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panorama politico

DESCONTROLES
Por J. M. Pasquini Duran


Sin dar tiempo para metabolizar el debate político acerca de la relación Washington�La Habana, la economía regresó por sus fueros, alborotando el avispero nacional con nuevas preguntas sin respuestas, con más incertidumbres. Sin embargo, sería un error pensar ambas situaciones por separado, en lugar de observarlas como el recorrido de un mismo proceso de corrosión, caracterizado por la velocidad de los cambios de posición, el desconcierto de los dirigentes, las relaciones desiguales de poder y la desazón social sin liderazgos verdaderos ni visión de futuro. Nada ni nadie permanece lo suficiente en sus puntos de referencia y, a la vez, ese vértigo deja la sensación de inmovilidad porque todo se repite como un monótono estribillo, aunque cambien los protagonistas o los discursos. Cuando se aparta la paja del trigo, quedan a la vista algunas cuestiones de fondo. La primera es el peso de la deuda pública en el comportamiento económico, las dificultades del país para �honrarla� sin restaurar la esclavitud y, por fin, la presión de los especuladores financieros internacionales, asociados con grupos locales muy concentrados, que han sido cebados por los últimos años de suculentas y rápidas ganancias. Por la misma imposibilidad de separarse del mundo (ni siquiera lo consiguen en Quebec los presidentes de las Américas), es poco aconsejable fragmentar los datos de la realidad y encerrarlos en celdas separadas, porque la comprensión de lo que sucede como una totalidad es el primer paso para modificar el conjunto en lugar de emparchar. 
Comenzando por la actitud oficial en el caso cubano, de todas las peores razones, la menos mala sería que la decisión fuese la consecuencia directa de la convicción ideológica, o sea: votaron así de conservadores que son, nomás. La peor de todas, la más humillante, sería la consecuente con las puras ganas de presentarse ante el rústico emperador del Norte con esa ofrenda en la canasta. Si esta fuese la razón, como tantos sospechan, tropezarán con la misma piedra que los arrogantes generales de la dictadura que, a cambio de las prestaciones serviciales, descontaban el visto bueno de la Casa Blanca para desafiar a Gran Bretaña en las islas Malvinas. Bush Junior, igual que su padre y que todos los antecesores en la oficina oval, sólo respeta los intereses propios o el poder ajeno, pero nunca la subordinación. A pesar de tantas constancias históricas y de ser devotos de misa frecuente, les importó más la cruda geopolítica de Washington que las opiniones de Juan Pablo II sobre la conducta inmoral e injusta de Estados Unidos contra Cuba. 
En términos locales, ¿acaso piensan que la �nefasta herencia� del menemismo, invocada a cada rato para justificar su propia impotencia, nada tuvo que ver con las �relaciones carnales�? Pudibundo, el canciller Adalberto Rodríguez G. en lugar en carnales las llama �intensas�, pero es lo mismo, sólo que con la luz apagada. Para decirlo de una vez, sin hipócritas eufemismos, el presidente Fernando de la Rúa y su intenso amigo, alinearon la soberanía argentina en contra del socialismo cubano y de la unidad latinoamericana. Cipayaje se calificaba a esa conducta en tiempos de don Arturo Illia, el presidente radical y cordobés, casuales coincidencias con la actualidad administrativa, que se negó a enviar tropas nacionales a secundar la invasión norteamericana de la República Dominicana.
Al ignorar las orgullosas tradiciones argentina y latinoamericana sobre la autodeterminación de los pueblos y, también, tantas prudentes opiniones actuales, entre ellas las de los dos partidos fundadores de la Alianza, de nuevo desperdiciaron la oportunidad de reconciliarse con el sentido común. Les pedían la abstención, al unísono con México y Brasil, al menos mientras Estados Unidos persista en el bloqueo que atormenta al pueblo de Cuba con estrecheces inmerecidas, pero se negaron a escuchar con esasordera voluntaria que aplican a tantas otras materias de interés nacional. ¿Dicen que para ganar la confianza de los inversores o la seguridad de �los mercados�? Ahí tienen la recompensa: en los dos últimos días, la Bolsa se vino abajo y el �riesgo-país� que los obsesiona perforó la cota de los mil puntos hacia arriba, cuando debería caer en picada según la lógica de la confianza en la previsibilidad, en la gobernabilidad y en la demás monserga de los profetas conservadores. Ni las sonrientes palmadas de Bush Junior ni el diseño del ALCA en el ghetto alambrado de Quebec son suficientes para calmar la voracidad de �los mercados�. Tampoco alcanzan las expectativas depositadas en Domingo Cavallo, el corre-caminos que llegó para cimentar su futuro personal en la política y para salvar al gobierno después de los sucesivos fracasos de Machinea y López M. 
�Está loco�, dicen del �salvador� los voceros más atrevidos de �los mercados�. �No sé que son los mercados�, responde sin detenerse el correcaminos. Alguien debería refrescarle la memoria: es el nombre genérico con que se designa al bloque de poder que terminó de conformarse durante la gestión anterior de Cavallo, cuyas fuerzas hegemónicas son la docena de bancos que controlan las finanzas, incluidos los que lavan dinero, las corporaciones estatales o privadas transnacionales que se alzaron con las empresas de servicios públicos privatizadas y los especuladores del mercado de valores. Para decirlo de otro modo: los vencimientos en mayo, por capital e intereses de la deuda pública, suman 3.000 millones de dólares en números redondos y los acreedores quieren asegurarse el cobro. Argentina destina ya el veinte por ciento del presupuesto nacional al pago de intereses de la deuda, que no deja de crecer, y en cada vencimiento son menores las chances de obtener dinero fresco sin seguir el rumbo ya trillado: más deuda, menos �costos argentinos�, nuevas facilidades para el capital más fuerte y la eterna postergación de las demandas sociales. Primero se paga a los menos y luego, si queda, se atiende a los más. 
Como el famoso �blindaje� fue más una operación de propaganda que un reaseguro auténtico, para atender ese esquema el programa que encajaba era el de López M. y la actitud oficial la de Pedro Pou, presidente del Banco Central. Al programa lo tumbó la repulsa popular mayoritaria y al banquero se lo quieren cargar un puñadito de legisladores de varios partidos que integran un comando contra las mafias que medran en la sociedad de mercado ocupándose de los negocios sucios. Lo que pasa es que en un diagrama de tamaña injusticia como es el �modelo�, las mafias son un emergente inevitable y, al combatirlas, termina cuestionándose al propio régimen que las hace posibles, porque la economía negra es funcional al procedimiento de maximizar las ganancias, sin más consideraciones. 
En verdad, hasta la democracia resulta disfuncional para el mismo propósito, sobre todo para la especulación y los rápidos movimientos de capitales, porque le da la palabra a las opiniones críticas, incluso a los outsiders del sistema, y cada consenso requiere un trámite de deliberaciones que el ritmo financiero no soporta. Por eso, los decretos de necesidad y urgencia o los poderes extraordinarios van sustituyendo a la reflexión legislativa, puesto que a la concentración económica le correspondería la máxima concentración político�institucional. O sea, una dictadura. Gastado el mecanismo del golpe de Estado por vía militar, �los mercados� utilizan sus propios recursos para disciplinar a la república democrática. La Bolsa en el subibaja, los índices prefabricados sobre los supuestos riesgos del país, las fugas de capitales, y todos los demás resortes que saltan cada vez que �los mercados� quieren imponerse en el debate sobre las políticas públicas, son los sustitutos de los alzamientos uniformados.
Por otra parte, el bloque de poder no es uniforme y está recorrido por tendencias internas que a veces dan origen a contradicciones y pujas entre sus componentes. Ahora mismo, están los que quieren �dolarizar�, otros queprefieren la devaluación lisa y llana, además de los que están cómodos en la convertibilidad, incluso con el mix de dólares y euros que está proponiendo Cavallo. En este cuadro general, los políticos que tienen alguna posibilidad de influir en las decisiones se alinean detrás de esas tendencias de �los mercados�, subordinándose a ellas después de resignar la dirección del proyecto de desarrollo nacional. Esto es evidente en las radiografías de cada partido, cuyas corrientes intestinas obedecen a esos alineamientos antes que a diferencias ideológicas o programáticas. 
Por lo mismo, De la Rúa se parece más a Menem que a Raúl Alfonsín, y Carlos Ruckauf oscila entre respaldar la estabilidad del gobierno o prepararse para asumir de apuro, si todo se va de las manos en ese juego mortal que implican los �golpes de mercado� contrastados con las turbulencias sociales. El mensaje principal de los poderosos consiste en disuadir a dirigentes y dirigidos de cualquier idea de cambio, para sembrar resignación. Si el vicepresidente Alvarez no pudo con la corrupción y Cavallo tampoco con los operadores financieros, quiere decir que nada se puede hacer. La realidad, en ciertos momentos confirma o desmiente ese mensaje. La caída de López M. lo desautoriza, las expectativas en un �nuevo� Cavallo lo confirma, por citar un par de ejemplos.
La actual colisión de �los mercados� con Cavallo obedece antes que a la discusión teórica sobre la vigencia de Keynes a una más pedestre búsqueda de objetivos diferentes. Lo nuevo en el ministro de Economía es que, a diferencia de lo que le ocurrió con Menem, esta vez quiere ser presidente con la bendición de las urnas. Sabe que para lograrlo tiene que maniobrar de modo tal que los sacrificios sociales no sean expuestos con la grosería de sus antecesores: despidos en masa, rebaja general de salarios, tasas usurarias para el crédito a la producción y al consumo, y todos los demás ingredientes de la receta conocida. Aunque, detrás de los fuegos artificiales y los retos a diestra y siniestra, si anuncia su programa completo esos sacrificios reaparecerán como siempre. Cavallo sabe, sobre todo, que para sus aspiraciones personales no puede pagar la deuda pública con el simple trámite de ajustar el cinturón a las clases medias y ya no queda casi nada importante por vender en el patrimonio público. 
Por lo tanto, no importa como lo presente, tendrá que reestructurar, reorganizar, renegociar, las condiciones de pago de la deuda para el futuro, aunque sea para eludir una crisis similar a las que comenzaron en México en 1982 y en 1994. Lo que insinúa, por el momento, es una operación de trueque de títulos y bonos de vencimiento a corto plazo por otros papeles, con garantías del Tesoro de Estados Unidos y de Europa, a largo plazo. A la mayoría de los financistas les importa poco el destino personal de Cavallo, pero una operación que ponga en debate �el honor de la deuda�, en los términos actuales de la globalización, podría encender el bosque. Por las dudas, comienzan a desgastarlo con ataques que lo desprestigian, como poner en duda su estado mental, y con índices alarmantes (ayer el riesgo-país de Turquía era menor que el de Argentina), por si tienen que acabar con él al mínimo costo posible. 
En tanto los políticos sigan subordinados, sin tomar el control de la situación, no cerrarán la brecha que los separa de una sociedad agobiada por la desaparición del horizonte, aunque si quieren recuperar mayores cuotas de poder tienen que limpiar las casas propias a fin de destruir los nexos mafiosos que los vinculan con el régimen dominante. Igual que en la votación del caso cubano, la opción no es entre capitalismo y socialismo, sino la adopción de un reformismo modesto pero inflexible, que repare las heridas sociales con cuotas importantes de equidad y decencia. En términos resumidos: un proceso de �manos limpias� mediante la autodepuración. Eso significa, a lo mejor, la partición de las corporaciones actuales, la reagrupación transversal de algunas de sus corrientes, formas nuevas oactualización de otras más antiguas para dar espacio al debate con reflexión. En la práctica de estos días, aparecen diversas expresiones tanto en los miembros de la Alianza como en el PJ que son desprendimientos, cursos de agua que buscan cauces distintos, pero que sin un sentido compartido podrían agotarse en la simple disgregación. Ninguna de estas opciones puede hacerse sin costos ni caídos, pero la peor de todas es permanecer en el mismo sitio, esperando el milagro que no llega. No hay utopía más imposible que la ausencia de utopías. 


 

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