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OPINION
Un gatillo financiero llamado Argentina
Por Martín Granovsky

Fernando de la Rúa estuvo como George W. Bush como deseaba, y consiguió la foto que deseaba, pero no será ésa la noticia de la semana en los diarios norteamericanos. La noticia es, más bien, una columna de opinión que publicó el diario The Washington Post el miércoles con la firma del economista Robert J. Samuelson. Su título suena inquietante: �¿Será la Argentina la que gatille la próxima crisis financiera?�. 
Samuelson se preocupa por los signos negativos en los Estados Unidos, donde los índices muestran una baja del consumo, pérdida de confianza y descenso de las inversiones. Pero lo preocupa más la perspectiva de que, cuando las cosas andan mal, la bancarrota se desparrama de un país a otro a través de baja de importaciones o cesación de pagos. Y ahí es donde entra la Argentina. �La Argentina importa por la posibilidad de una reacción en cadena�, escribe el economista. �Podría disparar la próxima crisis financiera global�, pronostica sobre un país a cuyo presidente, Fernando de la Rúa, describe como �salvajemente impopular�. En un clima económico más apacible, un default podría quedar solo como un problema entre la Argentina y sus acreedores, como los fondos de pensión, las compañías de seguros, los bancos de inversión y los ricos. El problema ahora, según Samuelson, es que Japón está parado y los Estados Unidos flirtean con la recesión. Entonces, como la realidad es más sensible a cualquier caída, un traspié argentino arrastraría al resto de los mercados latinoamericanos, la parálisis cortaría el flujo de capitales, éste reduciría la proporción que representa América latina en el comercio mundial, lo cual deprimiría el mercado global y fastidiaría las exportaciones norteamericanas. 
Hasta ahí, todo bien para Domingo Cavallo, que acumula millaje por el mundo mientras esparce el peligro del default argentino como el gran argumento para atraer ayuda e inversiones. Samuelson hasta podría ganarse el mérito de ser considerado por Cavallo como un economista inteligente, sobre todo cuando dice que su colega argentino es �una figura legendaria� y que su plan �tal vez funcione�. El problema es que el artículo plantea después que, �incluso sin default, el flujo de capitales hacia América latina puede caer�. 
El fantasma mayor que plantea Samuelson es que una nueva crisis será menos manejable que el Efecto Arroz de 1997, porque entonces los Estados Unidos vivían un boom. O sea: antes eran un boom, y ahora el boom puede hacer crack. 
La lectura de la columna no deja la impresión de que el mundo entero se tirará a salvar a la Argentina, especialmente si en lugar de una conspiración el país tiene la mala suerte de sufrir una recesión propia no solo en medio de la fiesta mundial sino cuando se acerca el parate.
Si Samuelson tiene razón, el análisis de las declaraciones de George W. no obliga a ningún tipo de optimismo. Es cierto que mencionó al Departamento del Tesoro casi como un colaborador de Domingo Cavallo, y que dijo que a cambio de nuevas reformas el Fondo Monetario Internacional se pondrá más cariñoso con la Argentina. Pero, mirando a la cumbre de Quebec que comienza hoy, afirmó que a largo plazo la solución es el libre comercio, una forma de apuntar al fortalecimiento de las exportaciones norteamericanas como su gran objetivo de política exterior hacia el resto de América. En esta meta, Cavallo es una ayuda para Bush: el Mercosur está suspendido, y es probable que siga en veremos, con lo cual el Gobierno argentino habrá fortalecido la posición de los Estados Unidos en la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas. La pregunta es si Washington retribuirá de alguna manera esa colaboración, estimulado por el virus argentino del default, o, como suele ocurrir, la leerá solo como el cumplimiento del compromiso unilateral con la religión del libre comercio.


 

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