El
barco del horror, que transporta a 250 niños esclavos, fue divisado
frente a las costas de Malabo, capital insular de Guinea Ecuatorial, pero
luego volvió a desaparecer. Existe la sospecha de que pueda haber
amarrado en alguno de los pequeños puertos de Nigeria, utilizados
habitualmente por traficantes y contrabandistas, aunque circuló
la versión aún no confirmada de que el barco
habría establecido contacto de radio con el puerto de Cotonu, la
capital de Benin, al que arribaría en la madrugada de hoy. Más
allá de esto, desde UNICEF manifestaron su preocupación
por la posibilidad de que los menores hayan sido arrojados al mar. El
buque Etireno, de bandera nigeriana pero fletado por una compañía
naviera de Benin, partió el 30 de marzo de Cotonou, donde embarcó
la espantosa carga de 250 chicos de entre 5 y 15 años para venderlos
como esclavos en Libreville, Gabón. La embarcación había
intentado atracar, días antes, en varios puertos, pero no pudo
hacerlo debido a que las autoridades de distintos países se lo
impidieron, alertados sobre la actividad ilegal que desarrolla.
La comunidad internacional está consternada ante la explotación
de niños como esclavos. La escalofriante operación es una
práctica habitual en muchos países de Africa, y comienza
con una negociación con los padres de las víctimas, que
viven en la extrema pobreza, los que son convencidos por algunas personas
para que dejen marchar a sus hijos, a cambio de 14 dólares y la
promesa de que se beneficiarán con una mejor educación y
trabajo en otros países más desarrollados. Lo cierto es
que los chicos son vendidos como esclavos a propietarios de plantaciones
de algodón y cacao por unos 400 dólares, en Gabón,
Costa de Marfil, Nigeria o Camerún, y son sometidos a durísimas
condiciones de trabajo y a una pésima alimentación. Las
niñas, en la mayoría de las ocasiones, son víctimas
de abusos sexuales o explotadas como prostitutas.
Las autoridades beninesas han identificado hasta el momento a tres responsables
del tráfico de niños: Staneslas Abatan, un empresario de
Benin que opera en Libreville, y a dos de sus colaboradores, quienes al
parecer organizaron esta última travesía.
Según informó ayer el ministro beninés de Bienestar
Social, Ramatou Baba Moussa, el barco fue avistado cerca de Malabo
y todos los puertos sobre las costas de Africa occidental y central han
sido alertados. Sin embargo, las autoridades de Guinea Ecuatorial
no tienen constancia de que el barco pasara por sus costas. Benin ha emitido
una orden de captura internacional contra el capitán del Etireno
y solicitó la asistencia de otros países para encontrar
el barco: Hemos pedido ayuda a las Naciones Unidas y también
a los embajadores de Estados Unidos y Francia, señaló
el ministro.
El Etireno es un barco en muy malas condiciones que suele cubrir la ruta
entre la capital de Togo, Lomé, y Libreville, con escalas en distintos
puntos de la costa occidental africana. El 30 de marzo partió de
Benin, un pequeño país africano, pero desde hace unos días
navega clandestinamente y sin rumbo fijo. Como estaba previsto que el
viaje dure apenas unos días, la comunidad internacional expresó
su preocupación por las condiciones de vida a bordo de la nave.
El vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Richard Boucher,
manifestó su preocupación por la salud y el bienestar
de las personas a bordo del barco, y en especial de los niños.
En caso de que los chicos fueran encontrados, las Naciones Unidas están
dispuestas a encargarse de ellos y devolverlos a sus familias, aunque
Nicolas Pron, funcionario de UNICEF, se mostró sumamente preocupado
por la situación: No nos sorprendería si descubriéramos
que los pequeños han sido arrojados al mar, dijo.
Amnistía Internacional denunció que el tráfico de
niños esclavos sigue proliferando en muchos países de Africa
occidental. Benin y Togo son los países de donde proviene la mayor
cantidad de niños de entre 5 y 15 años, que son cedidos
por sus familias a cambio de unos pocos dólares y luego son vendidos.
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