El
sendero luminoso
Por
Eugenio Raúl Zaffaroni*
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Anoche fui a tomar un café con un amigo de la infancia.
La conversación iba bien, hasta que al pasar comenté un
poco irónicamente el hecho de que a Ruckauf le molesta el Poder
Judicial que pone obstáculos a las cúpulas policiales y
a sus funcionarios políticos, pide el juicio político de
los jueces garantistas, persigue defensoras que interponen
hábeas corpus y quiere denunciar la Convención Americana
de Derechos Humanos. Ese fue el detonante. Mi amigo comenzó un
discurso imparable, alabando con entusiasmo a Ruckauf y maldiciendo a
jueces, fiscales y defensores de la provincia.
¿Para qué ponen obstáculos? No haciendo nada podrían
cobrar tranquilamente sus sueldos, no saldrían en los diarios,
los ascenderían, incluso de vez en cuando alguno de ellos llegaría
a ministro. Y las cúpulas policiales podrían seguir liberando
zonas, de modo que puedan robar sólo los chorros oficializados
y no cualquiera. El robo es un delito, pero no tiene por qué ser
un caos. La merca la podrían vender sólo expendedores
autorizados, igual que la nafta. Es una cuestión de orden: se sabe
cuánto se vende, cómo se corta, cuánto cuesta, tiene
un precio de mercado. No puede caerse en el capitalismo salvaje, después
de todo Keynes algo de razón tenía. La prostitución
tiene que pagar su canon, como cualquier otra actividad que usa el espacio
público, y con mayor razón si tiene instalados locales.
El juego no tiene por qué ser monopólico. ¿Acaso
no estamos en una economía de mercado?
¿Para qué los fiscales y los jueces quieren hacer la instrucción,
si siempre la hizo la policía? No sólo la instrucción,
¿por qué no dejarlos que hagan el juicio? Si así
se hace en lo contravencional, ¿por qué no puede hacerse
también en lo penal? Después de todo no hay mucha diferencia
entre un hurtito y una contravención. Y ellos sólo se limitarían
a revisar; es suficiente garantía, siempre un juez revisa, claro.
¿La tortura? ¿Y cómo se puede investigar sin tortura?
Ya lo dijo Videla. ¿Que se venden sobreseimientos y se acomodan
pruebas? Bueno, hay demasiadas condenados, tampoco hay que ser inhumano.
Y si, andando a los balazos, de vez en cuando se fusila a alguien o se
va una bala, es una guerra y en toda guerra hay muertos inocentes.
¿Y las cárceles? Pero si las cárceles son para los
delincuentes. Si fuesen muy cuidadas, los no chorros se harían
chorros porque estarían más cómodos en las cárceles
que en sus casas; tienen que ser sucias, lóbregas, indeseables.
Algunos no las aguantan y se suicidan o se piran; mala suerte, lo hubieran
pensado antes. Otros se pescan un HIV: eso les pasa por drogas o por gays.
¿Dos por uno? ¡Qué dos por uno! Lo mejor es 0,50
por uno, el tiempo de prisión preventiva debe computarse
como mitad del tiempo de la pena. ¿Acaso no es cierto que es sólo
para seguridad y no para castigo? Tan cierto es que lo dice la propia
Constitución. La pena es para castigo, la pepa sólo para
seguridad. Debe reconocérsele sólo la mitad y gracias. ¿Pacto
de San José, convenciones de derechos humanos? Sólo paja,
cosa de gringos imperialistas y de marxistas, sus aliados de siempre.
Hay que sacarse de encima todo eso, somos soberanos, como Fujimori, que
señaló claramente el rumbo que ahora transita Ruckauf; se
ríen siempre, la risa es salud, de tanto reírse se les achinan
los ojos.
Me fui cabreando y en un momento pagué y quería irme, hasta
que no pude más y le dije que se había convertido en un
fascista posmo. Lo negó, pero reafirmó que todos esos argumentos
y muchos más había que perfeccionarlos y dárselos
a los medios de difusión de fascistas y corruptos, al pobre Neustadt
que ya perdió el poco ingenio que nunca tuvo y no le queda
repertorio y, en especial, a Ruckauf. Se exaltó y gritó:
Viva la Revolución. Miré alrededor, no por miedo
a la policía sino a los médicos, Foucault mediante. En excitación
casi maníaca vino lo peor: era necesario acabar con todo, el fuego
purificador, el apocalipsis. Era mejor el caos que esto, Hobbes puesto
de cabeza. Con sanciones internacionales por haber denunciado todos los
instrumentos de derechos humanos, aislados diplomáticamente, con
las cúpulas policiales dueñas de grandes capitales,los políticos
dependiendo de los magnates comisarios para sus campañas, la merca
ordenadamente distribuida, los asaltos con horario por barrio como los
viejos cortes de luz, los presos calladitos con algún motín
bien reprimido cada tanto. Si se mueren algunos penitenciarios, algunos
policías, algunos chorritos, bueno, son todos pobres y de ese modo
los pobres se van dando cuenta de que los usan.
Objeté que así no se puede vivir y a mi amigo se le iluminaron
los ojos. Justamente de eso se trata. De que reviente todo, que
se siga el sendero luminoso de FujimoriRuckauf y nos quedemos sin
Poder Judicial, sin fiscales, sin defensores, sin abogados, sin policía,
sin cárceles, sin penitenciarios, con bandas de delincuentes en
donde no se pueda distinguir a los estatales de los privados, con los
pobres más pobres, sin clase media, con la clase alta amenazada
por sus propios monstruos, que todos sintamos que se logró lo que
Ruckauf quería, que la vida no valga nada, que nos quedemos sin
nada, despreciados por el mundo, eso es lo que hace falta, llegar al fondo
del programa de Ruckauf, destruir las instituciones.
Estaba tan exaltado que tuve miedo. Sólo así se hace
la Revolución. Hay que destruir todo para recrear todo, desde la
raíz, porque lo que hay, está podrido. Nada de contemplaciones.
Los jueces, los fiscales, los defensores son sólo el colchón
de la burguesía; el verdadero impulso dialéctico viene de
Ruckauf, ése es el hombre de la transformación.
Pero, ¿vos pensás que es un submarino, que puede ser
Trotski o Mao?, pregunté ya en la vereda. No, no lo
es; las revoluciones siempre se comen a sus hijos; cuando venga el caos,
los comemos con mostaza.
Como despedida me animé a preguntarle si no creía que necesitaba
unas buenas vacaciones. Me alegró la respuesta, porque por un momento
se calmó y me dijo que, efectivamente, se estaba notando un poco
nervioso en el último tiempo. Pero no podía tomarse vacaciones
porque estaba esperando un nombramiento en la provincia.
* Director del Departamento de Derecho Penal UBA. Vicepresidente de la
Asociación Internacional de Derecho Penal.
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