Por Esteban Pintos
La música popular argentina, o al menos la porción representada en estos premios Gardel a través de su brazo industrial-discográfico, es un rompecabezas. Un conglomerado de artistas y géneros cuya valoración artística corresponde establecer por carriles separados pero que �casi obligatoriamente� para el filtro de unos premios de todavía dudoso prestigio se presentan amontonados. No juntos. Coherente con cierta notoria confusión en las categorizaciones y nominaciones, esta tercera edición de entrega de los premios que se pretenden a sí mismos como los más importantes de la música argentina, resultó por lo menos complicada. Sin embargo, está claro que la justicia del Oro a León Gieco operó como un bálsamo a la hora de la repercusión, que fue muy superior a la del año anterior. Gieco no salía de su asombro, cuando en la madrugada de ayer se vio en la tapa de todos los diarios. No cambió, por eso, sus planes: después de un festejo íntimo con una cena, se fue al campo, fuera de Buenos Aires, para una sesión fotográfica con vistas a la tapa de su próximo CD, un homenaje a los bandidos populares argentino.
Está claro que al igual que los Martín Fierro �por citar el ejemplo de un �hermano mayor��, los Gardel son galardones con un sentido industrial a los que no corresponde pedir que premien la calidad. Que Luciano Pereyra le haya ganado a Peteco Carabajal uno de los rubros folklóricos es parte de un juego industrial: no tiene asidero cualitativo.
La ceremonia, concebida para ser emitida por televisión, intentó exhibir la organización, el ajuste y el atractivo de los grandes ejemplos estadounidense (Grammy, Oscar). La novedad del público con entrada paga, unas 2.000 personas, aportó un cierto toque de color. También es cierto que, con el formato de programa ómnibus de televisión, algunos tiempos �muertos� �por caso las intervenciones del luthier Marcos Mundstock� generaban una incomodidad evidente en los presentes, músicos y público. Hubo números musicales, algunos con evidente y molesto playback, otros de saludables intenciones �la reunión de amigos que motivó la presencia sobre el escenario de Gieco�, que también mostraron una intención ecléctica: de Los Caballeros de la Quema a Ráfaga, de Chayanne a Leopoldo Federico.
El sabor de este tipo de premiaciones también está en lo que digan o hagan los ganadores. No hubo al respecto casi nada llamativo, hasta el turno de León. Charly García, que había desairado a la organización en la edición anterior, subió al escenario para correcibir el único premio que tuvo Sui Generis (por �diseño de portada�). Cuando llegaba la hora del Gardel de Oro, se retiró. Fito Páez, Divididos, Horacio Salgán-Ubaldo De Lío, no estuvieron presentes para recibir sus estatuillas . El power trío, envió a cinco jóvenes fans a recoger sus galardones.. Uno de ellos tomó el micrófono e improvisó un discurso reivindicatorio de artistas que consideró "injustamente marginados" (�Spinetta, Los Piojos, Babasónicos, La Renga�). Pocos lo escucharon, entre gritos de chicos y chicas por autógrafos de sus ídolos, y un murmullo propio de cóctel. Por suerte, después venía el premio a Gieco. Su discurso resultó, por lejos, lo mejor de la velada.
La cultura y la sonrisa
Este es el discurso con que León Gieco aceptó el Gardel Oro:
�Hace un par de semanas, sospechaba algo, voy a confesarlo. Me invitaban permanentemente a esta fiesta, pero yo no estaba ternado... Porque este disco, Por partida doble recién estaba editado, y dentro de una semana empiezo a grabar en Montevideo mi nuevo disco, Bandidos rurales, con el cuarteto de Zitarrosa y los Fattorusso. Así que el disco va a tener buena onda desde el comienzo.
Voy a ser breve... El ex ministro de cultura de Nicaragua en épocas de la revolución, Ernesto Cardenal, decía que los pueblos sonríen cuando tienen cultura. En este país a veces estamos equivocados porque creemos que un presidente o un ministro de economía nos va a salvar de la situación y no es así. (aplausos del público)
Este país se va a salvar cuando florezcan ese capullo que es la comunión de la lucha de los derechos humanos, la justicia, la educación y la cultura. Y después vendrán la política y después vendrán los ministros de economía. (más aplausos)
Los derechos humanos nos hablarán de dignidad y de memoria. La justicia se hará cargo de encarcelar a los genocidas que están sueltos y a los corruptos en la época de la democracia. La educación nos hará libres porque nos enseñará la verdadera historia de los argentinos, la historia de los que perdieron también. Y la cultura nos dará la sonrisa, como decía Ernesto Cardenal (ovación)
Quiero dedicar este premio a todos los que alguna vez compraron una entrada para verme o compraron un disco. A ellos les pertenece semejante distinción. Y por último, quiero dedicarle este premio a las dos fans más jóvenes que tengo. Una tiene 3 y otra 5. Son Isabela y Antonia, que son mis nietas (aplausos). Muchas gracias a todos� (ovación). |
OPINION
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