Por Martin Kettle *
Desde Washington
Taiwan realizó ayer una demostración simbólica de sus fuerzas armadas, repeliendo una falsa invasión china por tierra, mar y aire, justo días antes de que Estados Unidos tome la crucial decisión de si venderle o no armas de tecnología avanzada. Cazas y helicópteros de ataque armados con misiles fabricados en Estados Unidos atacaron objetivos en el Estrecho de Taiwan. El inicio de las maniobras anuales del Han Kuang (gloria china), que involucran a 3400 tropas, se da en un momento extremadamente sensible en las relaciones chino-estadounidenses.
A comienzos de la semana que viene, los jefes de la política exterior y de defensa de Estados Unidos se reunirán con una delegación militar taiwanesa en Washington para contestar la más urgente de las preguntas sobre seguridad internacional desde que George W. Bush sucedió a Bill Clinton hace tres meses. Cada año, bajo la ambiguamente formulada Acta de Relaciones con Taiwan de 1978, Washington está obligado a hacer un anuncio sobre la posible venta de armas a Taiwan, la isla que China considera como una provincia renegada y que inexorablemente se está convirtiendo en el Berlin Occidental de la nueva guerra fría embriónica de Washington con Pekín. Con un republicano conservador de vuelta en la Casa Blanca y los republicanos detentando un estrecho control de las dos cámaras del Congreso, Taiwan ha estado esperando una bonanza de armas que apoye sus defensas y refuerce sus intentos de salir del aislamiento internacional.
Mucho antes de su elección, Bush había insinuado que estaba preparado para reforzar el desafío de Taiwan a su más poderoso vecino en el continente. Ahora es el momento de la verdad. Los analistas de ambos lados del Pacífico consideran la decisión de la semana que viene como una prueba de la política hacia China que la administración puso en el centro de su visión estratégica. Será una forma de mostrar si Bush es el ideólogo que a veces insinúa o el pragmático que los conservadores siempre temieron que fuera.
Los hechos que rodearon el incidente del avión espía EP-3 han añadido interés a la decisión. Cuando los republicanos regresen a Washington el lunes después de las dos semanas de vacaciones de Pascua, estarán buscando una prueba de que el hombre en la Casa Blanca está preparado a apoyar a Taiwan. Pero Bush tiene otras consideraciones. Como ha dicho repetidamente durante la crisis del avión espía, busca una relación �constructiva� con Pekin. Como partidario del libre comercio, quiere que el capital de Estados Unidos siga fluyendo al mercado chino. Cualquier necesidad que sienta de resistir a China sobre temas de seguridad siempre se verá atemperado por su deseo de mantener abiertos los mercados a las empresas norteamericanas que financian su partido.
China tiene 2,5 millones de hombres bajo bandera, comparados con los 400.000 de Taiwan; casi 10 veces más de tanques; y, aún más significativamente, más de 30 veces el número de aviones cazas, aunque la mayor parte de ellos son antiguos. Su Marina es mucho más grande que la de Taiwan y la brecha aumenta todo el tiempo. Es por eso que Taiwan fue a Washington el año pasado con la lista de compras más larga y más costosa de su historia. La mayor parte de las armas que quiere el presidente Chen Shui-bian son para equipar las defensas de Taiwan contra el creciente desarrollo naval y misilístico de China. Primero en la lista hay cuatro destructores de la clase Arleigh-Burke no construidos todavía y sistemas de radar. Han adquirido una enorme significancia política tanto para China como para Taiwan, porque podrían darle a Taiwan la plataforma para un sistema de defensa regional de misiles, el Patriot PAC-3, que también está en desarrollo.
El sistema Aegis puede rastrear más de 100 barcos, aviones o misiles hostiles en el mismo momento y, por lo menos en teoría, le daría a Taiwan los medios para resistir los 300 misiles de corto alcance que son laprincipal arma de ataque de China. Casi tan significativos son los ocho submarinos a diesel que Taiwan repetidamente ha tratado de obtener. Diseñados por Alemania pero construidos en Estados Unidos, le darían a Taiwan, junto con los aviones de vigilancia P-3 que también quiere, una poderosa ventaja en la creciente confrontación por las aguas del Mar del Sur de China.
Los recientes informes en Washington sugieren que Bush está tratando de obtener un paquete de compromiso que mejorará significativamente las defensas de Taiwan y contentaría al poderoso lobby protaiwanés en el Congreso mientras evitaría un programa de rearme que alarmaría y humillaría a Pekin. La mayoría de los analistas creen por lo tanto que Bush le negará a Taiwan los barcos equipados con el sistema Aegis y el sistema PAC-3. Esta dispuesto a ofrecer los destructores Kidd-class y apurar con la construcción del Arleigh-Burkes equipado con el sistema Aegis, dándole espacio para negociar si Pekín llega a la conclusión que él se ha retractado de sus promesas ambiguas de apoyar a Taiwan.
Si esto es lo que la administración eligió hacer, por otro lado hubo otras señales esta semana de que Bush está acercándose a un reconocimiento más claro de Taiwan. El presidente Chen probablemente consiga una visa para hacer una parada en Estados Unidos en su camino a Latinoamérica el mes que viene, un acto que Pekín considera como una ruptura de la consigna �una China�. Chen hasta puede llegar a reunirse con sus partidarios en el Congreso, como el jefe de bancada republicana de la Cámara baja, Tom DeLay, un amigo militante de Taiwan. Eso enfurecería a China.
Materialmente, darle a Chen una visa no sería el tipo de amenaza que representan para China los submarinos, los aviones o los destructores. Pero el desaire diplomático sería muy grande. Aún sin los destructores Aegis, Taiwan está al borde de dar grandes pasos para terminar con su aislamiento, más que todo lo que logró en los últimos 20 años.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para
Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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