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Cavallo acaparó la conversación
y también críticas en voz baja

 Fue figura central en la reunión de Gabinete, explicando la canasta de monedas. Pero en la antesala se le hicieron algunas críticas por avanzar sobre espacios de otras áreas de gobierno.  
Domingo Cavallo, de espaldas a la cámara, pero siempre hiperquinético y protagónico.
Su reunión con Aníbal Ibarra implicó quejas, en sordina, de Jorge de la Rúa y Ramón Mestre.

Al Gobierno le resulta cada vez más complicado demostrar que Domingo Cavallo no es el hombre fuerte de la administración de la Alianza. Ayer, pese a que el presidente Fernando de la Rúa volvió a encabezar la reunión de Gabinete, Cavallo resultó el protagonista excluyente del encuentro. Por un lado �el lado bueno�, por su extenso informe sobre la novedosa inclusión del euro dentro de la convertibilidad. Por el otro �el lado malo� porque resonaron (más en la antesala que en la reunión) las quejas de algunos colegas por su costumbre de meterse en áreas ajenas, como, según le dijeron, hizo el lunes cuando se encontró con el jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra, para hablar del traspaso de la Policía Federal y de la Justicia. 
Cavallo no suele ser respetuoso de los límites de sus atribuciones y de la de sus compañeros de gestión. Desde el primer día �y tal como era su costumbre durante el gobierno de Carlos Menem� trabajó sobre temas que no eran de su estricta incumbencia. Supo ser canciller, ministro de Trabajo o jefe de Gabinete, según quien fuera el interlocutor de turno. Pero en sus primeros días nadie quiso hacerle frente, deseosos como estaban de que su receta sirviera para sacar al país de la recesión. Pero esta semana, al parecer, Cavallo empezó a pasarse de la raya. 
Concretamente, el ministro del Interior, Ramón Mestre, y el de Justicia, Jorge de la Rúa, mientras esperaban el comienzo de la reunión comentaron a sus colegas que no había sido feliz la conversación de Supermingo con Ibarra acerca del traspaso a la ciudad de materias que vienen demoradas desde hace añares y que forman parte de sus carteras. Ibarra, sabedor de quien tiene poder de decisión hoy en la Rosada, prefirió charlar sobre sus problemas con el jefe de Hacienda.
Pero esa fue la parte opaca de la protagónica participación de Cavallo en gabinete. Porque el jefe de Hacienda también realizó una extensa explicación sobre el proyecto que envió al Congreso para que el valor del peso surja de un promedio entre el dólar y el euro. Una idea de la que varios ministros se enteraron durante el fin de semana, junto con el anuncio público de Cavallo. 
Parte de la intervención de Cavallo también estuvo dedicada a la reforma del Estado. �Hay que ahorrar para compensar lo que gastamos de más en el primer trimestre del año�, les recordó el ministro a sus compañeros de gabinete. Cada ministerio todavía cuenta con dos semanas de plazo para presentar un informe en donde debe detallar la situación de cada área, cuestión de que quede claro por dónde puede pasar el próximo tijeretazo. En jefatura de Gabinete aún suponen que la reforma estatal quedará en manos del frepasista Marcos Makón, quien desde los albores de la gestión aliancista vino trabajando sobre la cuestión pero que ahora se quedó sin cargo. La meneada remodelación del gabinete �a partir de la cual reingresaría Makón al gobierno� continúa en el freezer y supuestamente volverá a discutirse recién la semana próxima.
A partir de la división de la secretaría de Comunicación y Cultura, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, habló sobre una posibilidad que, de concretarse, serviría para fortalecer la figura del secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo (ver asimismo página 11). Colombo habló sobre la posibilidad de que todas las secretarías que hoy dependen directamente a Presidencia, pasen a reportar a Gallo, un delarruista de pura cepa. Aunque Colombo habló de la idea casi como si fuera un hecho, luego se resolvió que la decisión final quede para cuando De la Rúa vuelva de Canadá.

 

 

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