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La que se viene, la que se viene

 

La semana pasada, �Fútbol de Primera� perdió en la lucha por el rating con una película de Julia Roberts. ¿Es un síntoma de la saturación que el fútbol provocó en los hinchas?

 

Por Pablo Vignone

El domingo pasado cayó un baluarte. Después de una década de liderazgo absoluto en su horario, “Fútbol de Primera”, el non plus ultra del deporte televisado doméstico, perdió el favor del público en su franja.
–El problema es que los productores y los periodistas no están poniendo todo el esfuerzo que necesita –tronó al día siguiente el productor a cargo del programa cuando las cifras convocaron a una reunión de urgencia.
–No, viejo –reaccionó uno de los acusados más veteranos– qué esfuerzo ni esfuerzo. Ustedes tienen que sacar los chiches y poner más pelota...
Macaya y Araujo, los iconos de la pelotita casera, fueron derrotados hace ocho días por dos señoras más mediáticas, la vernácula Susana Giménez y la laureada Julia Roberts. Fue la primera derrota en mucho tiempo, es cierto, y puede que hoy, con la lectura de los nuevos ratings, renazca la calma. Pero si la filosofía dominante, la weltamschaung tyciana, obliga a sacrificar cualquier intención en el altar de los resultados, ¿a qué otra conclusión pueden arribar?
Los guarismos emplanillados, generalmente reverenciados como la verdad más absoluta emparentada con el supremo, causaron una tormenta el lunes pasado, hace una semana, en el edificio de Balcarce y Venezuela, en San Telmo. El envío que conducen Macaya y Araujo registró hace ocho días un rating promedio de 18,6 puntos, con un pico máximo de 22,9, un volumen de audiencia respetable para un día domingo.
Pero la pelota fue superada, vaya paradoja, con el canal de las pelotas, cuya pantalla fue calentada por la Giménez, que de 20 a 22 hizo 20,3 de promedio con un pico de 25,7 (casi tres puntos más que el pico de “Fútbol...”), y se la dejó servida en bandeja a La boda de mi mejor amigo, una comedia con la pulposa señora Roberts que, en competencia directa, promedió 19,1 puntos (medio punto más que Enrique & Marcelo) con un piquito de 21. Mucho más parejo que los altibajos del fútbol, un dato significativo para los que han sabido leerlo.
–Aflojemos la mano con Boca y River –siguió argumentando el veterano acusado– Si tuviéramos un producto más equilibrado, que no fueran solamente los dos más grandes, la gente vería más el programa.
Un amigo me contó la siguiente anécdota en la semana: “A las 22, mi mujer tomó el control remoto y me emplazó: ‘yo veo la película hasta la medianoche y vos después tenés todos los goles en el noticiero de TyC Sports. Me pareció un buen arreglo”. Y mi amigo no es hincha ni de River ni de Boca.
–No es así como dicen –replicó el productor, mano derecha de Juan Cruz Avila, por ahora empantanado en el proyecto América, uno de los elefantes blancos que le están trayendo dolor de cabeza al zar de Torneos, Carlos Avila. El curso de la discusión, a menos de 24 horas de la emisión de “Fútbol...” llegó a admitir que el verdadero negocio para el programa son Boca y River.
La semana pasada, Boca había vencido 1-0 a Colón en su cancha el mismo domingo, pero River le había ganado 3-2 a Unión el sábado, un día antes del programa. La primera conclusión a la que arribó el comando fue que si los dos grandes juegan viernes o sábado, sus hinchas tienen más posibilidades de ver a su equipo antes de la emisión de Fútbol de Primera, aunque los goles no puedan emitirse hasta la medianoche del lunes. Por lo tanto, la primera medida adoptada en esta minicrisis ya tuvo efecto: de ahora en más, Boca y River jugarán exclusivamente los domingos. Para los partidos de viernes y sábados siempre está Racing; con los anticipos que ya cobró de la TV, el equipo de Avellaneda está condenado a que le televisen hasta los entrenamientos, y no extrañaría que sus jugadores deban ser los protagonistas de otro reality-show...
No hace mucho, el propio Avila había admitido que de todos sus emprendimientos, sólo “Fútbol...” y los codificados eran rentables, algo normal en un país con los dilemas económicos de la Argentina. Pero, mientras no sale aprobado el quinto codificado, que las cifras haganagujeritos en la coraza del envío de los domingos por la noche no debe resultarles nada grato. Especialmente porque los 1200 pesos que se recaudan por cada segundo de publicidad en el programa acaso sólo pueden tener sentido para el avisador si el programa es líder absoluto del segmento. Los ratings pueden ser engañosos en ocasiones, pero los avisadores los siguen con la misma fe religiosa que los programadores. Y no puede ser menos que sintomático que la caída haya tenido lugar el mismo día en que Boca sufrió la peor recaudación en su cancha de los últimos seis años. O que, al día siguiente, la fastuosa producción de “El equipo de Primera”, que paga hasta 10 mil pesos por la presencia de futbolistas destacados, haya perdido 3,9 a 3 con “Todo x dos pesos”...
Una conclusión precipitada es que el fútbol saturó a los televidenteshinchas. Como mi amigo, al que no le gusta un programa que muestra una hora y media de River y Boca y aprieta los siete partidos restantes en los 30 minutos que quedan para, con suerte, mostrar apuradito los goles del equipo de su corazón. Total, una vez que dan las 12 y Macaya y Araujo salen corriendo de la pantalla como cenicientas, dejan la zapatilla de cristal: el noticiero de TyC Sports, los abundantes informes futbolísticos de Crónica TV, o incluso Tribuna Deportiva, el caótico carnaval futbolístico de Azul que el domingo tuvo un pico de arranque de 6,5 puntos, que también muestra lo suyo. ¿Es saturación o será que los hinchas están buscando otra cosa, buscando ver más?
Esta noche, cuando estén disponibles los ratings de ayer, y se sepa si Macaya y Araujo ganaron o perdieron con Al Pacino y Keanu Reeves, se sabrá también si lo que sucedió el domingo fue un inconveniente aislado, ya olvidado en aras de la indómita pasión que despierta el fútbol argentino, o si son los primeros síntomas, ya evidentes, de una dolencia más grave.

 

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