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OPINION
Preso en un country
Por Raúl Kollmann

Por qué razón el preso Emir Yoma habla por su teléfono celular cuando los demás presos de la argentina lo tienen prohibido? �le preguntó Página/12 a uno de los máximos responsables de la Gendarmería, en cuyas instalaciones de Campo de Mayo está el ex cuñado del ex presidente Carlos Menem.
�Yoma tiene autorización del juez.
�¿Hay otros presos que también tienen esa autorización?
�Sí, algún otro.
�¿Massera?
�Sí.
�Mire, en la cárcel de Devoto, por ejemplo, hay ladrones a los que acusan de robar mucho menos que Emir y asesinos que mataron mucho menos que Massera. Y tienen que hacer una hora de cola ante un teléfono público para hablar dos minutos con su familia.
�Le reitero. Los detenidos que usted me mencionó tienen autorización.
En realidad, no se trata sólo del celular. La imagen de Emir Yoma sentado con familiares en el jardín del cuartel de Campo de Mayo, con el pasto cortado prolijamente y bajo la sombra de los árboles (ver foto en página 9), la habitación individual, las comidas en los casinos de oficiales y los baños impecables, contrastan en forma grosera con las condiciones en las que viven todos los presos del país: celdas donde los detenidos, en el mejor de los casos, se apiñan y en el peor de los casos deben turnarse para dormir por falta de camas; hay ausencia hasta de inodoros, duchas multitudinarias con agua fría, patios sórdidos, horarios de visita escasos y estrictos y una disciplina durísima.
Basta una mirada para que quede claro que Emir, así como Massera, los militares que robaron bebés, el ex juez Trovato, Alderete y tantos otros, son presos-country, privilegiados, a pesar de que sus delitos fueron, en la mayoría de los casos, mucho más violentos y hasta despreciables que los que cometieron el noventa por ciento de los delincuentes comunes: si es cierto que Emir Yoma fue el organizador de una asociación ilícita que traficó armas a Ecuador y Croacia, significa que hizo dinero, millones de dólares, a costa de dos guerras y a favor de acciones armadas en contra de las cuales la Argentina se manifestaba públicamente. 
�¿Por qué no lo mandan a Emir a una cárcel común? �le preguntó este diario a una fuente judicial.
�Por razones de seguridad. En un penal común puede correr algún riesgo.
�Si es por eso, todos los presos corren algún riesgo. Mejoren la seguridad.
�Bueno, pero Emir no es un preso común.


 

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