubo que coincidían plenamente con el régimen en que era necesario distinguir entre los asesinos buenos y los malos según sus preferencias partidarias. He aquí la razón por la cual Amnistía Internacional, a pesar de fuertes presiones “progresistas”, tanto internas como externas, ha tratado de hacer caso omiso de la supuesta ubicación ideológica de los destinatarios de sus denuncias, cerrando los oídos a los fanáticos religiosos, paladines de la seguridad nacional y utopistas conscientes de la necesidad de sacrificar a ciertos grupos en aras de un futuro entrañablemente mejor que procuran explicarle que está cometiendo un terrible error al apostar a la imparcialidad.
En la Argentina aún hay muchos para los cuales los derechos humanos son un arma política, no una causa que tiene que estar por encima de las batallas políticas. Es por eso que la voluntad de Fernando de la Rúa de votar en favor de un rapapolvos inocuo contra el comandante re-re-re-rerreconsagrado “Fidel” en Ginebra ha desatado una polémica tremenda, con los críticos del Presidente en efecto reivindicando una dictadura no tanto por sus presuntos logros en los ámbitos de salud y educación cuanto por haberse animado a oponerse a Estados Unidos y también, es legítimo suponer, porque la revolución les había entusiasmado varias décadas atrás. Según ellos, a De la Rúa le corresponde subordinar la defensa de los derechos de los cubanos al deber de “diferenciarse” de Carlos Menem desalineándose de los norteamericanos, planteo que, claro está, nos dice mucho sobre sus prioridades. A su entender, los derechos humanos tienen su significancia, pero antes de exigir que se los respete en todas partes será forzoso asegurar que ningún derechista esté en condiciones de violarlos –y que Estados Unidos deje de ser el único país del mundo que prohíbe a sus ciudadanos vender ciertos bienes y servicios a Cuba–, actitud que en el fondo no es tan diferente a la asumida por aquellos procesistas que se afirmaban más que dispuestos a venerar los “auténticos” derechos humanos una vez concluida la matanza que habían emprendido y que también, no lo olvidemos, tuvieron que soportar fuertes presiones del Gran Satanás yanqui Jimmy Carter.

 

 

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