Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Con amigos tan comprensivos como 
Harry, ¿quién necesita enemigos?

 El segundo largometraje del francés Dominik Moll se revela como un ejercicio original y perturbador, con un personaje protagónico concebido como la materialización del inconsciente, dispuesto a actuar sin contemplaciones bajo el principio del placer.  
Mathilde Seigner custodiada por Sergi López, siempre decidido a resolver drásticamente los problemas. 

Por L. M.

No parece casual que el film se inicie con la más banal de las escenas cotidianas. Michel y Claire, un joven matrimonio con tres hijos, sale de vacaciones y sufre el característico stress de la ruta: calor sofocante, cansancio acumulado, el ruido hiriente de bocinas y neumáticos, las quejas, llantos y pataleos de los chicos. La tensión crece dentro de ese coche familiar, que parece a punto de explotar. Se impone una parada de descanso y allí, en el prosaico baño de una estación de servicio, de pronto surge Harry, como si se tratara de un aparecido. Dice ser un viejo compañero de colegio de Michel y parece saber todo sobre él. Pero Michel no lo recuerda, en absoluto. Le inquieta ese encuentro con un desconocido, capaz de traerle a la memoria momentos de su adolescencia que él ya tenía completamente olvidados. Le molesta la soberbia y la insistencia de Harry. Pero no puede dejar de sentir cierta curiosidad, una malsana atracción, y la relación entre ellos irá creciendo hasta convertirse en un extraño lazo de sangre.
Todo en Harry, un amigo que te quiere bien, el segundo largometraje del director francés Dominik Moll (n.1962), está pensado para ser leído, en principio, desde el más minucioso realismo. La cotidianidad de esa familia tipo, de vacaciones en una vieja casona de montaña, que ellos mismos están refaccionando, está expuesta con sumo detalle, como si se tratara de acentuar la materialidad de cada acción insignificante. Y, sin embargo, a través de una puesta en escena de una sutil estilización visual y de un diseño de sonido hiperrealista, van apareciendo indicios de que ese realismo es apenas una superficie que esconde otros niveles de lectura posibles. 
Al fin y al cabo, ¿quién es Harry? A diferencia de Michel y Claire (Laurent Lucas, Mathilde Seigner), Harry (Sergi López) no tiene nada de corriente, de ordinario. No se sabe de qué vive, ni por qué tiene un nombre inglés y un acento español. Se diría que su irrupción es la de un personaje imaginario, perteneciente al orden de la más pura ficción: un hombre al mando de un lujoso Mercedes, con una exuberante y sumisa amante a su lado y una solución a mano para cada uno de los pequeños problemas domésticos de Michel. Claro que, a medida que Harry se instala en la vida de Michel, esas soluciones van siendo cada vez más drásticas, definitivas.
Es significativo también que el mayor vínculo entre estos dos hombres provenga de una insólita fijación de Harry con una poesía y unos relatos de ciencia-ficción publicados por Michel en la vieja revista escolar, como si de alguna manera Harry renaciera de las cenizas de aquel fuego interior que supo arder en el espíritu de Michel y que luego las urgencias de la vida diaria fueron apagando. De pronto, al contacto con Harry, Michel se siente impelido a escribir nuevamente, como un poseído, aunque primero tenga que enfrentarse a la angustia de la página en blanco y luego a la perplejidad de su mujer, que desconocía por completo esa faceta oculta de su marido.
Desde una perspectiva arquetípicamente freudiana, Harry no deja de ser también una proyección del inconsciente de Michel, la materialización de sus deseos más profundos, una suerte de alter-ego liberador, un �id� que actúa de pronto, de manera salvaje, impiadosa, contra el �superyo� que venía reprimiendo e inhibiendo sus facultades creativas, sometidas a la sobreprotectora sombra paterna y a la responsabilidad familiar. 
Las influencias de Hitchcock �a quien Moll reconoce como su director predilecto� parecerían más de orden formal que estrictamente temático, mientras que la mirada vitriólica sobre la burguesía y el humor negro permiten asociar a Harry... con el cine cáustico de Claude Chabrol, el primer cineasta francés que reconoció en Hitch a su mentor. Sobre esas raíces, Moll supo construir un film curioso, a su modo original, siempre perturbador, como una pesadilla. 

 

 

PRINCIPAL