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CAVALLO REACCIONO CON IRA ANTE UNA NOTA DEL �WSJ� QUE DICE QUE SE VIENE UNA REESTRUCTURACION
�Argentina tendrá que reprogramar su deuda�

 El ministro salió violentamente al cruce de un artículo publicado en �The Wall Street Journal� que afirma que el país �no puede pagar la deuda y va a una reestructuración�. Calificó de �delirante intelectual� al autor. Dornbusch también descuenta que se va a una reprogramación.  

Por Maximiliano Montenegro

Domingo Cavallo salió ayer a negar que el Gobierno fuera a hacer una renegociación compulsiva de su deuda, una duda que persiste en los �mercados� y que mantiene elevado el riesgo país. �Argentina no va a reestructurar su deuda�, aseguró el ministro, contestando un artículo aparecido en el Wall Street Journal. Pero todavía desconoce un documento que circula por los mayores bancos de inversión, al que accedió Página/12, del profesor estrella del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y gurú del establishment financiero, Rudiger Dornbusch, quien no sólo descuenta que el gobierno argentino deberá �reprogramar la deuda externa y la deuda en general�, sino que además tendrá que aplicar un �formidable� ajuste fiscal, con una caída extra de salarios del 30 por ciento. 
Si el gobierno reprogramara el cronograma de pagos de la deuda pública, lo más probable es que los bancos locales también tuvieran que postergar la devolución de los depósitos, ya que una buena porción de títulos públicos forma parte de su cartera activa. Apelando a toda clase de artilugios, Cavallo consiguió en las últimas semanas financiamiento para cubrir los vencimientos de la deuda de los próximos tres meses, lo cual aleja, al menos por ese período, tanto el fantasma de la cesación de pagos como de la confiscación de depósitos. Si en ese plazo la economía arranca, el problema de la deuda se aliviaría, porque la recaudación mejoraría, junto con las condiciones del Estado para pedir nuevos préstamos. Sin embargo, hay quienes temen que si sigue siendo necesaria una lupa para descubrir la reactivación que promociona Cavallo, entonces podría haber crisis de la deuda antes de lo imaginado. 
El superministro está obsesionado por desmentir cada una de las opiniones y rumores sobre las debilidades de la economía argentina que surgen de la usina de los mercados, a los que él mismo llamó �miopes� y sus colaboradores tildaron de �cobardes�. Para ello se guía por la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque. Está convencido de que los mercados lo quieren domesticar y que, si se deja estar, terminará acorralado por las presiones de los financistas, como le ocurrió a Machinea y a López Murphy. Tanto es así que anoche viajó a San Pablo y de allí hoy mismo volará a Londres para hablarles cara a cara los mercados. 
Ayer eligió como blanco un artículo aparecido en el influyente Wall Street Journal, que se titula �Argentina no puede pagar su deuda� (ver aparte). Según Cavallo, el propio presidente del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga, le alertó sobre el artículo y le dijo que era uno de los motivos de por qué Argentina fue tan duramente golpeada por los inversores internacionales y brasileños anteayer. 
El artículo de opinión, publicado en el diario de negocios más importante del mundo, lleva la firma de un profesor de la Universidad de Columbia, Charles Calomiris, quien sostiene que el gobierno argentino deberá reescalonar su deuda lo antes posible para evitar males mayores en el futuro. �Incluso si Argentina logra controlar su déficit fiscal, necesitará gastar cerca de la mitad de sus ingresos por exportaciones sólo en pagar el servicio de la deuda�, afirma Calomiris. 
�Hay un artículo de un profesor estadounidense que se llama Calomiris, que dice que Argentina tiene que reestructurar compulsivamente su deuda externa, que publicó en The Wall Street Journal�, señaló molesto el ministro. Disparó que �a propuestas como estas no le prestamos ninguna atención, porque son delirantes académicos que se ponen a opinar de temas que no tienen nada que ver con la realidad de los países�. Y aseguró que �Argentina no va a reestructurar su deuda sino trabajar para tener cada vez mejor financiamiento en mercados abiertos y depender cada vez menos de los organismos multilaterales o de los contribuyentes impositivos�.
Después se ilusionó con que Argentina �sea vista por los mercados internacionales como ven a Canadá, a Australia, a Inglaterra, los países europeos, a Singapur y a los Estados Unidos mismos�. Sin embargo, si lo de Calomiris lo irritó, cuando Cavallo se entere, tal vez en San Pablo o enLondres, de lo que diciendo sobre Argentina otro �formador de opinión� de las finanzas internacionales, Rudiger Dornbusch, seguramente explote de ira. 
En un documento titulado �Al fin de la cuerda�, de circulación restringida entre los principales bancos de inversión, Dornbusch asegura que el gobierno argentino no sólo deberá �reprogramar la deuda externa y la deuda en general� sino que además tendrá que aplicar un �formidable� ajuste fiscal, con una caída extra de salarios del 30 por ciento. Eso, dice, para que �diez años más tarde, Argentina pueda ser viable de nuevo. Pero seguramente todavía no en los impagables niveles de vida actuales�, aclara.
El profesor del MIT, antiguo defensor de la Convertibilidad, critica además la estrategia de Cavallo de buscar financiamiento donde pueda y como pueda para escapar raspando de la cesación de pagos. �Es un error buscar algo de plata en Washington o en Europa para realizar otro escape agónico. Llegó la hora de jugar la crisis completa�, asegura (ver aparte).
En las últimas semanas, Cavallo echó mano a todos los recursos imaginables para conseguir financiamiento y estirar su horizonte de maniobra frente al cuco de la cesación de pagos. Así: 
Emitió títulos públicos por 2500 millones entre bancos y AFJP, dándoles la facilidad de que esos papeles pueden ser integrados como encajes ante el Banco Central. 
Flexibilizó la Convertibilidad, al elevar la proporción de reservas en títulos públicos y disminuir el respaldo en divisas de los pesos circulantes. �...Son las reservas del Banco Central las que contribuyen a rescatar al Tesoro nacional dándole a usted tiempo, un tiempo mínimo tal vez, pero tiempo al fin, para que implemente su programa económico�, le recriminó Pedro Pou en un inédito cruce con el ministro. 
Aplicó un impuestazo a los movimientos de cuenta corriente, que redundaría en ingresos por el doble del impuestazo de Machinea. 
Está reclamando a los principales empresarios locales que suscriban un �Bono Patriótico� por 1000 millones de dólares.
Si tanto esfuerzo servirá para algo se sabrá a muy corto plazo. Si la economía empieza a reactivarse, entonces entraría en funcionamiento un círculo virtuoso de mayor recaudación fiscal y mejores perspectivas para conseguir nuevos créditos a tasas razonables para afrontar los vencimientos de la deuda. Es la apuesta de Cavallo. En cambio, si la recesión se prolonga, la deuda se haría inmanejable y la cesación de pagos, que preanuncian apocalípticos los gurúes de Wall Street, estará a la vuelta de la esquina.

�Jugar la crisis completa�
El documento de Rudiger Dornbusch titulado �Al fin de la cuerda� es parte de los servicios que el académico devenido en gurú ofrece a los principales bancos de inversión internacionales a través de su consultora, �Transnational Research Corporation�. En uno de los párrafos más duros sobre el futuro de Argentina, dice lo siguiente:
�Una cuestión central de la Argentina es la quiebra del gobierno. La respuesta no es solo una reprogramación de la deuda externa y de la deuda pública en general. Con ella tiene que venir una formidable reforma fiscal que incluya las relaciones entre la Nación y las provincias. Es un error buscar algo de plata en Washington o en Europa para realizar otro escape agónico. Llegó la hora de jugar la crisis completa. Y conseguir todo los ajustes drásticos que tienen que hacerse a esta altura ¿Quién duda que un 30 por ciento de caída de salarios es parte de la historia? Pero no es sólo una caída de los salarios. Hay mucho más que necesita ser puesto en el campo de batalla, desde la reducción de la deuda hasta la reforma fiscal. Para tener éxito, Argentina necesita un significativo y duradero aumento en la tasa de ahorro nacional. Una privatización de lo que todavía queda en manos del Estado y un alza sostenida en la inversión. Diez años más tarde, Argentina puede ser viable de nuevo. Pero seguramente todavía no en los impagables niveles de vida actuales�.


LOS MERCADOS FINANCIEROS SIGUEN CERRADOS PARA LA ARGENTINA
Logros, fracasos y una obligada duda

Por Julio Nudler


Desde que el 20 de marzo volvió a Economía, Domingo Cavallo se anotó tres logros. Uno, crear un nuevo impuesto (a las Transferencias Financieras) para compensar la caída en la recaudación de los existentes. Dos, torcerle el brazo a Pedro Pou, presidente del Banco Central, y meter mano así en las reservas líquidas del sistema financiero, para atender con esos recursos la deuda pública. Tres, propalar un discurso optimista, bienvenido por una población exhausta. Pero también son tres las cosas que no consiguió. Una, reducir el riesgo país. Otra, que se reabran para la Argentina los mercados financieros internacionales. Y la tercera, reactivar la economía. 
Balanceando logros y fracasos, la pregunta es si hoy la Argentina está más cerca o más lejos del no va más. Cavallo descarta toda posibilidad de default y de reprogramación de la deuda, pero los hechos que puede exhibir hasta ahora no avalan su sobreactuada euforia. Aunque se considere muy razonable movilizar parte de los recursos que la banca mantenía congelados por las normas prudenciales del BCRA, todo dependerá de cuánto deberá tirar el cordobés de esa cuerda. En algún momento podrían aparecer dudas sobre la capacidad de la banca de responder a un retiro de depósitos.
Este riesgo es, hoy por hoy, un mal menor, si se lo compara con el de no poder cumplir con los acreedores. Por tanto, Cavallo se lanza a la apuesta de desafiar a los mercados financieros, advirtiéndoles que no va a salir a colocar bonos mientras no le bajen las tasas. Pero la verdad es que el tiempo juega en contra de él y no de los especuladores, que no tienen urgencia alguna en comprar títulos argentinos. Es la Tesorería de Plaza de Mayo la que no podrá pasársela demasiados meses sin recurrir al crédito.
Aunque al blindaje se lo vio -si fracasaba como salvación- cual la instancia inmediatamente anterior a la cesación de pagos, e incluso a la devaluación del peso, el mediterráneo consiguió convertirlo en la penúltima al sacar de la galera un conejo más: la utilización de parte de los encajes bancarios. Con éstos, más el impuesto a las cuentas corrientes, tapa por un tiempo el agujero fiscal provocado por los servicios de la deuda. La incógnita es si, entretanto, la economía real va a desentumecerse. Por ahora no está claro si ocurrirá o no. El febril activismo de Cavallo y su discurso lleno de fervor no garantizan nada. Como un estrecho colaborador suyo admitió ayer ante Página/12, �el abismo existe�. En otras palabras: el equipo económico desecha el colapso, pero, aun con su fe, no puede negar cierta posibilidad de que sobrevenga. 
Recíprocamente, ni siquiera los descreídos excluyen que, en algún momento próximo, la Argentina pueda romper el maleficio y consiga colocar afuera un bono, siquiera modesto (u$s 500 millones, o algo así), y a partir de allí genere una pequeña ola de confianza. Ayudaría mucho en esta dirección que la economía dejara atrás la depresión, porque, si no, la deuda pública, en lugar de licuarse, se vuelve cada vez más densa. Pero hasta ahora no hay en las acciones de Cavallo ninguna que claramente conduzca a la reactivación, aunque sí existan anuncios de medidas futuras que podrían reanimar la economía, como la cancelación de las deudas del fisco con el sector privado. 
Mientras la situación siga indefinida, nada evitará que más de un analista persista en que la Argentina deberá, tarde o temprano, reprogramar su deuda, porque son los pagos de esa deuda los que le impiden crecer. 

El amigo Calomiris

Charles W. Calomiris, el hombre que cree que la Argentina deberá reprogramar su deuda para volverse viable (ver aparte), es un economista graduado en dos célebres universidades, la de Stanford y la de Yale. Desde 1996 asesora a la Reserva Federal de Nueva York, y también desde entonces imparte finanzas y economía en la Universidad de Columbia. El mismo tiempo que lleva la convertibilidad en la Argentina lo lleva él como consultor del Banco Mundial. Su curriculum incluye algunos libros, todos sobre temas financieros, y numerosos artículos en publicaciones académicas y especializadas. Además es bastante mediático, apareciendo en la CNN, la BBC y varias otras cadenas, sin por ello privarse de dar conferencias en diversas universidades. Es alguien, por tanto, al que conviene tener de amigo.

 

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