Quizá lo más alarmante del plan de Ariel Sharon para acabar con la Intifada palestina no es que sea sanguinario y radical, sino la posibilidad de que simplemente no exista. Es cierto que las acciones israelíes de la última semana parecieron seguir un patrón fijo de escalada: bombardeo de un radar sirio en el Líbano el domingo, bombardeo contra barrios palestinos en la Franja de Gaza el lunes, y la ocupación de un sector de la Franja ayer, en violación de los Acuerdos de Oslo de 1993. Que todas estas acciones reaccionaran a iniciativas del otro bando era significativo, sin embargo, y la abrupta retirada israelí ayer de su �zona de seguridad� en Gaza, menos de 24 horas después de su ocupación, parece confirmar que Sharon no tiene una estrategia integral. Un plan premeditado, al menos, hubiera notado la posibilidad de que Estados Unidos se opusiera cerradamente a la ocupación, y no hubiera permitido declaraciones iniciales de que ésta sería indefinida. Al no hacerlo, Sharon se infligía el primer revés importante de su gobierno.
Como tantas otras acciones, la ocupación del barrio de Beit Hanun era una advertencia más hacia la OLP de Yasser Arafat. No tanto para terminar la violencia, algo que nadie espera, sino para que al menos cese con los disparos de mortero contra objetivos dentro de Israel. Los disparos en sí no eran nada nuevo, pero hasta ahora se habían limitado a las colonias judías enclavadas en territorio palestino. Esa limitación terminó anteayer cuando el grupo HAMAS disparó varias granadas contra una ciudad indiscutiblemente israelí, Sderot. Esto requería un salto cualitativo en la respuesta de Israel. Su Ejército ya había penetrado en zonas de Gaza (en lo que constituyó la primera violación a los Acuerdos de Oslo) para demoler edificios y arrasar cultivos que servían de escondite para los morteros. Pero ayer a la madrugada, unos 300 soldados israelíes apoyados por una compañía de tanques pesados avanzó sobre Beit Hanun para realizar una operación que a todas vistas iba ser mucho más permanente.
El preludio había sido un muy intenso bombardeo de artillería, apoyado por aviones y buques en el Mediterráneo, contra edificios de la Autoridad Palestina. En Beit Hanun, el fin del bombardeo fue seguido por el avance del Ejército israelí. La resistencia se centró en la comisaría local, que quedó reducida a ruinas, con tres policías palestinos muertos. Más de 35 palestinos más resultaron heridas. Aparentemente no hubo bajas israelíes.
El mando israelí estaba muy satisfecho. �Estamos creando una zona de seguridad y podemos quedarnos aquí días, semanas, o incluso meses�, se jactó el comandante de la división israelí en Gaza, general Yair Naveh. Mientras hablaba, unas topadoras que acompañaron su ocupación demolían las estructuras de la AP en la zona, junto con los cultivos y edificios que albergaban los morteros. Al mismo tiempo, otras fuerzas israelíes establecían corredores que subdividían la Franja en tres partes. Fuentes de la oficina de Sharon se vanagloriaban de �un golpe contra las organizaciones terroristas�. Parecía, en sentido limitado, una nueva versión de la táctica con la que el premier logró pacificar Gaza luego de la Guerra de los Seis Días. Unas horas después, el discurso israelí, junto con sus tropas, daba marcha atrás. ¿Qué lo había causado?
No fue, sin duda, la reacción árabe. Era previsible que Yasser Arafat calificara la ocupación como �un crimen imperdonable�, y que su negociador en jefe, Saeb Erekat, proclamara melodramáticamente que �con esta acción Israel ha enterrado cualquier posibilidad de traer paz a la región�. Sharon tampoco pudo haberse alterado mucho por las múltiples condenas de los países de la Liga Arabe. Cierto, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, se declaró �preocupado�. Pero fue la preocupación de otra persona la que hizo que Sharon mismo comenzara a preocuparse.
Su nombre era Colin Powell. Poco después de que se confirmara la ocupación israelí, su Departamento de Estado difundía un texto donde castigaba la operación israelí como �excesiva y desproporcionada�. Sus críticas fueron parejas, y el Secretario afirmó estar �profundamente preocupado por todo lo sucedido en los últimos cuatro días, incluyendo losataques contra fuerzas israelíes en la frontera del Líbano, el ataque israelí contra posiciones sirias, y los ataques con mortero palestinos en Israel�. Estos últimos �ataques provocadores� eran inaceptables: �Los palestinos deben renunciar a la violencia�. Pero el objetivo inmediato del mensaje era claramente Israel. Y por si eso no quedaba claro, una �alta fuente del Departamento de Estado� subrayó que �Israel debe retirarse�.
Y eso fue ni más ni menos lo que hizo. Al anochecer, el gobierno emitió una contraorden ordenando el repliegue inmediato de Beit Hanun. La directiva llegó cuando las tropas se preparaban para pasar la noche en el terreno conquistado. En su explicación a la radio estatal, el gobierno dejó claro quién era el responsable: �Hemos anunciado a Washington que nuestra operación en el norte de Gaza ha terminado�.
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