SUSTO La enorme nube de humo en un edificio contiguo a la embajada en Washington fue la señal de alarma. La delegación de Fernando de la Rúa cayó en el desconcierto mientras el servicio secreto norteamericano, enviado para custodiar al presidente argentino, se desplegó en la zona hasta que llegaron cuatro carros de bomberos. El susto pasó pronto con un simple matafuegos químico: la humareda provenía del motor de un ascensor que, al producir un cortocircuito, quemaba la grasa de los cables.
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