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Por S. M. y E. F.
 El embajador argentino en Washington, Guillermo González, tenía el rostro atravesado por la preocupación. �Te juro, Adalberto, que no tengo nada que ver con esto, soy absolutamente inocente�, le dijo anteayer al canciller Rodríguez Giavarini, a primera hora de la mañana, en Quebec, Canadá, luego de haber recibido el recorte de prensa de
Página/12. En ese ejemplar se reprodujo la confesión �que hizo ante el juez Jorge Urso y el fiscal Carlos Stornelli� de Luis Sarlenga, ex titular de Fabricaciones Militares y uno de los principales implicados en la venta de armas a Croacia y Ecuador. Sarlenga había dicho ante la Justicia: �Yo lo llamé a González pues me dieron ese dato y me dijeron que debía hablar con él para solicitar la ayuda que necesitaba. A los dos o tres días (Guido) Di Tella firmó el decreto�, gracias al cual se triangularon las armas.
No bien este diario dio a conocer esa parte de la confesión de Sarlenga, el embajador González evitó contactarse con los periodistas que cubrían la cumbre presidencial del ALCA en Quebec. Ayer, sin hablar con nadie ni mostrarse, tomó de improviso un avión que lo devolvió a Washington, no sin antes hacer promesas y jurar inocencia ante el canciller.
González tiene el raro privilegio de haber sido un alto funcionario en la cancillería que condujo Di Tella �es diplomático de carrera� y haber sido designado embajador en Washington por expreso pedido de Fernando de la Rúa. Washington es el destino más importante al que pueda aspirar un embajador argentino en el exterior. El viernes, González acompañó al Presidente a la reunión que mantuvo en la Casa Blanca con su par norteamericano, George W. Bush.
Un día después debió deshacerse en explicaciones. Miembros de la comitiva que acompaña a De la Rúa en Canadá contaron a este diario que el embajador �está destruido, amargado�. Y relataron el diálogo que mantuvo con el canciller.
�Ya me presenté una vez ante el juez (Urso) para aclarar las cosas. Pero te juro �dicen que le dijo González a Rodríguez Giavarini� que si me llama de nuevo, si me cita, voy a ir (a comparecer), no me voy a negar.
Urso lo va a citar. González, dijo, acudirá.
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