Por Verónica Abdala
El teórico canadiense Marshall McLuhan �se equivocó�, sentenció el hombre de cabello blanco y mirada transparente que presidía el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional. El investigador en comunicación e historiador español Roman Gubern disfrutó de esa frase, que parecía impactar en el plexo de la concurrencia. �El concepto de Aldea Global que propuso McLuhan �avanzó Gubern�, suponía flujos de comunicación unidireccionales, en que, como en cualquier aldea, todos podían hablar con todos.� Eso no ocurrió así. Actualmente, a cuarenta años de la famosa idea de McLuhan, uno de los profetas de la comunicación de masas, �asistimos a la monodireccionalidad que impone el Norte frente al Sur. Somos parte de un mundo en que se impone una monocultura que funciona en base a intereses mercantiles, antes que políticos o sociales, cuantitativos antes que cualitativos, y en la que parecen no tener cabida los elementos que pudieran desarrollarse por fuera de la lógica de mercado�.
Gubern �que integró el staff docente del Massachusetts Institute of Technology, la Universidad de California, y el Institute of Technology de Pasadena, preside la Asociación Española de Investigadores de cine y es titular de una cátedra de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona� explicó el calibre del error de McLuhan ayer por la mañana, en el marco de la conferencia Las comunicaciones en la Aldea Global, que inauguró un curso de posgrado en Gestión en Cultura y Comunicación, organizado por el INDAC (Instituto Nacional de Administración Cultural) y Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Participaron de la presentación del curso, que se desarrollará a lo largo del año, el secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, que destacó la necesidad de jerarquizar el rol del Estado en tanto propulsor de políticas culturales, el antropólogo argentino radicado en México Néstor García Canclini, que se refirió brevemente a la reubicación de las problemáticas de cultura en tiempos de globalización, la directora de la Flacso, Guillermina Tiramonti, y el sociólogo Luis Alberto Quevedo, que introdujo al semiólogo español.
Gubern se refirió, en el marco de la ponencia, al �nuevo escenario tecno-cultural� que sobrevino a las mega fusiones empresariales que se concretaron en las últimas dos décadas, tanto entre las grandes compañías de comunicación estadounidenses, como entre algunas importantísimas empresas norteamericanas de comunicación y entretenimiento con firmas japonesas. Esta integración en el campo de la producción cultural dio origen a lo que el denomina �el nuevo eje Los Angeles-Tokio�, y que supone �una expropiación del imaginario norteamericano� por parte de los japoneses, que así se propaga y se consume sin aparentes obstáculos, en el resto del mundo. �El 80 por ciento del material audiovisual que se consume en Europa, es estadounidense, mientras que sólo el 2% de lo que se consume en Estados Unidos es producido en Europa�, ilustró Gubern, para quien el peligro reside en que �todo aquello que no se inserta en la lógica de la ganancia y que puede ser redituable para los empresarios que lideran el campo de las comunicaciones, queda por fuera, para ser desechado�.
La posibilidad de escaparle a esa �monodireccionalidad y estandarización� de contenidos y de tecnología, �que se produce en el Norte y se consume en el Norte y en el Sur�, reside en la capacidad de encontrar �brechas, intersticios� que permitan una suerte de marginalidad del sistema dominante. A eso alude el concepto de �cultura intersticial�, al que el investigador dio especial importancia. �Tiene conexión con el orgullo que en los años 60 acarreaba el hecho de quedar fuera del sistema, aunque a su vez se diferencia mucho de aquella filosofía, porque los tiempos son otros�, explicó. La producción independiente en el campo del cine y la televisión, por ejemplo, significa la posibilidad de escaparle a uno de los mayores peligros que a su entender supone esta monodireccionalidad, y es que �los países del sur del mundo, subdesarrollados o en vías de desarrollo, ven su realidad a través de los ojos del norte, lo que supone una colonización vía satélite de la mirada de estos países, y su sumisión a la visión de los países más poderosos�. A la hora de ampliar su concepto de Cultura Intersticial, Gubern explicó: �es lo que queda por fuera de la �Cultura Spielbergiana� (por Steven Spielberg), lo que no se somete al sistema de contenidos que proponen la televisión estadounidense y el imaginario de Hollywood, las posibilidades de consumo cultural que sobreviven por fuera de la lógica de mercado. En ese sentido �dijo� considero que Internet, un medio que algunos se empeñan en demonizar injustamente, es una buena herramienta para acceder, producir y difundir, contenidos distintos, de producción artesanal o alternativa�.
En referencia a la posible utilidad de la red de redes, Gubern citó al semiólogo italiano Umberto Eco: �La red es como una gran librería desordenada, es útil, pero su utilidad es limitada�, objetó. Y la enmarcó en lo que llamó �la pantallización� de la sociedad. �Un empleado promedio puede llegar a pasar más de doce horas diarias frente a una pantalla, si sumamos las que pasa frente a la computadora en el trabajo más las que en su casa dedica a ver televisión. Eso supone un reemplazo de la experiencia física real por la experiencia filtrada, mediatizada, que esconde el riesgo de confundir el mundo real con la virtualidad e irrealidad de las imágenes. No olvidemos que la experiencia del cara cara es fundamental para el ser humano, y sobre todo para los niños y los jóvenes�, alertó. �La sobreoferta de información, a su vez, supone un empobrecimiento de la comunicación y de la posibilidad real de estar en contacto con lo que ocurre a nuestro alrededor. En otras palabras: más oferta es igual a mayor desinformación e incomunicación�, puntualizó frente a un auditorio que seguía atentamente sus palabras, y que tras su exposición se animó tímidamente a las preguntas.
�¿Qué opina de los reality shows, como �Gran Hermano�?, inquirió una mujer de mediana edad, acaso con la esperanza de que la reflexión de Gubern pudiese iluminar algún aspecto de este presente en que, aparentemente, pocos se salvan de querer mirar o ser mirados. �Para mí, los reality shows son la continuación directa de las telenovelas que hicieron furor en los 70 y los 80�, analizó el semiólogo, que confesó haber �pasado dos minutos� en la mañana por los canales de Direct TV que transmiten en directo desde la casa. �La efectividad de las telenovelas, se basaba en la seducción que implica el poder espiar las pasiones ajenas. Lo que ocurre ahora es que esas pasiones ficcionales fueron reemplazadas en la actualidad por las pasiones de la vida real, en que las lágrimas y el semen son de verdad�. El alcance de este juego en que �muchos pagan el derecho de espiar por el ojo de la cerradura a unos pocos, porque suponen que ese mundo es más auténtico que el que veían antes� son imprecisos. �¿Llegará el momento en que el público argentino espere que hasta la muerte de la televisión sea una muerte de verdad?�, preguntó, y nadie se atrevió a contestar.
|