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CADA VEZ MAS GENTE VENDE COSAS USADAS EN SU CASA
De feria en el altillo

Se trata de buscar una alternativa en medio de la crisis. Pero con un costado �chic�: al estilo de las ferias americanas, los porteños están abriendo sus casas para vender desde ropa hasta discos. Todo usado, en el garaje, una pieza o el altillo. Pasen y vean.
Paula exhibe sus piezas en el altillo de su casa de Temperley con la ambientación escénica hecha por un profesional.

Por A.D.

Es la compra y venta del de todo. Una alternativa en medio de la crisis, aunque con un toque chic. En los últimos meses, los porteños empezaron a habilitar espacios domésticos para convertirlos transitoriamente en mercado. Al estilo de las ferias americanas de usados, casas o departamentos de amigos suelen constituirse en salones caseros de exhibición para libros, discos, accesorios y ropa propia, o heredada de tías y abuelas. La tendencia, crecida hace tiempo de manos de instituciones de bien público, ahora se expande hacia el micromundo doméstico. Allí no hay intermediarios ni beneficiarios externos. No hay locales públicos ni rectores universales de precio. Página/12 estuvo en estas ferias, habló con consumidores y organizadores de estos circuitos impulsados hace años por los diseñadores de ropa under como modo alternativo de venta, ahora tomado por quienes buscan una variante menos ortodoxa al mercado.
No es sólo producto de una economía en crisis. Al menos eso piensa Sofía Suaya, una de las consumidoras de esos objetos cargados también con vestigios de historia. �A mí me gusta mucho la ropa usada, tiene como una cosa de energía que entra en contacto con uno; no elijo sólo lo que me gusta �dice�, me gusta sentirle el feeling.� Mientras se sorprende por la polución de esos espacios que hace años sólo hallaba ocasionalmente a través de alguna amiga hiperexperimentada, Sofía cuenta una de sus mejores conquistas. �La pagué entre cincuenta y setenta pesos, no me acuerdo �se entusiasma�, pero es una túnica de seda israelí de los setenta: me encantó y te puedo asegurar que el precio de una nueva es carísimo.�
Los precios por lo intercambiado en estos circuitos suelen acercarse a la mitad de lo exigido entre los nuevos. Algunos pantalones de primera línea vendidos en comercios a entre cincuenta y setenta pesos, María Reynier suele darlos por ocho o diez. El living de su casa, sobre Juan D. Perón, fue uno de los que se convirtió, de pronto, en un gran local capaz de alojar entre mesas y sillones a los viejos vestidos descartados �sólo por aburrimiento�. Hasta allí llegaron un día las remeras GAP traídas por Isabel Gulbarrella en alguno de sus viajes, se ordenaron además cinco pares de zapatos de otras amigas, remeras �a menos de cinco�, sombreros exóticos y carteras y cintos apenas salidos de los talleres.
Ese living de María puede dar cuenta, en realidad, de una de las dos líneas con más crecimiento en este tipo de negocios. Por un lado, están aquellas ferias privadas inspiradas por la corriente abierta en la última década por diseñadores de ropa independientes. Ellos fueron los primeros en colonizar locales no estandarizados para la difusión de una estética que intentaba correr al margen de los circuitos ortodoxos. Con este legado, María y Paula Guglielmino funden en sus ferias a domicilio, desde hace ocho años, aquellos productos de diseñadores independientes con los usados. 
Junto a este modo de vincularse con la ropa fue apareciendo en los últimos meses la producción autónoma de un estilo de ferias que empieza a despegarse de los productores de modas. �Me lo propuso una amiga y, la verdad, me pareció una idea piola�, dice en este caso Karina Cukierblat, ella psicóloga más experimentada en los trabajos freudianos sobre los objetos fetiches que en la producción fetiche de la moda. La amiga en cuestión se iba de viaje y uno de los modos ideados para la búsqueda de dinero fue, simplemente, la feria: �En una semana llamamos a gente conocida, hicimos unos volantes para entregar en un edificio donde vive gente piola y listo�. Después esperaron.
Karina trasladó a la casa de una tercera conocida, en Malabia y Cabrera, alguna ropa �buena pero en desuso�, libros y discos. �Cada una armó su stand en un rincón de la casa y la gente iba recorriendo cada puesto.� Así, casi reproduciendo sobre el espacio las técnicas de una gran tienda, quedaron expuestos, por ejemplo, sus rollers comprados de antojo alguna vez y usados sólo por un día. No los vendió, aunque estuvo allí desde las doce del mediodía hasta las ocho de la noche, tal como lo habían programado. Después de dos días de feria y cincuenta personas reunidas en total, Karina vendió una campera, ropa interior importada y una pipa tailandesa. �Me las quería sacar de encima �desmitifica�: no tenían ningún valor afectivo.�
Los viajes son algunas de los motores más frecuentes que impulsan la apertura de las ferias fugaces. Las dos socias ocasionales de Cukierblat querían por ese motivo �deshacerse de todo cuanto antes�. Eso explica también Paula sobre las piezas que hoy quedarán expuestas en ese altillo de Nobrega 440, en Temperley, al que Roger Williman, experimentado DJ, le hará la ambientación escénica. 
�Es una opción más que interesante �vuelve a comentar Karina�. Soy una compradora compulsiva y ese día terminamos intercambiando cosas entre nosotras.� Convencidísima con la fórmula y el método, asegura aún sorprendida que �son cosas casi sin uso, realmente buenas, que no encontrás afuera�. Detrás de estos nuevos modos de consumo aparece un trabajo estético detallado, buscado especialmente por quienes consiguen con las muestras su modo de subsistencia mensual. Paula demora entre diez días y una semana en preparar una casa y la producción de una feria. Desde hace seis años se dedica a presentar, especialmente, estilos del �60 y �70 que fue buscando afuera durante viajes o en el interior del país. A sus amigas tentadísimas con la posibilidad de poner las prendas en cartel, Paula suele advertirles que �si son feas no las tomo; voy, las veo y elijo�.
Para la difusión, las más experimentadas recomiendan el recurso del clásico volante (flying, le suelen decir) colocado en locales donde suele exponerse la ropa de los diseñadores más jóvenes. A continuación, disparan una cadena de mensajes entre amigos y conocidos, más el velocísimo correo electrónico listado. Al final, �cuando tirás mil volantes pueden caerte capaz cinco personas�, se desanima Paula, que mientras tanto advierte cómo �aquí todavía la gente sigue yendo a lo conocido, no se anima aún a ir a estos lugares por falta de cultura, es súper estándar�. La gente.

 

 

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