Por
Raúl Dellatorre
Pese a su reiterado consejo a los operadores económicos de que
no miren a los mercados, ayer el ministro de Economía,
Domingo Cavallo, movió el tablero precisamente haciendo lo contrario:
mirando a los mercados y tratando de incidir sobre ellos para que hoy
abran con menores tensiones. Por la noche, anunció que postergará
la licitación de títulos de la deuda pública (Letras
y Bonos del Tesoro, Letes y Bontes) prevista para el martes. Durante la
semana informará sobre los recortes al gasto público que,
junto al ingreso adicional que resultará del impuesto a los débitos
y créditos en cuenta corriente, asegura que le permitirá
arribar a la meta de déficit previsto en el programa fiscal anual.
Y se reservó la medida de más alto impacto apuntada a generar
confianza en los nerviosos mercados: hoy al mediodía pondrá
a consideración de los gobernadores justicialistas del Frente Federal
(provincias chicas) una propuesta de garantizar el pago de la deuda pública,
incluida la de las provincias, con la recaudación futura de impuestos.
El privilegio, así, no sólo colocaría
a los acreedores de títulos de deuda por encima de los proveedores
del Estado sino también por delante, en la cola de cobranzas, de
empleados estatales, jubilados y titulares de derechos sobre el Estado
adquiridos por cualquier otra vía, como es el caso de los acreedores
de haberes previsionales adeudados.
El gesto apunta a bajar la tensión del enfrentamiento que viene
sosteniendo con los mercados y sus operadores, y responde a lo solicitado
por los banqueros alineados en la Asociación de Bancos de Argentina
en la nerviosa reunión que mantuvo el sábado, antes de presentarse
en conferencia de prensa. El embate del ministro contra el presidente
del Banco Central, Pedro Pou, y las imputaciones a una supuesta trama
de voceros que operarían en su contra también perdería
decibeles en las próximas jornadas.
Cuando hoy al mediodía Cavallo se junte con los gobernadores justicialistas
del Frente Federal (que excluye a los mandatarios de Córdoba, Buenos
Aires y Santa Fe), les planteará su propuesta de ley que ponga
como garantía de la deuda pública a la recaudación
impositiva. El mecanismo de seguridad para los acreedores también
alcanzaría a la deuda provincial, por lo que se espera el aval
de los gobernadores. En definitiva, es lo mismo que vienen haciendo
las provincias poniendo como garantía la recaudación coparticipada,
por lo que se entiende que apoyarán, comentó una fuente
del Palacio de Hacienda con buena llegada a algunos gobernadores.
El proyecto explicitará que se afectan todos los recursos
tributarios a la garantía de pago de los vencimientos de
títulos públicos (una suma del orden de los 160 mil millones
de dólares), lo cual deja atrás en la cola de pagos a todo
otro compromiso del Estado, incluido los salarios. Es una medida extrema
que pretende despejar el temor a la cesación de pagos que flota
en los mercados. Es el último recurso al que podía echar
mano Cavallo después de haberse agotado el efecto del blindaje,
agotado en apenas tres meses.
Cavallo mantuvo durante el fin de semana dos encuentros con banqueros:
el primero fue con las entidades que integran ABA, el sábado, y
el segundo ayer con los representantes de bancos privados nacionales y
públicos agrupados en Abappra. El clima de este segundo encuentro
fue más distendido que el de la jornada anterior, no tanto por
la más alejada relación entre los representantes de Abappra
y los fundamentalistas del ultraneoliberalismo que vienen azuzándolo
sino porque el propio ministro había variado su ánimo entre
un día y el otro. Al encontrarse con los miembros de Abappra (que
preside Ricardo Gutiérrez, del Banco Provincia), Cavallo ya tenía
decidido cambiar el tono con el que se referiría a los mercados.
Había muchos frentes abiertos al mismo tiempo, por un lado
acusaba a los mercados de una conspiración, por otro mantenía
una pelea con el BancoCentral, y además salía a confrontar
con los fundamentalistas más ortodoxos por sus opiniones sobre
la reprogramación de la deuda; es mucho ruido a la vez, la verdad
que el sábado salimos de la reunión preocupados, contó
a Página/12 un alto directivo de un banco de primera línea
ayer, un día después de haber participado del encuentro.
Con información de lo sucedido ayer en la reunión de Cavallo
con Abappra, comentó que el clima fue totalmente otro, el
ministro entendió la necesidad de bajar los decibeles.
La táctica cavallista de priorizar el cambio de humor de la gente
y confrontar a la vez con los especuladores, como forma de demostrar fortaleza
política, estuvo a punto de naufragar en las últimas jornadas,
cuando el riesgo país (que mida la sobretasa que paga el país
por préstamos internacionales, en función del riesgo de
no pago) saltó el viernes por las nubes y crecía la ola
de rumores sobre la inevitabilidad de una reprogramación de vencimientos.
Incluso, por primera vez empezó circular una versión sobre
su renuncia.
Ya el sábado por la noche, ante sus más íntimos
colaboradores dejó de hablar de conspiración, señaló
un allegado al ministro, que señaló que fue el propio Cavallo
el que decidió el cambio de táctica tras los resultados
de su encuentro con los banqueros del sábado. Allí
le hicieron ver que lo de (Carlos) Menem (recomendando comprar dólares)
fue un hecho aislado, y que si hay economistas como (Jorge) Avila, Roque
Fernández, Calomiris y el propio Pedro Pou cuestionando la canasta,
no es por una conspiración, sino porque son fundamentalistas ortodoxos
y dicen lo que piensan, aunque se equivoquen; el problema es que en el
exterior los operadores los escuchan, comentó la misma fuente.
Cavallo midió la probable reacción de los mercados en la
apertura de hoy, lo que sucedería con las tasas en la licitación
de Letes y Bontes de mañana, y concluyó que no debía
desoír el consejo de los banqueros: bajarse del ring por unos días.
La respuesta de los financistas al pedido de que exigieran menores tasas
en la licitación de mañana fue que lo mejor era suspenderla.
Le advirtieron además que los cambios a las normas de encaje y
uso de las reservas del Banco Central habían generado más
confusión que otra cosa. En el mercado se tiene la sensación
de que Cavallo le está metiendo la mano en la caja a los bancos
y que no está atacando el frente fiscal; aunque no es así,
es lo que se lee a partir de las peleas y enfrentamientos, señaló
uno de los participantes del encuentro del sábado.
El propósito de diferenciarse de Ricardo López Murphy, arriando
la bandera del ajuste y esgrimiendo el estandarte de la fe en una futura
reactivación, quedó minada por la presión de los
mercados. El comunicado del Ministerio de Economía de anoche, sin
embargo, hace un último esfuerzo por disimular que el ministro
debió ceder. Esta decisión (postergar la licitación
de Letras y Bonos del Tesoro) fue adoptada en función del avance
mayor al previsto en la ejecución del programa financiero,
asegura, y manifiesta el propósito de que el público
(eufemismo para no mencionar al mercado como destinatario) disponga de
suficiente información para evaluar el cierre del programa fiscal
en lo que resta del año (se hará el ajuste para alcanzar
las metas). Hoy se sabrá si el mercado acepta la tregua planteada.
Enhebrando
el apoyo
Uno
de los aspectos cuestionados en el proyecto de superpoderes solicitado
por el Ejecutivo al Congreso había sido el de afectar recursos
y activos públicos para garantizar operaciones de crédito.
Por ello, ahora Domingo Cavallo estará obligado a recurrir
a una ley para colocar a la recaudación tributaria como garantía
del pago de intereses y amortizaciones de la deuda pública.
Para tan delicada operación, reclamará el respaldo
de los gobernadores justicialistas de provincias chicas, primero,
para luego avanzar sobre el bloque de la Alianza y aislar, así,
cualquier intento de oposición del trío de gobernadores
más fuertes de la oposición: Carlos Ruckauf, José
Manuel de la Sota y Carlos Reutemann. ¿Por qué lo
que se le negó hace un mes se lo votarían ahora? Contra
esa lógica de hierro, Cavallo podrá sostener, ahora
más que antes, el argumento de la gravedad de la situación
y la necesidad de instrumentar alguna forma de sacarse de encima
la presión constante del temor al default. ¿Alguien
propone algo diferente?, será la pregunta que hará
y volverá a quedar sin respuesta.
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EL
EX MINISTRO NEGO PARTICIPAR DE UNA CONSPIRACION
Roque
no está en la trama
El
último ministro de Economía del menemismo, Roque Fernández,
negó que formara parte de una trama secreta para desestabilizar
a Domingo Cavallo. No hay nada de eso, dijo Fernández
en una entrevista radial al ser consultado sobre las versiones de una
presunta trama secreta, y sostuvo que al menos si hay algún
tipo de trama, yo no he participado, no he tenido ningún tipo de
reunión.
No creo que exista movimiento conspirativo alguno, nadie pide que
Cavallo se vaya, sino que simplemente use su energía para contener
el gasto público y la solvencia fiscal del Estado, advirtió.
De mi parte y de parte del titular del Banco Central, Pedro Pou,
no hay ninguna intención de sacarlo, dijo. Ambos pertenecen
al Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA), think tank del neoliberalismo
más ortodoxo y partidario, como el ex presidente Carlos Menem,
de la dolarización para reemplazar a la convertibilidad. Refiriéndose
a los consejos de Menem, que alentó la compra de dólares,
Fernández comentó que me imagino que competirá
políticamente (con Cavallo), pero eso no es una trama.
Roque Fernández reiteró sus cuestionamientos a las medidas
que puedan afectar la aplicación de las reservas del Banco Central.
No se pueden utilizar las reservas como una forma de evitar el ajuste
o las medidas que hay que hacer, apuntó, todo el mundo
entiende que las reservas que el Banco Central tiene son para respaldar
el peso, esas reservas son intocables y Cavallo quiere gastarlas.
El ex ministro sostuvo además que Cavallo por tratar de conseguir
una reactivación falsa, al no poder nivelar su nivel de ingresos
y gastos, pretende romper el alcancía, lo que producirá
una falta de estabilidad monetaria. Y comentó que las reservas
del Banco Central fueron afectadas en dos oportunidades. Primero
hubo unos 500 millones directos y después alrededor de 2500 millones
más que se restaron como reducción de encajes. Cavallo
quiere que el Banco Central no se resista a las medidas de apropiarse
de las reservas para financiar gastos, expresó.
CARO
FIGUEROA ADMITIO EL ENFRENTAMIENTO CAVALLO-POU
Tensión
y discrepancias
El
vicejefe de Gabinete, Armando Caro Figueroa, admitió la existencia
de la clara tensión y seria discrepancia entre el ministro
de Economía, Domingo Cavallo, y el presidente del Banco Central,
Pedro Pou, pero la calificó como normal. Este tipo
de ciclos de tensión son frecuentes entre funcionarios,
señaló, tanto en países de Europa como en los Estados
Unidos.
El desencuentro es serio y tiene que ver con el futuro económico
y ante decisiones que ha tomado el gobierno nacional, y que también
se refiere al área de actividad del Banco Central, comentó
Caro. No es un secreto para nadie que Pedro Pou, como economista,
tiene una posición militante en pro de la dolarización del
país, y el ministro de Economía es contrario a esta hipótesis,
porque considera que esto traería graves daños a la economía
de los argentinos, expresó el funcionario. No es que
haya armonía, puesto que hay una clara tensión y discrepancia,
que en algunos casos se circunscribe a la competencia que el ejercicio
de la competencia que cada uno tiene, comentó el vicejefe
de Gabinete. En otro caso -agregó-, se refiere a la posición
del presidente del Banco Central de promover temas que no son de su estricta
competencia, como es pretender fijar una política económica
centrada en la dolarización.
Consultado sobre una supuesta comunicación telefónica entre
ambos funcionarios en la que se habrían intercambiado insultos,
Caro Figueroa manifestó que no conozco que haya existido
ese llamado, aunque de inmediato relativizó sus dichos al
agregar que de haber ocurrido, tuvo que haber sido cuando Cavallo
estuvo en Londres.
Respecto a la caída bursátil y el alza en el riesgo país
registrada en los últimos días, Caro Figueroa señaló
que no es un buen razonamiento que los bancos vean en esta tensión
un motivo para tomar decisiones apresuradas y reclamó que
un sector bancario maduro como el argentino, donde hay mucha presencia
de bancos de capital extranjero, tiene que estar totalmente habituado
a este tipo de tensiones.
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